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Carlos Rodríguez Braun

Poderoso Ibex

Es raro eso de que el Estado sea un títere de la burguesía. Curioso títere, en efecto, es el que obliga a pagar al titiritero.

Es raro eso de que el Estado sea un títere de la burguesía. Curioso títere, en efecto, es el que obliga a pagar al titiritero.

Gracias a Antonio Salazar he podido leer estas declaraciones de Federico Aguilera Klink, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna. Dice que si hubiera justicia los gobernantes que llevamos soportando desde hace varias décadas estarían en la cárcel. Desde luego, por lo que han subido los impuestos, usurpando bienes ajenos, les correspondería. Hace suyo el profesor Aguilera Klink un comentario de la catedrática de Ética Victoria Camps: "Todos los que participan en los gobiernos son culpables de la situación que vivimos". También lo comparto: cuando Rajoy ganó las elecciones prometiendo bajar los impuestos y después los subió, todo su equipo debió renunciar, para no secundar a un mentiroso y un enemigo de la libertad.

Pero inmediatamente el profesor Aguilera se declara entusiasmado con Evo Morales, Rafael Correa, Nicolás Maduro y el difunto Hugo Chávez. Dadas las flagrantes violaciones de los derechos de los ciudadanos perpetradas por esos gobernantes, aquí hay algo que no encaja. Y entonces descubrimos la clave del asunto: resulta que don Federico cree que esos sátrapas latinoamericanos gobiernan para todo el pueblo, mientras que nuestros sátrapas locales no gobiernan para el pueblo sino… para el Ibex.

Acabáramos. Ya estamos otra vez con la visión ingenua de la política, heredera de Marx, según la cual el Estado capitalista es un mero "títere de la burguesía", los que mandan de verdad, el famoso "poder económico".

Esto es falso, puesto que manda el poder político, asociado con otros, que pueden ser empresarios, sindicatos, burócratas nacionales e internacionales y grupos de presión de muy diversa índole. Pero nunca se produce la fantasía izquierdista y populista de que hay una minoría de capitalistas que mandan sobre los Estados. Esto nunca ha sido así, pero siempre ha sido agitado como bandera para justificar la opresión de los políticos sobre el conjunto de la población.

Convendría que Aguilera Klink y tantos otros economistas dejaran atrás la edad de la inocencia pre Buchanan y empezaran a analizar la lógica del poder político, una lógica propia, con un apreciable grado de autonomía, y no un mero reflejo de un poder económico en la sombra. Entre otras cosas, podrían pensar en que es raro eso de que el Estado sea un títere de la burguesía. Curioso títere, en efecto, es el que obliga a pagar al titiritero.

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