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Por qué Cataluña no sería la Suiza que sueña Sala i Martín

Los partidarios de la secesión aseguran que el nuevo país permanecerá en la UE y el euro incluso en caso de independencia.

Los partidarios de la secesión aseguran que el nuevo país permanecerá en la UE y el euro incluso en caso de independencia.
Xavier Sala i Martí | EFE

"Cataluña será la Holanda o la Suiza del sur". Éste podría ser el lema extraoficial de la campaña por la independencia que Artur Mas puso en marcha hace cuatro años. Se habla de 1714, de la lengua, de derechos históricos o de las disfunciones del estado de las autonomías. Pero alrededor de todos estas cuestiones sobrevuela el gran argumento del nacionalismo catalán: lo que está mal en Cataluña no es culpa nuestra, sino de Madrid; por lo tanto, si conseguimos el control sobre las decisiones que nos afectan, crearemos un país más próspero y mejor.

Por eso la apelación a Holanda, Suiza, Dinamarca o Austria. El objetivo es que los ciudadanos catalanes se convenzan de que si se separan de España se parecerán a aquellos países. Es decir, dejarán de ser uno de los PIGS (junto a Grecia, Portugal o Italia) y pasarían a formar parte de la primera división de la UE.

Desde uno y otro lado se anticipa el mejor escenario posible para sus intereses. Los contrarios a la independencia apuntan a una caída del PIB por el desplome de las exportaciones, la deslocalización de empresas o la salida de la UE y el euro. Los partidarios de la secesión dicen que nada de esto ocurrirá. Cataluña permanecerá en la UE y el euro; y si no lo hace, conseguirá firmar de forma inmediata un acuerdo de colaboración similar al que disfrutan Noruega, Suiza o Islandia, con lo que los efectos para la economía catalana serían mínimos (y compensados de sobra con el superávit fiscal que lograrían por no tener que hacer transferencias al resto de España).

De esta manera, el debate llega a un punto muerto. Nadie puede saber qué ocurrirá en el futuro y cada uno puede dibujar el escenario que prefiera. Para unos, está claro que Cataluña será Suiza: un país pequeño; que aunque no sea parte de la UE está integrado en el comercio europeo; con instituciones sólidas, solventes y creíbles. Para otros, el resultado más probable es Grecia: un país periférico, poco confiable, al borde de la desconexión con Europa, hundido por la deuda pública y el desgobierno.

La dirección

Por eso, es interesante leer los argumentos de aquellos que se alejan del eslogan político y tratan de razonar sus posiciones. Como decimos, no es posible adivinar el futuro, pero sí se pueden hacer predicciones viendo lo que ocurre en el presente y lo que ha ocurrido en el pasado. Entre los independentistas, una de las voces más interesantes es la del Col.lectiu Wilson. Sus miembros son economistas y profesores en algunas de las más importantes universidades del mundo (Princeton, Harvard, Columbia, London School of Economics,…). En el listado de sus promotores se incluyen profesionales de reconocido prestigio, desde Xavier Sala i Martín a Pol Antrás. En su documento fundacional, aseguran que han decidido "unir esfuerzos para contribuir a que los ciudadanos de Catalunya tengan la oportunidad de decidir su futuro libremente, sin miedo ni amenazas, y con la mejor información posible".

En los epígrafes 10 y 11 de su Manifiesto de 14 puntos reconocen:

Las consecuencias económicas de tener un estado propio son inciertas. También lo son las consecuencias de seguir formando parte de España (…)

Dicho esto, las perspectivas económicas de una Catalunya independiente dependerán, lógicamente, de las instituciones que adopte como país, de las leyes y regulaciones que se aprueben y de las políticas económicas, las inversiones y las prioridades que tengan sus gobiernos.

En este sentido, los miembros del Col·lectiu Wilson también intentaremos hacer propuestas de futuro para que, en caso de que los ciudadanos escojan mayoritariamente el camino del estado propio, podamos aprovechar la oportunidad que otorga el empezar desde cero para crear unas instituciones y un marco legal y regulador modernos, innovadores y que permitan a los ciudadanos de Catalunya mejorar sus niveles de prosperidad.

En este punto, podríamos decir que el debate se vuelve más coyuntural (y práctico). Al menos a corto plazo, desde el punto de vista económico los resultados de la secesión tendrán mucho que ver con quién la dirija, las decisiones que tome y las políticas que persiga. Más allá de lo que cada uno opine en el plano teórico de los derechos de Cataluña como nación o de los beneficios de la gestión en entidades territoriales más pequeñas que los actuales estado-nación, la pregunta es ¿quién conducirá la Cataluña post-independentista? ¿qué rumbo tomará? ¿su dirección será Austria o Grecia?

El propio Sala i Martín lo reconoce en esta entrevista:

Como todos los países normales, podemos hacer las cosas mejor o peor. Si hacemos las cosas bien, acabaremos siendo como Suiza, que es el país más rico del mundo. Es un país que tiene las mismas dimensiones que Cataluña: cuarenta mil kilómetros cuadrados y seis millones de habitantes. El más competitivo del mundo tiene el mismo tamaño que nosotros. Pero otro país con un tamaño similar es Portugal. Y es un desastre.

Aunque admite que no tiene "ni idea" de lo que depararía el futuro al nuevo país, parece claro que lo que le gustaría es que estuviera más cerca de Suiza. Pero, ¿es ese escenario el más probable?

"¿Un marco moderno?"

