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Su fortuna supera los 4.000 millones

Elizabeth Holmes, la empresaria que revolucionó los análisis de sangre, acusada de fraude

Abandonó la universidad con 19 años para marcar un antes y un después en el sector sanitario.

Abandonó la universidad con 19 años para marcar un antes y un después en el sector sanitario.
Elizabeth Holmes | Theranos

Elizabeth Holmes entró en la prestigiosa Universidad de Stanford en el año 2002. Apenas un año después, abandonó sus estudios de Medicina y fundó su propia compañía, Theranos. El paso del tiempo parecía darle la razón. Según la lista Forbes, la estadounidense se convirtió algunos años después en la milmillonaria más joven del mundo.

La fortuna que llegó a amasar Holmes se debía al supuesto desarrollo de una revolucionaria tecnología que simplificaba notablemente los análisis de sangre. La empresaria se centró en este campo por dos motivos: el miedo de los pacientes a las jeringas (uno de cada dos estadounidenses evita, en la medida de lo posible, estas pruebas) y la posibilidad de crear un nuevo nicho de mercado a través de nuevos procesos que acarreen un precio más asequible.

Tras diez años de trabajo, Theranos decía haber sido capaz de desarrollar un nuevo protocolo que simplemente consiste en un pinchazo en el dedo. Las gotas de sangre se extraían a través de un minúsculo tubo llamado "nanotainer", cuyo tamaño era de apenas 1,27 centímetros. Holmes afirmaba que esta pequeña muestra servía para hacer treinta diferentes análisis de sangre.

Todo estalló por los aires

Forbes estimaba que la fortuna de Holmes superaba los 4.000 millones de euros cuando empezó a ser acusada de hacer aseveraciones falsas sobre los desarrollos tecnológicos de su empresa. Alcanzar semejante riqueza sin estar en bolsa hubiese sido complicado sin la ayuda de empresas de capital riesgo como Draper Fisher Jurvetson, la misma firma que aceleró el desarrollo de Hotmal, Tesla o Skype. Gracias a esta inversión, el laboratorio de Theranos pasó de ser una Pyme a sumar más de medio millar de investigadores.

Preguntada sobre su fortuna, Holmes declara baque su propósito era "cambiar la forma en que se hacen los análisis de sangre y mi empresa está intentando cambiar estos procesos de forma definitiva". Su argumento venía avalado por el significativo ahorro que suponía el método Theranos: se suponía que estábamos ante un abaratamiento del 50% con respecto a los precios de referencia del mercado.

Sin embargo, todo estalló por los aires cuando el Wall Street Journal publicó un explosivo reportaje en el que revelaba las prácticas corruptas de la empresa. Según revelaron varios trabajadores, las máquinas que debían hacer los análisis de sangre no funcionaban, de modo que los test se hacían con tecnología de otras empresas ya existentes. Además, la calidad de los análisis dejaba mucho que desear, como pudieron comprobar varios pacientes que compararon los resultados de Theranos con los de laboratorios ya consolidados.

Hoy, Holmes enfrenta diversos juicios por fraude que pueden llevarla a prisión. Interrogada por el juez que instruye una de las macrocausas por las que tendrá que rendir cuentas, la empresaria ha llegado a decir que desconocía información clave de la compañía en más de 600 ocasiones.

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