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La oleada de privatizaciones en China dispara la productividad y la riqueza

Empresas que multiplican por veinte sus beneficios y compañías estatales que mejoran su productividad un 23%.

A lo largo de la década de 1980, China empezó a transitar el complejo camino de la apertura económica. Para numerosos sectores de actividad, este cambio permitió una transformación sin precedentes que ayudó a sacar de la pobreza a millones de ciudadanos. Sin embargo, el sector empresarial estatal siguió, en gran medida, bajo el férreo control del Partido Comunista.

Fue a finales de los años 90 cuando China empezó a revisar el entramado corporativo ligado a las Administraciones Públicas. Arrancó así un proceso de privatizaciones y fusiones que redujo notablemente el número de empresas dependiente del Estado. ¿Qué resultado tuvo este proceso?

El Instituto Brookings ha analizado la cuestión centrándose en el impacto que tuvo esta oleada de privatizaciones en la productividad de las empresas. De acuerdo con el informe encargado a Chang-Tai Hsiehy y Zheng Song, "las reformas dispararon un 23% el crecimiento de la productividad entre los años 1998 y 2007".

Las ganancias no solamente se dejaron notar con el aumento de la eficiencia que experimentó el sector privado: incluso en aquellas empresas que siguieron ligadas al Estado se apreció un cambio a mejor conforme se introdujeron políticas de gestión compatibles con la lógica del mercado. De hecho, el informe del Instituto Brookings subraya que el enfriamiento de la economía china en los últimos años va mano a mano con el menor ritmo de reformas aplicado al sector público empresarial.

Progresivo avance del mercado frente al Estado

En 1998, el 50% de la producción industrial china seguía en manos de las empresas estatales. No obstante, en 2005, esta cuota ya rondaba el 30%, umbral que ha seguido cayendo desde entonces. Chang-Tai Hsiehy y Zheng Song apuntan, además, que aquellas corporaciones que siguen ligadas a las Administraciones Públicas se caracterizan por su gran tamaño: 67 de las 69 empresas chinas que entran en el ranking global de la revista Fortune son de titularidad estatal.

"La oleada de privatizaciones y transformaciones que ha experimentado China ha hecho más eficiente el mercado laboral, mejorando la productividad de las empresas ligadas al Estado en un 70%", explica el informe.

"Un ejemplo es Baoshan Steel, la mayor compañía productora de acero del país y la segunda más importante a nivel global. Su salida a bolsa en el año 2000 no fue completa, ya que una parte mayoritaria de las acciones se quedó en manos del Estado. Sin embargo, los procesos de mercado introducidos desde entonces han multiplicado por veinte los beneficios anuales", zanjan los autores del documento.

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