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¿Qué diferencia a España de los países nórdicos?

El secreto del éxito de Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega radica en su amplia libertad económica no en su gran Estado del Bienestar.

El secreto del éxito de Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega radica en su amplia libertad económica no en su gran Estado del Bienestar.

Si se hiciera una encuesta entre los españoles, incluyendo los políticos, sobre qué país debiera ser el modelo de referencia a seguir en materia económica, los primeros en el ranking serían, sin duda, los nórdicos: Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia. Existe un atractivo indudable sobre estos países, ya que su nivel de vida, comparado con España, parece mucho más elevado.

Si observamos los principales indicadores macroeconómicos ofrecidos por Eurostat, los nórdicos tienen menos deuda pública y menos paro que España y que la media de la Unión Europea, mientras que su PIB per cápita es muy superior.

1. Deuda pública

2. Tasa de desempleo

3. PIB per cápita

Asimismo, los ingresos netos de los hogares en Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega también son superiores a los de España. Como muestra la siguiente tabla, para cualquier tipo de hogar (ya esté formado por un solo miembro con o sin hijos, se trate de un matrimonio donde solo tenga uno o ambos ingresos con o sin hijos...), los países nórdicos también muestran un mejor comportamiento en esta estadística con respecto a España.

Ahora bien, cuando Pablo Iglesias o Albert Rivera hablan de que España debería imitar a Dinamarca, tan sólo observan una cara de la moneda: el Estado del Bienestar. Efectivamente, los países nórdicos son conocidos por el gran tamaño que tiene el Estado en sus economías. Así, por ejemplo, el sector público de Dinamarca consumió el 56% del PIB en 2014, Finlandia el 58,3%, Suecia el 51,8% y Noruega el 45,6%, frente al 44,5% de España.

Por tanto, la solución parece que podría pasar por subir los impuestos para que el Estado pueda gastar más y así equipararnos a los datos macroeconómicos de los países nórdicos. Esto último es, en parte, una falacia, ya que el esfuerzo fiscal sobre el trabajo (porcentaje de renta que se destina al pago de IRPF y cotizaciones sociales) se sitúa en torno al 40,7%, por encima de Dinamarca con un 38,07% y Noruega con un 37,02%. De hecho, en Europa, solo Finlandia (43,9%) y Suecia (42,46%) superan a España.

Tampoco la diferencia se encuentra en el porcentaje de impuestos soportados por las empresas. Según un informe de Eurostat sobre las tendencias fiscales de la UE en 2014, las empresas españolas soportaron un tipo medio efectivo del 32,6%, solo superado por Francia con un 39,4%. En contraste con los nórdicos, las empresas en Dinamarca soportan un tipo medio efectivo del 22,2%, en Suecia del 19,4% y en Finlandia del 18,4%.

Ahora bien, para recaudar tantos impuestos como los nórdicos, lo que no dicen los políticos españoles es que habría que disparar la tributación indirecta, especialmente sobre el consumo (IVA), lo cual goza de una elevada impopularidad entre los votantes.

Así pues, las diferencias fundamentales entre España y los nórdicos se no tanto en el tamaño estatal como en lo que decía el primer ministro de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen, en una conferencia en el John F. Kennedy Jr. Forum. A saber, que el éxito de su país se basa en un "modelo de economía de mercado, con bastante libertad para poder perseguir tus sueños y vivir tu vida como desees".

Efectivamente, Dinamarca permite un gran margen de libertad económica en numerosas materias: no existe un salario mínimo impuesto por ley; la indemnización por despido es muy inferior al de España; existe un mercado eléctrico libre y privado; se fomenta la educación privada a través de créditos a los estudiantes; o existe la posibilidad de rescindir el contrato de funcionarios por bajo rendimiento, entre otros muchos aspectos.

Todo ello se refleja en el último informe anual del Economic Freedom of the World del Instituto Fraser, en donde España se sitúa en el puesto 49, lejos de Dinamarca (22), Finlandia (19), Suecia (42) y Noruega (29).

Este índice se subdivide en cinco áreas: tamaño de gobierno, sistema legal y derechos de propiedad, la solidez de la moneda, la libertad para comerciar con el extranjero y las regulaciones crediticias, laborales y de los negocios.

España supera a los países nórdicos en el área del tamaño de gobierno y en la solidez de la moneda. Pero donde encontramos una diferencia importante que explica nuestra debilidad frente a estos países es en el área del sistema legal y los derechos de propiedad, por un lado, y en el área de las regulaciones crediticias, laborales y de los negocios, por el otro.

España con un 6,4 de nota, se encuentra en el puesto 39 en cuanto al sistema legal y protección de los derechos de propiedad, frente a Finlandia que, con un 8,8, se encuentra primera en esta clasificación, Dinamarca con un 8,1 está en el puesto 8, Noruega con un 8,6 está tercera en el ranking, y Suecia con un 7,9 en la posición 16.

Más grave, sin embargo, es la situación de España en materia de regulaciones, ya que obtiene una nota media de 6,7, situándose en el puesto 107 del mundo. Aquí resulta especialmente preocupante la regulación laboral, con una nota de 5,4 y el puesto 118 del ranking, o las regulaciones de negocios, con un 6 y la posición 123, a diferencia de Dinamarca o Suecia, que ocupan los puestos 17 y 30 del mundo, respectivamente.

Es decir, la receta del éxito de los países nórdicos no radica en su Estado del Bienestar, sino en su estructura económica, auténtico motor para la generación de riqueza, gracias a su intensa defensa de la libertad económica y de la propiedad privada.

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