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China divide a los analistas: ¿simple devaluación o nueva crisis en el horizonte?

Para algunos, la depreciación del yuan es una reforma positiva, pero otros alertan de la nefasta guerra de divisas que se avecina.

Para algunos, la depreciación del yuan es una reforma positiva, pero otros alertan de la nefasta guerra de divisas que se avecina.

La devaluación monetaria anunciada por China genera opiniones contrarias entre los analistas. Para algunos se trata de una medida previsible y positiva, mientras que para otros es tan sólo el inicio de una peligrosa guerra de divisas de consecuencias muy negativas a medio y largo plazo.

Por un lado, importantes instituciones y firmas de análisis opinan que se trata de una nueva reforma estructural, más que de una mera devaluación competitiva con el fin de abaratar artificialmente las exportaciones. Es el caso del Fondo Monetario Internacional (FMI), que valora muy positivamente la reforma del sistema cambiario anunciada por el Banco Popular de China. Es "un buen paso" hacia la apertura y flexibilización del mercado de divisas en el país asiático, aunque también advierte de que el impacto sólo se verá una vez que se implemente por completo.

Esta medida "debe permitir a las fuerzas del mercado desempeñar un papel más importante para determinar el tipo de cambio", según el FMI. "Creemos que China puede, y debe, tratar de lograr un sistema de cambio que fluctúe de forma efectiva entre dos y tres años". Con este paso, China demuestra que "se esfuerza para dar a las fuerzas del mercado un papel decisivo en la economía y se está integrando rápidamente a los mercados financieros globales", con el objetivo último de internacionalizar el yuan.

En esta misma línea, la agencia Standard & Poor's (S&P) explica que "la decisión sorpresa de China tiene sentido económico y no es el comienzo de una guerra de divisas o un intento de impulsar el crecimiento". Según Paul Gruenwald, economista jefe de S&P para la región Asia-Pacífico, "la idea de que China quiere impulsar su crecimiento debilitando la divisa para impulsar las exportaciones no nos parece muy convincente. Las exportaciones están más relacionadas con la demanda externa, el tipo de cambio es secundario. Pensamos que el momento es oportuno, porque China puede decir que ha cumplido con la petición de EEUU y el FMI" de flexibilizar la cotización de su moneda.

Mientras, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, también tilda de positiva la medida, si bien cree que su objetivo es relanzar la economía china. La devaluación del yuan "no parece una decisión inapropiada" ante las señales de debilidad del gigante asiático, aunque "tiene enormes implicaciones para la economía global", advierte.

Si el PIB chino se muestra más débil de lo esperado, "probablemente, no sea inapropiado para la moneda ajustarse en consecuencia a esa debilidad", ya que el yuan se ha estado "apreciando" a la par que el dólar en los últimos meses. La depreciación servirá, por tanto, para estimular la actividad económica a través del abaratamiento de las exportaciones y mejorar la competitividad de los productos chinos en el extranjero, aclara.

¿Qué persigue realmente China?

El economista Javier Santacruz añade que China persigue dos objetivos básicos con esta decisión: "Por un lado, ajustar el valor de su divisa con arreglo al mercado tras una fuerte apreciación de un 10% contra el dólar desde finales de 2008 […] Por otro lado, busca cumplir el objetivo de crecimiento del 7% para 2015 a través de un mecanismo rápido y eficaz como es la devaluación, ya que en el resto de agregados macro como el consumo o la inversión ya ha puesto en marcha medidas como el precio del crédito [rebaja de los tipos de interés] o un plan de 1 billón de yuanes para inversión en infraestructuras".

Además, según Santacruz esta devaluación se produce, no por casualidad, en un "momento crucial" para China, ya que está "en plena transición hacia una economía apoyada en el consumo y la demanda interna frente al paradigma expansivo vigente desde finales de los 70 basado en la industria o exportaciones masivas […] En este sentido, devaluar la divisa no supone abandonar el plan de reformas. Al contrario, amortigua los costes y fricciones a corto plazo mientras los agentes se ajustan a la nueva situación. Además, en una economía que exporta en yuanes y que compra con dólares procedentes de sus reservas la mayor parte de las importaciones (casi en su totalidad materias primas), la probabilidad de que la devaluación tenga un efecto positivo para China es ciertamente alta".

Mientras, Luis Torras, experto en el mercado chino, incide en que, "detrás de esta devaluación, subyace la caída -en algunos sectores severa- de la actividad económica y del sector exportador, en parte debido a un tipo artificialmente alto que ha pretendido más salvaguardar la confianza de los inversores internacionales e ir posicionando el yuan como futurible divisa de referencia que ser un reflejo fiel de la temperatura económica del país, hoy en pleno proceso de cambio y reinvención".

