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Los cinco gráficos que destrozan a Piketty: la desigualdad efectiva cae en EEUU

El economista galo se equivoca midiendo la desigualdad de renta sin tener en cuenta los impuestos, las transferencias y el "gasto social".

El economista galo Thomas Piketty se convirtió en el nuevo referente de la izquierda política estadounidense con la publicación de El capital en el siglo XXI, un libro en el que planteaba un escenario apocalíptico en términos de la evolución de la desigualdad en el país del Tío Sam.

Con el paso del tiempo, muchas de sus teorías se han caído, pero quizá el mayor golpe a sus argumentos ha llegado de la mano de los nuevos datos de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos que permiten comprobar la evolución efectiva de la desigualdad.

Los datos que recoge la Oficina Presupuestaria sí apuntan que los ingresos de la clase media se han estancado en las tres últimas décadas. Sin embargo, a esta conclusión se llega si medimos la desigualdad antes de impuestos. No obstante, este indicador no refleja la evolución del gasto disponible, por lo que no constituye una prueba real de las diferencias de renta que se registran en la economía estadounidense.

En realidad, cuando ajustamos los datos y consideramos también el efecto de los impuestos y las transferencias fiscales podemos ver que, en términos reales, cada hogar de clase media recibe hoy dos dólares de transferencias fiscales por cada dólar que paga al Fisco estadounidense.

En el año 2000, ambos indicadores estaban equilibrados y, por cada dólar contribuido, los hogares de clase media recibían un dólar de vuelta. Sin embargo, entre el 2000 y el 2015, se observa un creciente desacople que conduce hacia un enriquecimiento neto del ingreso disponible que tienen las familias de clase media.

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Entre las transferencias fiscales que tienen este efecto está la bonificación de 500 dólares por hijo, introducida en 1997 y duplicada durante el gobierno de George W. Bush hasta los 1.000 dólares por hijo. A esto se suman otras ventajas fiscales, así como los programas de "gasto social" que remuneran a las familias estadounidenses por diversos conceptos.

Las transferencias fiscales han crecido un 61% en los tres últimos lustros, mientras que el peso efectivo de los impuestos federales sobre las familias de clase media bajó un 18%. Esto explica que, en la actualidad, un hogar con un ingreso medio pague 8.900 dólares en impuestos, pero reciba 16.700 dólares en transferencias fiscales. En clave de desigualdad, esto significa que los ingresos efectivos de los estadounidenses han seguido aumentando con el paso de los años, a pesar del estancamiento de los salarios.

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¿Y cómo es posible que suceda esto sin que se produzca un gran agujero fiscal? La clave radica en la evolución de la estructura de ingresos. Si tomamos los datos de las encuestas salariales del Censo y ajustamos los distintos niveles de retribución a la inflación para poder hacer comparativas en el tiempo, vemos que el porcentaje de hogares que registra un ingreso medio (de 35.000 a 100.000 dólares) ha caído del 53% al 42% entre 1967 y 2014.

Sin embargo, esto no se ha traducido en un crecimiento de los hogares de ingresos bajos: las familias que ganan menos de 35.000 dólares anuales han pasado del 39% al 34% durante el mismo periodo. En realidad, la clave es que cada vez hay más familias en tramos de rentas altas: el 8% de los hogares ganaba más de 100.000 dólares en 1967 frente al 25% registrado en 2014.

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Este enriquecimiento generalizado hace que cada vez se consiga una estructura fiscal más progresiva. Así, tomando datos de 2012, vemos que el 20% de los hogares de más ingresos netos pagaba en impuestos una media de 122.000 dólares anuales, pero recibía transferencias fiscales por un monto de 35.000 dólares. Esto contrasta con el 20% de los hogares con menos renta, que pagaban, de media, 6.000 dólares al Fisco… pero después se beneficiaban de ayudas por valor de 33.000 dólares.

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Al hilo de todo lo anterior, el Instituto Brookings ha publicado un interesante informe en el que evalúa la evolución de la desigualdad según la renta disponible, tomando como referencia los años 2007 y 2009, marcados por el estallido de la Gran Recesión.

El autor del estudio, Gary Burtless, señala que, después de impuestos y de transferencias fiscales, el ingreso disponible del 1% más rico se redujo un 36,4%, mientras que el del 9% restante que conforma el 10% más acaudalado experimentó una caída efectiva del 12%. Esto contrasta con la situación del 80% de la población que no entra en el 20% más rico: para este amplio grupo, el ingreso disponible osciló entre la subida del 2,5% que recibió el 20% de menos renta y la caída del 1,6% que experimentó el segundo quintil más acaudalado.

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