Si hay algo que caracteriza a la personalidad del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, es su seriedad y rectitud. Sus discursos y respuestas en las ruedas de prensa evitan cualquier tipo de sarcasmo o broma... pero el pasado lunes, Draghi cambió sus costumbres.
Todo comenzó cuando al eurodiputado de Podemos, Miguel Urbán, le tocó el turno de palabra. Urbán realizó una batería de afirmaciones en forma de preguntas sobre la crisis griega, que confundieron al banquero central.
"¿Pero cuál es la pregunta?", le respondió Draghi de forma irónica, lo que provocó las carcajadas del resto de los europarlamentarios presentes. "Entiendo que la pregunta es por qué no estamos comprando bonos griegos por debajo de las normas", añade el presidente del BCE.
Urbán acusaba al BCE, "una institución no elegida democráticamente" de cometer "un acto discriminatorio de carácter político" contra el país heleno. El eurodiputado aseguraba que "se está usando al BCE como un instrumento de chantaje contra Grecia", algo propio de "una guerra económica".
Draghi aseguró que en el BCE "no estamos creando normas nuevas". Según Draghi, Urbán estaba "intentado hacer ver que el BCE es una entidad política y no lo somos" porque "el BCE no responde a ningún gobierno".