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Diego Barceló Larran

Lehman Brothers, año 8: no compremos "pescado podrido"

Muchos todavía creen que la quiebra de Lehman causó la crisis de la economía española, pero no es cierto.

Muchos todavía creen que la quiebra de Lehman causó la crisis de la economía española, pero no es cierto.

El 15 de septiembre se cumplieron ocho años de la quiebra del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers, hecho que simboliza el inicio de la crisis internacional. Erróneamente, muchos creen que ese es también el inicio y la causa de la crisis española. Conviene aclarar la confusión para que en el futuro no se cometan los mismos errores.

En 2003, la economía española no presentaba síntomas de burbuja. Es cierto que los precios de la vivienda crecían más allá de lo razonable (+18,5%). Sin embargo, la inflación caía (4% en 2002 y 2,7% en 2003). El déficit exterior estaba estabilizado (3,9% del PIB en 2003 frente a 4,2%, de media, en los tres años anteriores). El ritmo al que crecían las hipotecas se moderaba por tercer año consecutivo (desde +18,9% en 2000 a +16,1% en 2003).

A partir de 2004, ZP y el ministro Solbes decidieron añadir unas "gotas de keynesianismo" a la política económica. Es decir, buscaron estimular la demanda, pese a que el PIB llevaba diez años creciendo a un ritmo medio de 3,6% anual. La licitación oficial aumentó un 84% entre 2003 y 2006. El consumo de las Administraciones Públicas, que crecía un 3,5% por encima de la inflación, comenzó a hacerlo a casi el 6%.

El aumento del gasto público no se acompañó con reformas, sino más bien lo contrario. Por ejemplo, en la liberalización de horarios comerciales, prevista para 2005, se dio marcha atrás. Además, se incrementaron los costes de las empresas: pese a que entre 2004 y 2007 la productividad media por ocupado cayó un 2%, el salario mínimo se incrementó un 26%.

Como resultado de esa política económica, la inflación comenzó a subir y en 2006 ya era la más alta de la Eurozona. En dos años, el déficit exterior se más que duplicó. Desde 2005 España pasó a tener el segundo déficit exterior más grande del mundo, solo superado por el de EE.UU. El crédito bancario se disparó, creciendo más de 25% en 2005 y 2006. Las nuevas hipotecas, que en 2003 habían sido de 100.000 millones de euros, en 2006 llegaron a 170.000 millones. La deuda privada, en solo tres años, creció el equivalente al 50% del PIB.

La presión tributaria superó por primera vez el 40% del PIB. El superávit fiscal de 2005 y 2006 contribuyó a dar una apariencia de solidez a una política insostenible. Una política que exacerbó los desequilibrios de la economía y que en 2007 no daba para más, aunque nos dijeran que jugábamos en la "Champions League de la economía".

En diciembre de 2006 comenzó a caer el empleo temporal y no dejaría de hacerlo hasta 2013. Unos meses antes ya se había iniciado el descenso de las matriculaciones de turismos. En marzo de 2007 empezó la caída de la compra-venta y del inicio de nuevas viviendas. En junio de ese mismo ya caía también el consumo de cemento y comenzaba a subir el paro registrado.

¿Cómo se puede culpar a Lehman Brothers de la crisis española si el empleo comenzó a caer un año y medio antes de su quiebra? La política fiscal temeraria de ZP-Solbes condenó a la economía española a una crisis cuyas consecuencias aún sufrimos. La crisis internacional de las "subprime" agravó aún más la situación de la economía española.

Tuvimos dos crisis al mismo tiempo: una, "cosecha propia"; la otra, importada. Eso explica por qué EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia y países emergentes (Brasil, Turquía, etc.), tuvieron una caída del PIB en 2009 pero en 2010 ya comenzaron a recuperarse. En cambio, España no comenzó a hacerlo hasta finales de 2013, porque su caso era diferente y más grave que el de los demás.

Es lógico que haya políticos interesados en alentar esta confusión y quieran hacernos creer que nuestra crisis es culpa de "los bancos" y de "EEUU", y no de sus políticas equivocadas. No seamos tan ingenuos de comprar ese "pescado podrido".

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

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