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Podemos ya preocupa en Europa: Renzi pide a Merkel que sea más flexible para detener al populismo

El primer ministro italiano insinúa en el Financial Times que la culpa del ascenso de los populistas es de las exigencias alemanas.

El primer ministro italiano insinúa en el Financial Times que la culpa del ascenso de los populistas es de las exigencias alemanas.
Podemos ya preocupa en Europa | EFE

"No sé lo que va a ocurrir con mi amigo Mariano, pero lo que sé es que aquellos que han estado en la primera línea y son fieles aliados de la política de rigor [austeridad] sin crecimiento, han perdido su trabajo. Ocurrió en Varsovia, aunque las circunstancias allí son muy particulares, ocurrió en Atenas, ocurrió en Lisboa. Veremos qué ocurre en Madrid". Mateo Renzi tenía este martes una cita con Financial Times y, por sorprendente que parezca, comenzó su entrevista hablando de España, del resultado de las elecciones y de las conclusiones que debería sacar la UE y Alemania sobre lo ocurrido en los últimos meses.

No es el primer encontronazo del primer ministro italiano con Bruselas. Aunque el líder del centro izquierda es uno de los principales actores de la nueva UE, que se dice comprometida con las reformas para lograr un crecimiento a largo plazo, no hay que olvidar que sigue siendo un político. Y las encuestas apuntan a que está perdiendo fuelle mientras los populistas crecen. ¿La solución? Más dinero, como casi siempre. En este caso, más margen para cumplir con los objetivos de déficit.

Renzi ha puesto sobre la mesa un tema espinoso, pero sobre el que girarán las próximas cumbres en Bruselas. Podría resumirse más o menos así: "Angela, si no quieres a Syriza y similares en Madrid, Roma o, incluso, París, tienes que ser más flexible". Nadie se lo planteará así a la canciller alemana, al menos no en público, pero el mensaje está claro. El problema es que lo que no está tan claro es cuánto quiere y puede ceder Merkel, que también tiene su opinión pública detrás.

"Tengo una excelente relación personal con Angela, le tengo estima. Pero tenemos que ser francos… Europa tiene que servir a los 28 países, no sólo uno", dice Renzi. El mensaje parece evidente. Ahora sólo falta conocer la respuesta. Y el proceso de formación del Gobierno de España no será, ni mucho menos, un tema menor en este tira y afloja.

La 'ficción' del déficit

Al final, todo esto gira alrededor del objetivo de déficit, que no deja de ser, en cierto modo, una ficción. El Eurogrupo cree que los números rojos en 2016 llegarán al 3,6%, frente al 2,8% planteado por la Comisión. ¿Y cuál es la importancia de esta diferencia? Pues la que le quiera dar la propia Comisión, Alemania, el Eurogrupo, el BCE o todos juntos a la vez.

O por decirlo de otra manera, no es que el crédito de España se vaya a evaporar si acaba con un 2,9% de déficit en 2016 ni vamos a ser un país solvente por arte de magia si nos quedamos en el 2,7%. Cuando entre 2010 y 2012 la Eurozona vivió una crisis de deuda pública no lo fue porque los países superaran un determinado límite impuesto desde fuera. Era una cuestión de pérdida de confianza. Los inversores empezaron a pensar que había la posibilidad de que no les pagasen los títulos en su poder. Y dejaron de comprar y comenzaron a perder.

Del mismo modo, la crisis terminó (o eso pareció entonces) cuando Mario Draghi aseguró que el BCE haría "todo lo que fuera necesario" para defender el euro. Es decir, cuando los países del norte de Europa respaldaron, incluso aunque fuera de forma implícita, a sus atribulados socios del sur. Se formó entonces un acuerdo más o menos implícito, que sigue vigente aunque no se haya logrado que el ciudadano medio lo haya interiorizado: Alemania, Holanda o Austria aceptaban sostener a los PIGS, con rescates o facilitando su acceso a los mercados financieros. Y a cambio los países del sur se comprometían a hacer reformas y ajustes en el Presupuesto para asegurar el cumplimiento de sus obligaciones.

Ahora, todo esto hay que situarlo en el contexto de los resultados electorales en España. Renzi trata de arrimar el ascua a su sardina, usando el miedo al populismo para conseguir más margen de Bruselas. Pero esto tendrá implicaciones para nuestro país, en un momento clave. Escuchando al primer ministro italiano, puede llegarse fácilmente a la conclusión de que lo que está diciendo es que si la UE es más amable con España (y luego con Italia, claro), será más sencillo cerrar un pacto que no moleste en Bruselas.

No hay que irse muy lejos para sacar esta conclusión. En las mismas páginas del Financial Times, probablemente la publicación de más prestigio en el Viejo Continente y con más influencia en los pasillos de las instituciones europeas, se hace un análisis de las diferentes opciones que quedan tras el 20-D (gobierno del PP en minoría, pacto de la izquierda, nuevas elecciones,…). La conclusión del diario británico es: "Para muchos observadores en Bruselas y Berlín, ésta es la solución obvia. Combinar el PP y el PSOE ofrecería la mejor garantía de estabilidad política. (…)

Pero los líderes socialistas saben que una unión con el PP haría a Podemos, instantáneamente, el nuevo líder de la izquierda en España". Eso sí, el corresponsal en España del diario también apunta a que "la otra cosa que podría persuadirles de mover su posición sería el miedo a unas nuevas elecciones. (…) Los socialistas, también, podrían estar tentados a extrapolar las últimas tendencias y concluir que Podemos les está cazando rápidamente".

El tira y afloja

Con todo esto sobre la mesa, ahora comenzará el tira y afloja. Hace menos de dos meses, la Comisión Europea le dio un buen palo al Gobierno español. De hecho, fue más bien el final a un culebrón de varias semanas, en las que el comisario Moscovici lanzaba advertencias sobre crecimiento y déficit, el Gobierno español se defendía, se dudaba sobre si las cifras eran oficiales o meras estimaciones, etc. Al final, lo que quedó claro es que Bruselas cree que el déficit de 2016 subirá hasta el 3,6% y avisaba a Mariano Rajoy para que hiciera algo.

En este punto, queda la duda de qué hará Bruselas. Cuánto presionará para esa gran coalición que en teoría sería su mejor alternativa e, incluso, si pondrá la zanahoria de un relajamiento de los objetivos de déficit como anzuelo para animar a los dos grandes partidos a que no experimenten. ¿Cuánto estaría dispuesto a dar?

También es cierto que habría que sopesar qué importancia tendrían estos argumentos para el español medio. Es decir, ¿podría vender al PSOE a su electorado que el apoyo de la UE es una prueba de que hacen lo correcto en una hipotética gran coalición? No es nada fácil responder a esta pregunta.

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