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Los insultos podemitas a los votantes del PP en Galicia: "Subnormales, fachas, Pperros, paletos..."

Las regiones donde no ganan Podemos y sus aliados se convierten en lugares donde habitan paletos, viejos y fachas, entre otros insultos.

Las regiones donde no ganan Podemos y sus aliados se convierten en lugares donde habitan paletos, viejos y fachas, entre otros insultos.

Olvidemos al PSOE durante unos minutos, dejemos que sigan debatiendo amistosamente. El pasado domingo, hubo elecciones en el País Vasco que el PNV ganó con comodidad y que supusieron un considerable fracaso para los partidos de la vieja política. Además, Galicia votaba masivamente al Partido Popular y reelegía por mayoría absoluta a Núñez Feijóo como su presidente. En Marea (y Podemos) conseguían unos impresionantes catorce escaños y el PSOE conseguía unos decepcionantes catorce escaños.

Así que los podemitas no dudaron en celebrar lo que para ellos fue un buen resultado:

La frase más repetida (y osada) de la noche, tuiteada tanto por Iglesias como por su candidata a lehendakari, fue que "Euskadi ya no se entiende sin Podemos". Como la tortilla no se entiende sin huevo y el PSOE no se entiende sin Pedro Sánchez (ahí, hurgando). ¿Se imaginan un País Vasco sin Podemos? Yo no soy capaz.

Por cierto, de la inútil bajada de pantalones de Podemos ante En Marea que se impuso desde Madrid (y que cabreó a parte de Podemos Galicia) poco se ha hablado. Resulta hasta discutible que Podemos se presentara a las elecciones gallegas, pero aquí no estamos para discutir.

Sigamos con lo que estábamos. No crean que todo fueron alegrías. Porque, en el fondo, los podemitas sabían que habían sido vencidos por las derechas vasca y gallega. En País Vasco, habían pasado de ser primera fuerza en las elecciones generales de hace unos meses, a ser tercera fuerza el pasado domingo (de dejaron 180.000 votos). En Galicia, consiguieron más de 400.000 votos en las generales de diciembre y en estas autonómicas consiguieron el apoyo de poco más de 270.000 gallegos. Este compadreo tuitero que veíamos más arriba, este "¿cómo tú por aquí, Pablo? Dame un abrazo, qué bien nos va la vida", no duraría.

Decepción y análisis

Usemos a Errejón como palanca de cambio para llegar a esta nueva fase de reflexión.

Mucha alegría imparable y sin vuelta atrás, pero aquí nos han vapuleado dos fuerzas conservadoras. Sorprende que Errejón hable de "aguante" cuando tanto PNV en el País Vasco como PP en Galicia crecieron. Pero así hablan los politólogos.

Mientras sus compañeros se daban palmaditas en la espalda para celebrar el resultado, el senador Ramón Espinar fue más allá.

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Tuit borrado de Ramón Espinar

Cuando no se presenta Pablo, sacamos menos votos. Esta especie de lametón al líder vino a cargarse la armonía de la noche y el espíritu coral de Podemos, el partido de la gente, que solamente obtiene buenos resultados cuando Iglesias es el candidato. Si por Espinar fuera, Iglesias se presentaría a todos los cargos público al mismo tiempo, presidente del Gobierno, emperador de Austria-Hungría o alcalde de Villarrebuzno del Monte.

Evidentemente, esta fiel alabanza llevaba implícita una crítica a todos los miembros de Podemos que no tienen la enorme suerte de ser Pablo. La genética es así de caprichosa con los que solamente somos unos pobres mortales mayoritariamente sin coleta. Así que Espinar tuvo que disculparse:

Yo creo que realmente sí estaba bien explicado. Otra cosa es que hubiera escrito sin pensar lo que realmente pensaba.

