El desembarco de Uber en Europa sigue generando polémica. Mientras que en algunos países, como España, han optado por prohibir cautelarmente este servicio, otros como Francia estudian cómo regular o limitar dicha actividad ante la oleada de protestas y manifestaciones que están protagonizando los taxistas.
Sin embargo, en este particular debate, pocas veces se tiene en cuenta la opinión de quienes trabajan y se ganan la vida gracias a esta novedosa aplicación. Uber y otras plataformas similares de transporte urbano con conductor han generado más de 15.000 empleos tan sólo en París en los últimos años, unos 5.300 como autónomos y el resto como empleados de empresas de minitaxis, frente a los 17.000 taxistas tradicionales que trabajan en la capital francesa.
Según un reciente estudio elaborado por la Escuela de Economía de Toulouse, empleando la propia base de datos de Uber, los conductores de la plataforma son, en su inmensa mayoría, hombres (98%), jóvenes menores de 40 años (70%) y que carecían de trabajo anteriormente. El perfil de los conductores, por tanto, es el de jóvenes que estaban desempleados y que han encontrado en Uber una oportunidad laboral para salir, en muchos casos, del ambiente de marginación que existe en algunos de los barrios más pobres de París.
De hecho, a diferencia de los conductores estadounidenses, que usan Uber para obtener unos ingresos extra, en el caso de París el 81% no tiene otro trabajo. Dos tercios perciben esta plataforma como una oportunidad para iniciar una nueva carrera laboral a largo plazo, una quinta parte trabaja más de 40 horas a la semana y la mayoría gana 20 euros por hora, más del doble del salario mínimo en Francia.
"Se ha producido una oleada de empresas de nueva creación en los suburbios. Toda una generación quiere ser conductor de Uber", indica al Financial Times Sabrina Lauro, perteneciente a una ONG que ayuda a los residentes de los barrios marginales parisinos a montar empresas.
Tal y como explica Sanka, uno de esos jóvenes que se está ganando la vida gracias a estas nuevas plataformas, Uber y el resto de servicios de minitaxi son una tabla de salvación para miles de personas sin formación, muchos de ellos descendientes de inmigrantes, que hasta ahora vivían en la marginación social a base de subvenciones y delincuencia. Los suburbios de París sufren una tasa de paro superior al 20%, el doble que la media nacional.
Sanka afirma que Uber le ayudó a salir de la cárcel, ya que le permitió encontrar un empleo, y su amigo Koita indica que puede cobrar unos 1.700 euros al mes limpios tras el pago de impuestos y el coste del combustible. Los expertos coinciden en que Uber y otras plataformas están haciendo más por estos jóvenes desempleados que las políticas de subvenciones que desde hace años aplica el Gobierno francés.
"El éxito de Uber en los suburbios es una respuesta espontánea a décadas de políticas públicas que han fracasado en la lucha contra la discriminación", aclara el sociólogo Thomas Kirszbaum. "El Estado nunca ha hecho nada por nosotros […] Ahora quieren impedirnos tener éxito, nos quieren enviar de vuelta a los suburbios. El Gobierno no se da cuenta de que la situación es explosiva. Podría ser peor que en 2005", añade Fouad Baadache, un empresario de 23 años, de padres argelinos, que tiene a más de 30 conductores a su cargo, en alusión a la oleada de disturbios que tuvo lugar en los barrios marginales de París.
Una comisión creada en 2007 por el expresidente galo Nicolas Sarkozy concluyó que la liberalización del sector del taxi podría generar entre 35.000 y 45.000 nuevos puestos de trabajo tan sólo en París. Por el momento, la facturación del sector se ha incrementado más de un 10% desde 2010 gracias a la introducción progresiva de estas nuevas plataformas.
Una fuente de ingresos extra en EEUU
A diferencia de lo que sucede en Francia, los conductores estadounidenses de Uber emplean esta aplicación para sacarse unos ingresos extra. Así, según un estudio de JPMorgan Chase, el porcentaje de adultos que obtienen ingresos de la economía colaborativa (Uber, TaskRabbit, Airbnb y Etsy, entre otros negocios online) ha crecido más de un 100% interanual entre 2013 y 2014.
Pese a ello, todavía no es mucho, ya que este crecimiento apenas se traduce en el 1% de la población activa, aunque el 4% de los estadounidenses participaron en estas plataformas en algún momento durante el período de estudio -de octubre de 2012 a septiembre de 2015-.
En el informe se distingue entre aquellos que realizan tareas (plataformas de trabajo) y los que venden un producto o servicio (plataformas de capital). En ambos casos, los participantes son en su mayoría jóvenes. Quienes participan en las plataformas de trabajo también son en su mayoría hombres y tienen menores ingresos en conjunto que la media. Quienes participan en la economía de plataforma de capital se asemejan más a la población en general, informa Cinco Días.
Los ingresos secundarios son críticos para muchas familias debido a la volatilidad de la renta primaria. Dada esta situación, ¿cómo contribuyeron los ingresos de las plataformas a mitigar estos altibajos? Para los que participan en las clasificadas como de trabajo, esas ganancias compensaron las caídas en los ingresos tradicionales.
De media, el trabajo de las plataformas fue sustituido por un déficit del 14% en los ingresos tradicionales. Para los que participan en las plataformas capitales, las ganancias fueron algo más que un suplemento, contribuyendo con un 7% adicional a los ingresos tradicionales.
En términos más generales, la economía de las plataformas online añade un nuevo e importante elemento a los mercados de trabajo existentes, en los que encontrar un empleo nuevo o adicional requiere tiempo y esfuerzo. En pocas palabras, conseguir un trabajo en las plataformas es más fácil y más rápido. Y los horarios son tan flexibles como se desee. Esto significa que los trabajadores de las plataformas pueden, y de hecho lo hacen, generar ingresos adicionales cuando experimentan una caída en los ingresos regulares.