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Andrés González: "Costó lo mismo el rescate de Bankia que el de los mineros"

Defiende a la Troika y afirma que es "una broma sostener que sindicatos y patronal representan a trabajadores y empresarios".

Defiende a la Troika y afirma que es "una broma sostener que sindicatos y patronal representan a trabajadores y empresarios".

Andrés González (Oviedo, 1976) es licenciado en Dirección y Administración de Empresas por la Universidad Europea de Madrid y máster en Análisis Financiero por la Universidad Carlos III. Ha trabajado en estrategia, ventas y desarrollo de negocio en Ya.com, Telefónica, Bertelsmann, Fox Mobile y Mobile Dreams, y ha sido profesor asociado de Economía en la Universidad Carlos III.

Junto con la profesora de filosofía Rocío Orsi (Madrid, 1976 - ibídem, 2014), González ha escrito el ensayo La economía a la intemperie, publicado por Ediciones Deusto. Libre Mercado se ha sentado a hablar con el autor ovetense para analizar los temas centrales de su libro.

Su libro defiende que ya no tiene sentido presentar a trabajadores y empresarios como dos entes necesariamente enfrentados. ¿Qué rol tienen entonces los sindicatos y la patronal?

En España hay de facto colusión entre patronal y sindicatos para beneficiars en exclusiva de las barreras de entrada a costa de los outsiders. Tenemos un mercado laboral demencial y unas barreras al crecimiento de las empresas que benefician aparentemente al statu quo pero son un perjuicio para la mayoría.

Me parece que la patronal y los sindicatos han hecho un trabajo casi tan productivo y eficiente como el de las cajas de ahorro expandiendo el crédito irresponsable, pero es una broma sostener que representen al conjunto de los trabajadores o a los empresarios.

La economía a la intemperie censura la acumulación de capital en el ámbito inmobiliario. ¿Supone una rémora para el desarrollo de un capitalismo más vibrante y dinámico?

Es una mala idea que colectivamente se invierta casi todo el ahorro en activos que por naturaleza no son productivos, ni líquidos. La demografía y la balanza de pagos son condenas inexorables para la valoración del ladrillo. Debemos respetar indudablemente el ahorro y el refugio contra el populismo pero es una irresponsabilidad dar ventajas fiscales a este modelo. El 80% del capital en España está en primeras viviendas y los impuestos aplicados en este ámbito van a ir necesariamente al alza, aunque en periodos electorales se diga lo contrario. Es necesario liberar capital para financiar la innovación y la destrucción creativa que constituyen la base de la economía de mercado.

En las páginas del ensayo cita Vd. dos ejemplos de países que han ido desarrollando modelos distintos a lo largo las últimas décadas: Suecia y Japón. ¿Por qué destaca a los escandinavos y censura a los nipones?

La Suecia de los 90 fue un ejemplo de como resolver una crisis financiera en tiempo record y con pocos costes: intervenciones rápidas, destitución de directivos en las entidades financieras con problemas y puesta en mercado de los activos problemáticos sin apenas demora. Japón es el ejemplo contrario pero ha sido más emulado en esta mal llamada "crisis". Se equivocan los que creen que se pueden socializar las pérdidas hasta el infinito.

¿Qué valoración hace de todo lo ocurrido con Grecia durante esta crisis?

Hasta ahora, Grecia nos ha permitido vernos con unos años de adelanto. Lamentablemente, hemos perdido esos años al igual que ellos... Es importante apuntar que la desigualdad aumentó más en la España de Zapatero que en la Grecia de la malvada Troika. Por eso hay que desconfiar de los relatos mágicos en los que hay "buenos" y "malos".

La Economía a la intemperie busca sembrar la duda entre los creyentes y afianzar a los críticos. La Grecia populista e infantil de Syriza es el culmen perfecto tras el clientelismo de los Karamanlis y Papandreu. Se trata de un ejemplo que debemos evitar a toda costa y, a falta de modelos de virtud resplandeciente, no es poco poder encontrar el saber del error.

Usted ha negado que en el resto de Europa se esté produciendo lo que algunos tildan de austericidio. ¿Defiende, por tanto, el rol de la polémica Troika?

No creo que el mundo iría mejor sin el BCE, la UE o el FMI... salvo para unos cuantos nostálgicos del estalisnismo y del nacionalismo, esos que tanta sangre vertieron en el siglo XX. El Eurogrupo ha adoptado todos sus acuerdos por unanimidad, al menos hasta ahora; además, el gasto público ha aumentado y los países deudores, sin excepción, se financian más barato de lo que correspondería a su situación individual.

Hablar de austericidio supone partir de un término mal construido: literalmente, quiere decir "muerte de la austeridad". Además, cuando comprobamos con datos lo ocurrido vemos que estamos ante un concepto más falso que las cuentas de Grecia en su momento de entrada a la Eurozona.

Hablando del rescate de Bankia, hace usted una comparación explosiva con la minería.

Son cifras del ministerio de Industria las que muestran que los rescates a los mineros exceden los 20.000 millones de euros que se han consignado al rescate de Bankia. No sirve de gran cosa llorar por la leche derramada pero conviene aprender algo y pedir músculo a la sociedad civil para que el Estado no sea una agencia clientelar.

Al votante vago se le gana con estupideces como "Soluciones", "Podemos" o apelaciones lacrimógenas a la conciencia de clase o los ancestros. Es repugnante gobernarse así.

En el libro defiende un punto medio entre posturas más liberales y fórmulas más intervencionistas. ¿Qué país pondría como modelo?

El Estado y los impuestos son el precio de la civilización. No me gustan los ideales adolescentes y espero que el país modelo sea la España adulta, creativa y responsable del 2025. Me convencen el mercado laboral de Dinamarca, la solidaridad de Alemania, la visión patriótica de Francia, la ciudadanía suiza y la gestión del petróleo de Noruega, pero me gusta más aún desterrar las visiones de Estado que no encajan en la Unión Europea que se define como un modelo social y de mercado.

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