Fue mejor esperar a la mañana siguiente para tener un análisis más preciso de la situación. En El programa de AR, fue la responsable de la Secretaría de Análisis Político de Podemos, Carolina Bescansa, la que achacaba el resultado electoral a variables como que "la gente de los núcleos urbanos vota de una manera y la gente de los núcleos rurales vota de otra manera". Consideró, además, que la victoria del PP era responsabilidad de "esa otra Galicia, la mayor de 45 años, la Galicia rural, que es demográficamente mayoritaria." Otra vez habían sido los viejos y los pueblerinos.

Alguno podría pensar que aquello fue un desliz, una tontería que dices sin pensar cuando eres gallega mayor de 45 años, pero al día siguiente volvió a repetir en Radio Nacional la misma idea. "Si todo el electorado fuese menor de 45 años, Iglesias sería presidente del Gobierno desde el año pasado". Y si mi abuela tuviera ruedas, no sería una motocicleta, pero sería una señora mayor con ruedas y todos en la familia nos haríamos preguntas al respecto.

No nos desviemos del tema. A mí me gusta que Bescansa, que en febrero superó los 45 años (es dos años más joven que Jennifer Aniston, dato para molestar) seguramente sería capaz de renunciar a su propio voto a cambio de que gobernara Podemos. Entrega y bondad. Bondad que en un régimen comunista no sería necesaria, pues no solamente no sería necesario votar, sino que difícilmente superaríamos los 45 años de edad.

Bien, no dejemos el tema, que apenas hemos empezado a cebarnos (otra cosa que no pueden hacer en los países comunistas). Estas excusas sobre la edad y el ruralismo las hemos escuchado otras veces, como en las últimas elecciones generales, en las que el PP arrolló también en varias grandes ciudades. Pero les da igual.

En esta gallega ocasión, la goleada fue incluso mayor: el PP ganó en La Coruña, en Lugo, en Orense y en Pontevedra, además de en Santiago de Compostela y en Vigo, además de en Ferrol, Narón, Villagarcía de Arosa, Oleiros, Carballo y Arteijo. También en Ames, en Redondela, en Culleredo o en Ribeira. Es decir, los populares vencieron en las dieciséis ciudades más pobladas de Galicia. Dieciséis (16). En todas, sin excepción. Los podemitas dirán que solamente hemos mirado las dieciséis ciudades más grandes, que eso no concluye que los grandes municipios apoyaran al PP y que eso es manipular.

Lo cierto es que hemos mirado más y debemos admitir una trampa. En la decimoséptima ciudad más poblada de Galicia, Cangas de Morrazo, también ganó el PP, pero lo hizo por una treintena de votos sobre En Marea. Así que aceptamos que fue un empate. De acuerdo. Pero en Marín, en Cambre, Puenteareas, La Estrada, Lalín, Moaña, Monforte de Lemos, Boiro, Teo y Porriño ganó el PP. Es decir, Feijóo ganó en las veintiséis ciudades más grandes de Galicia (en todas las que tienen más de 18.000 habitantes) y empató en una de ellas (donde también ganó, realmente).

Los populares vencieron en solamente 304 de los 314 municipios gallegos y en medio centenar de ellos sacaron unos cincuenta puntos a la segunda fuerza. Tales diferencias en la intención de voto no se ven en España, salvo cuando Podemos enfrenta a Pablo Iglesias con cuatro ciudadanos anónimos y lo llaman primarias y democracia interna. Con estos datos sobre las elecciones gallegas, tal vez alguien podría pensar que el PP no solamente obtuvo apoyo en los pueblos, pero Bescansa es politóloga y nosotros no, así que será ella la que tiene razón.

