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José T. Raga

Yo tampoco

Lo que tanta gloria dio a Grecia en los siglo V y IV antes de Cristo, la tragedia, ha quedado reducido a un bochornoso sainete folletinesco.

Lo que tanta gloria dio a Grecia en los siglo V y IV antes de Cristo, la tragedia (Esquilo, Sófocles, Eurípides…), ha quedado reducido a un bochornoso sainete folletinesco. Aquel Prometeo suplicando a Zeus mercedes para eliminar sus cadenas es hoy, en la Grecia de Syriza, un titiritero que anda enzarzado en embustes, promesas y amenazas, perdonando la vida a cuantos le rodean.

En los veinticinco siglos entre Prometeo y el titiritero, algunas diferencias son apreciables. Si el primero mostraba ante Zeus su incapacidad para salir de una situación comprometida sin ayuda de la divinidad, el segundo es portador de un orgullo inusitado, afianzado en su pericia en el juego y las malas artes. Es un a modo de trilero que se siente capaz de confundir porque supera a cuantos le rodean en el cubilete y la bola.

Su orgullo no le permite pedir, sino conceder; reconocer su delicada situación, sino advertir la frágil condición de los demás. Olvida, y esa será su desgracia, el viejo principio político americano: se puede engañar a una persona toda la vida; también engañar a todos en alguna ocasión; lo que será difícil es engañar a todos toda la vida. Por ello, para el titiritero, el transcurso del tiempo es el peor enemigo; es lo que pude dar al traste con sus pretensiones.

Cuenta, y de ello se aprovecha mientras puede, con la benevolencia caritativa de aquellos llamados a ayudarle que sólo le piden un gesto, una voluntad de enmendar sus desmanes.

Lejos de valorar la situación real, amenaza con los males que pueden recaer sobre el resto del mundo, y especialmente sobre los países de la Unión Europea. Una quiebra de Grecia, dice, supondrá una quiebra de Europa y del euro. Nada está dispuesto a hacer para evitarla, pues el problema es de los demás.

Pero ya hemos dicho que el tiempo corre en su contra. Al decir de algunas fuentes, aparentemente bien informadas, el Fondo Monetario Internacional ya ha pronunciado su veredicto: no prestará más dinero a la nación que dio origen a nuestra cultura, pues la Grecia de hoy poco tiene que ver con la de Sócrates, Platón, Aristóteles… Y, por primera vez, me uno a la Sra. Christine Lagarde para manifestar que… ¡yo tampoco!

Y añadiría algo más, dirigiéndome ahora a quienes están más dispuestos a la bonhomía que desemboca en la concesión de ayuda, quizá al señor De Guindos, entre otros: ¿qué harían si el dinero fuera suyo?

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