Y frente a la incertidumbre y fuertes caídas bursátiles que ha desatado la devaluación, Torras indica que "el escenario actual es mucho mejor que el de hace tan sólo dos meses, con una bolsa inflada -el índice de la bolsa de Shanghái acumulaba una revaluación interanual del 150% en junio-, una divisa relativamente apreciada con respecto al dólar, más aún con respecto el euro, y una economía zozobrante y en plena fase de ajuste".

Por el contrario, tras la devaluación, "las cifras macro de la intervenida economía china tienen un acomodo más próximo a la realidad del mercado, lo cual siempre es positivo desde todos los puntos de vista".

Pese a ello, este analista también advierte de que la decisión de China tendrá consecuencias indirectas a nivel global, ya que "la devaluación china deja en jaque a otras economías como Corea, Brasil o incluso Australia", intensificando así la preocupante guerra de divisas que vienen desarrollando los grandes bancos centrales en los últimos años.

Guerra de divisas y nueva crisis económica

A este respecto, Albert Edwards, analista de Société Générale, afirma que "hace 18 meses, cuando estaba claro que éste iba a ser el final del juego en la guerra de divisas, cuando explicaba esto a mis clientes casi me echaban del despacho". Y el problema es que "esto es el comienzo de algo más grande, algo feo".

Así, según Edwards, "esto es sólo el principio. Los inversores deben prepararse para una ola de deflación en Asia". Su visión al respecto es bastante negativa: "Esperamos que la aceleración de las devaluaciones en los mercados emergentes envíe olas de deflación a Occidente y afecte a la rentabilidad de las empresas y termine provocando una recesión".

Y concluye: "Cuando los inversores se den cuenta de esto, sin medidas de normalización de los tipos de interés o de los desequilibrios fiscales, esperamos una crisis en los mercados financieros tan grande como la de 2008".

Y es que, tal y como explica el analista Daniel Lacalle, la guerra de divisas es una "forma de proteccionismo", pues intenta "proteger a nuestras industrias poco competitivas abaratando artificialmente unos costes que son incapaces de conseguir innovando y mejorando". Por un lado, "si nuestra moneda vale menos, nuestros productos son más baratos y exportamos más, pero hay un problema: "las importaciones se disparan".

Por ello, lo que realmente busca la devaluación es "sostener a los sectores obsoletos e ineficientes para que se perpetúen. Los sectores de alto valor añadido no necesitan devaluaciones. Los productos diferenciados y de alta calidad siempre encuentran mercado. Son los sectores endeudados y de bajo valor añadido los que necesitan una moneda más débil para dar otro coletazo antes de extinguirse", explica Lacalle.

"La economía no se hace más competitiva". Basta que tus competidores devalúen -como es ahora el caso de China- para revertir todas las supuestas ventajas conseguidas. Por ello, "es una medida de competitividad falaz, artificial y, como mucho, temporal", alerta. Además, "no se reduce el paro, pero se hunden los salarios reales -una devaluación no deja de ser empobrecer a todos para sostener a unos pocos-".

Y "no se combate la deflación. Se aumenta. China, devaluando, sostiene sectores con sobrecapacidad, igual que lo hace EEUU, Japón y Europa. Así, no solo no aumenta la producción industrial [...], sino que se reduce aún más la tasa utilización industrial, que en Europa no llega al 76% y en China al 60%, porque se perpetúa la sobrecapacidad de los sectores obsoletos".

En definitiva, "no es correcto que con las devaluaciones competitivas se eviten las recesiones. Todo lo contrario", concluye Lacalle. "Se crea el efecto olla a presión. Se disfrazan los desequilibrios de las economías temporalmente, y, cuando salta, el efecto acumulativo de mantener ineficiencia y esconder falta de competitividad lleva a un impacto mayor".

Al igual que ha sucedido en Japón, EEUU o Europa durante los últimos años de crisis, cuyas monedas se han devaluado de forma sustancial a base de políticas monetarias ultraexpansivas (tipos bajos, compra masiva de deuda, etc.), no sorprende que China se sume ahora a la guerra de divisas.

"Primero intentó suplir sus problemas de competitividad con deuda, luego con estímulos y ahora bajando el valor de la moneda. El efecto deflacionista de la guerra de divisas está servido […] Si nos creíamos que en Japón, EEUU y la UE íbamos a ser los listos de la clase devaluando, ahora vamos a tener dos tazas chinas de nuestra propia receta", advierte.

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