Lamentos e ira homicida

Más allá del cóctel de camaradería virtual de unos y el análisis sosegado y torpe de otros, en la noche electoral la rabia por el resultado fue proporcional a la victoria de Feijóo. Cuando el resultado no es el deseado, uno tiene que desahogarse. La oleada de desprecios se apoyó en varios conceptos, tan variados y originales, que algunos ni se los pueden imaginar. Cuesta decidir por dónde empezar, pero finalmente nos hemos decantado por un tuit genérico:

Sí, vamos a hacer que participen también tuiteros anónimos con sus interesantes reflexiones como la que acabamos de ver. Retomemos, ahora, el clásico problema de la gerontofobia podemita:

Yo no creo que Feijóo sea tan antiguo (apenas tiene 55 años), pero bueno. Nunca había oído lo de "el voto anciano", aunque he investigado y es más común de lo que parece. Quería comentarlo. Este otro tuit iba más allá. Lean con atención:

Hay muchas formas de interpretar esta reflexión. Tal vez este tuitero se refiere a que si gana un partido comunista, se acabó el postre. Razonable. O tal vez se refiere a que los ancianos se ven coaccionados por las residencias a votar al PP y si no lo hacen se quedan sin flan. Pero, ¿cómo comprueban en las residencias que los ancianos han cumplido y han votado lo que se les ha ordenado? Han podido cumplir, votar al PP, y que luego no gane ese partido. ¡Entonces serían injustamente castigados! Qué mundo tan despiadado.

Vamos con un tuit más sobre el asunto:

¿Cómo puede ser constatable? ¿No es secreto el voto? ¿Qué es el desarrollo social? ¿Los viejos lo hacen adrede para joder a los demás? Es todo complejo y confuso. ¿Y el postre, qué?

Garzón vuelve a escena. Porque él al principio se felicitaba, pero también dejaba ver su decepción mostrando la foto más repetida en la campaña por parte de los podemitas:

Vemos una imagen de Feijóo de hace tropecientos años en un barco con un señor que posteriormente se dedicó al narcotráfico. Cuando alguien ve la foto lo que más llama la atención es lo mal que le han puesto la crema a Feijóo, lo que podría indicar que es un político poco perfeccionista o algo descuidado.

Por lo demás (y por más que se empeñen) la fotografía no aporta mucho en términos electorales. Seguramente ha sido la imagen más inútil de la política española desde que Miguel Sebastián mostrara una foto de Monserrat Corulla en un debate televisado. Por motivos de espacio, no les podemos contar nada sobre ese asunto. Busquen en Google (cuando terminen de leer).

En el pasado, la oposición ya había intentado relacionar a Feijóo con el narcotráfico, con el mismo éxito que un plato de merluza en un comedor escolar. Pero la verdad es que jamás hubiera dicho que a unos chavistas pudiera preocuparles el narcotráfico. El caso es que Podemos esperaba ganar las elecciones a base de repetir que el líder del PP gallego es un capo del Cártel de las Rías Baixas. Pero, por más que intentaron que le cayera la del pulpo gallego (esto seguro que no se le había ocurrido a nadie hasta ahora), aquello no funcionó.

El tema del narcotráfico dio mucho juego en Twitter. Vean:

Por algún motivo, algunos tuiteros consideran que los narcotraficantes son un grupo de personas muy numeroso en Galicia, determinante en unas elecciones.

Yo no sé si los narcos tienen tiempo y ganas de ir a votar ni si son tantos como para entregar holgadas mayorías absolutas, pero puede ser. Más minoritaria consideramos esta otra categoría:

Resulta que Galicia está llena de "PPerros" y "Amancios Ortega", mamífero placentario de la subespecie ricus magníficus. El Amancio Ortega común se desliza hasta la urna tras un periodo de cuatro años de gestación de su voto (no hemos fumado).

Ojalá Galicia estuviera abarrotada de hombres más ricos del mundo (fachas por ello, claro) que poseen empresas con cien mil empleados (fachas, es evidente) y que votan al PP (de esto hablábamos). Así que resulta que por aquellas tierras gallegas no hay un fuerte movimiento separatista, sino que hay un movimiento de ricos. Jo, tía, menuda mierda.

