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Diego Barceló Larran

¿Empleo precario o empleo posible?

Más de 80o.000 parados no tienen más que Educación Primaria y otros 2,2 millones apenas completaron la primera etapa de la Educación Secundaria.

Si en marzo de 2014 alguien se hubiera atrevido a pronosticar que en los doce meses siguientes se crearían en España 504.200 puestos de trabajo, se lo habría tildado de loco. Sin embargo, eso es lo que ha ocurrido. El número de ocupados crece en nuestro país a un ritmo del 3% anual, el más elevado en siete años y medio.

Resulta curioso que los mismos que callaron, por ejemplo, en 2009, cuando se destruyeron 1,2 millones de empleos, ahora califiquen de "precarios" los empleos que se crean. Algunos, incluso, califican la recuperación de "trampantojo", es decir, de engaño. Apuesto a que no se sienten engañados los cientos de miles que ahora trabajan y hace un año no podían hacerlo.

¿Qué es el "empleo precario"? Eso depende de quien hable. Bajo ese calificativo se agrupan cosas que no tienen nada que ver unas con otras. Por ejemplo, una cosa es un contrato temporal o a tiempo parcial, perfectamente legales, y otra muy diferente es un empleo "en negro" por el que no se cotiza a la Seguridad Social. Una cosa es un empleo desvinculado de la negociación colectiva, algo plenamente legal, y otro caso es el de ausencia de contrato laboral, discriminación u otro tipo de abuso. En lugar de utilizar la confusa idea de "empleo precario" sería más preciso distinguir el empleo legal del ilegal.

¿Quiénes crean empleo? Un 85% de los empleos creados en los últimos doce meses son puestos asalariados en el sector privado. Es decir que las nuevas contrataciones las realizan empresarios que tienen que vencer muchos temores. Desde temores "micro" (el no saber si el negocio va a evolucionar según lo previsto, las dudas de haber contratado el personal adecuado, etc.) hasta miedos "macro" (que en unos meses España tenga un parlamento ingobernable, que prosperen las propuestas de aumentar los impuestos y las cotizaciones sociales, de derogar la reforma laboral, etc.). El empresario supera todos sus temores, asume el riesgo y contrata. ¿Cuál es la respuesta que parece prevalecer? Acusarlo de crear "empleo precario". No parece la respuesta más justa.

Es lógico que la gente quiera mejorar. Esa voluntad de progreso es el motor último de la economía (el "self-love" del que hablaba Adam Smith). Pero una cosa es el deseo y otra la realidad. No se puede engañar a la gente induciéndole a creer que sus deseos (un empleo a tiempo completo, con un contrato fijo, bien remunerado y que permita conciliar el trabajo con la vida personal) no se cumplen por una supuesta falta de sensibilidad o egoísmo de empresarios y emprendedores.

¿Cuál es esa realidad? La realidad es que el sector privado (empresas y familias) aún soporta una deuda excesiva, que el acceso al crédito no es fácil para las pequeñas y medianas empresas y que la legislación laboral está lejos de ofrecer la flexibilidad de la que gozan otros países (por caso, el despido procedente en Italia, Holanda y Suecia no tiene coste alguno para el empleador).

También forma parte de la realidad que 803.000 parados no tienen más que Educación Primaria y que otros 2,2 millones de parados apenas completaron la primera etapa de la Educación Secundaria. Sin embargo, menos del 10% de ellos se está capacitando. Tampoco puede olvidarse el drama de las casi 700.000 personas de más de 50 años que llevan paradas más de 24 meses.

Teniendo en cuenta las dificultades que enfrentan las empresas, los obstáculos a la recuperación económica (ahora disimulados por la "anestesia general" que aplica el BCE y la caída del precio del petróleo) y la disparidad entre habilidades ofrecidas y demandadas en el mercado laboral, es casi un milagro que se estén creando tantos empleos. Incluso sorprende que dos de cada tres nuevos empleos sean con un contrato fijo.

A mí me encantaría que los empleos se recuperaran tan deprisa como se perdieron. Pero la realidad es la que es. Por eso es un error no valorar los empleos que se están creando, además, a un ritmo impensado poco tiempo atrás. ¿Empleo precario? No, es el empleo posible dadas las circunstancias.

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