Llegamos de nuevo al problema de los futuribles. Nadie sabe qué ocurriría entonces, qué partido sería hegemónico o cómo se comportaría el Gobierno catalán. El Col.lectiu Wilson asegura que trabajará para "crear unas instituciones y un marco legal y regulador modernos". Es una aspiración legítima, pero los indicios no apuntan en esa dirección:

- A más nacionalismo, menos riqueza: como explicábamos este martes, a Cataluña le ha ido peor que al conjunto de España en los últimos 35 años. Y mucho peor si la comparación es con Madrid. Ambas regiones tienen muchas similitudes y juegan en un terreno institucional similar. De hecho, las quejas de los políticos catalanes por la financiación autonómica podrían aplicarse (multiplicadas) a Madrid, que aporta mucho más a la caja común.

Pues bien, a pesar de todo ello, el crecimiento de esta última ha sido muchísimo mayor que el de Cataluña. No sólo eso, además, los líderes catalanes han generado una enorme montaña de deuda pública que les ha llevado a ser la primera autonomía en términos absolutos y tercera en relación al PIB. Por eso, también fue la primera región que vio cerrado su acceso a los mercados y la que más ha tenido que recurrir a los mecanismos de financiación que Hacienda ha puesto a disposición de los gobiernos autonómicos.

¿Por qué hay que pensar que dándole todo el poder a los políticos que han ido hundiendo poco a poco la economía catalana desde 1980... estos mismos políticos se transmutarán en impecables gestores sólo porque son independientes?

- Intervencionismo y mal gobierno: según el Índice de Libertad Económica de Civismo entre las Comunidades Autónomas, Cataluña ocupa el puesto 11º de las 17 regiones españolas. Los miembros del Col.lectiu Wilson, y otros economistas de prestigio que se han sumado a la causa independentista, dibujan un futuro de Cataluña poco intervencionista, integrada en la globalización, con una legislación que apoya la competitividad y la innovación… De nuevo, su planteamiento es que los mismo políticos que han hecho de Cataluña una de las regiones menos innovadoras, más cerradas, más corruptas y menos liberales de España copiarán la legislación suiza, danesa o canadiense cuando pasen de ser presidente de la Generalidad a presidentes de la República Catalana. ¿Cómo lograrán este cambio? Esto no se explica.

- Mayorías y minorías: además, en este punto no sólo hay que ver lo que piensan las élites, sino también los ciudadanos. Según el Barómetro Preelectoral del CIS publicado hace unos días, el resultado de las próximas elecciones será el siguiente.

CIS. Septiembre 2015

Los 60-61 escaños de Junts Pel Sí se pueden dividir a partes iguales entre CDC y ERC (y ésta es una estimación muy optimista para el partido de Artur Mas, porque muchas de las encuestas previas a la formación de la coalición daban a los republicanos por delante).

Teniendo en cuenta que el PSC aspira a 16-17, Podemos (Catalunya Sí que es Pot) está en los 18-19 y la CUP podría alcanzar 8, la Cataluña independiente tendría un parlamento escorado muy a la izquierda, con un partido supuestamente socialdemócrata (el PSC) y tres de extrema izquierda. ¿Y son estos los políticos que crearán "un marco legal y regulador modernos"? Antes de que se iniciara el proceso secesionista, y que por tanto esa variable tuviera mucho más valor que el eje izquierda-derecha, ERC ha tenido en dos ocasiones la llave del Gobierno catalán. Podría haberse unido a CiU o a la suma de socialistas y eco-comunistas. En las dos ocasiones, su preferencia fue la izquierda. Y en una Cataluña independiente, el eje secesionista-unionista ya no tendría razón de ser.

De hecho, el propio Artur Mas parece decidido a entregar a los que han sido sus opositores todo el control sobre el proceso, a cambio de su apoyo. Los demás integrantes de los cinco primeros puestos de la lista de Junts pel Sí para Bacerlona (Raül Romeva, Carme Forcadell, Muriel Casals y Oriol Junqueras), son o han sido miembros destacados de ERC e ICV. ¿Alguien piensa que estas personas o los miembros de la CUP tienen a Suiza como modelo a imitar?

- Ideología: los resultados electorales no extrañan si se mira la pregunta 22 del sondeo del CIS de hace unas semanas en Cataluña: "En una escala de 1 al 10, en la que 1 significa izquierda y 10 derecha, ¿en qué punto se situaría usted?":

CIS. Septiembre 2015

Como vemos, el 31,2% de los catalanes se apunta al 1-2 (extrema izquierda) y un 21,9% adicional al 3-4 (izquierda). Por comparar, en el conjunto de España, según el sondeo del CIS de julio, las cifras son 9,6% y 30,8%. Es decir, Cataluña es una de las regiones más izquierdistas de España (quizás la que más si aceptamos por buenos los datos de este último barómetro).

Tras 35 años de autonomía, con los medios de comunicación y el sistema educativos controlados por el nacionalismo, el resultado es éste. Y de nuevo, la pregunta es, ¿qué querrá esta ciudadanía que se apunta a la extrema izquierda cuando le preguntan por su ideología? ¿Un mercado laboral, una legislación comercial y una normativa empresarial que se parezcan a las de Suecia, Suiza, Holanda o a cualquier otro de los países más liberales de Europa? ¿O preferirá las soluciones a lo Syriza? Cada uno deberá tener su respuesta, pero ésta debería llegar teniendo en cuenta cómo es la Cataluña real, la de 2015, no la ideal que pueda tener en la cabeza.

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