¿Saben una cosa? En diferentes lugares de Asia, especialmente en Japón, aparecieron personas en cuyas mentes la Segunda Guerra Mundial no había terminado, incluso años después del final del conflicto. Hay casos reportados de soldados japoneses que no se rindieron hasta los años 70. Con el tema del franquismo y de Franco, que quedó en el camino hace cuarenta años, se han dado casos parecidos. Gente desorientada sigue creyendo que maneja los hilos de la democracia y de la nación.

La excandidata podemita al Congreso por Zaragoza, nuestra querida Rosa María Artal, apuntó como culpable de la victoria del PP al "franquismo sociológico" de Galicia del que, según ella, hablaría mucho la prensa extranjera. Ni un solo medio extranjero hizo referencia a este asunto, seguramente porque están controlados por la casta y los fachas de todos los países. Franco, problema y a la vez solución de todos los asuntos de la izquierda española.

El diputado podemita Miguel Anxo Fernán Vello optó por llamar a los gallegos "esclavos que votan al amo, al 'señorito', al cacique". Además, este buen señor libre y culto consideró que el gallego es un pueblo alienado e ignorante.

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Tuit borrado de Miguel Anxo Fernán

Es raro, porque los gallegos también le han elegido a él de diputado y han puesto a su partido a gobernar en algunos ayuntamientos de por allí. Como en el caso de Espinar, este tuit fue borrado y seguido de unas disculpas (y aquí no ha pasado nada):

Pablo Iglesias justificaba las palabras de este caballero asegurando en Las Mañanas de Cuatro que, al ser poeta, "se le nota la sensibilidad" y recordó que ha pedido disculpas. Yo creo que si tuviera esa especial sensibilidad, sería capaz de entender a los gallegos. Pero las disculpas le honran, se dice en estas ocasiones. Aunque todos sabemos que las disculpas en política llegan cuando la rabia evacuada se convierte en una carga que puede tener consecuencias políticas. Seguro que el señor poeta (que ni siquiera tuitea en verso) a esta hora ha modificado totalmente su pensamiento sin motivo alguno para interiorizar ese cambio.

Esas acusaciones de paletismo gallego se repitieron miles de veces en las redes aquella noche. Apenas recogemos unos pocos ejemplos, por no repetir el sesudo análisis:

Vean qué amenaza en este último tuit. Dice que en cuatro años no pisa Galicia. Creo que no ha previsto que tal vez para entonces siga gobernando el PP y, por lo tanto, el aire siga aborregado para su exquisito olfato. Otro argumento muy repetido aquella noche es que los gallegos votan al que les hace daño:

Galicia, en la miseria "más absoluta" y los gallegos sin darse cuenta y votando masivamente al culpable, solo antes de volver a la indigencia "más absoluta".

Una costumbre ejemplar

Debemos terminar. Permítannos esta humilde reflexión final (aunque no nos la permitan, la vamos a poner igualmente). En la noche del domingo se dio rienda suelta a mucho más odio del que la ley y la salud mental nos permiten reproducir aquí. Esto empieza a ser un clásico en las noches electorales ya que, por suerte, las derrotas podemitas empiezan a ser otro clásico.

En el fondo, hablamos de la misma gerontofobia, el mismo clasismo vomitivo contra la gente de los pueblos y la misma ofensa al que no vota bien de otras ocasiones. Ocurrió en las elecciones andaluzas, en las catalanas, en las primeras generales, en las segundas… Y ocurrió este domingo otra vez.

Una politóloga lo adorna para que parezca una especie de observación razonable y un podemita-gente del pueblo llano lo dice sin adornos. Pero la idea en ambos casos es la misma basura que ni siquiera se ajusta a la realidad. Y por más que algunos medios denuncian (denunciamos) esta fea costumbre, no deja de repetirse entre unos señores poco acostumbrados a la democracia.

Parece que la nueva política atrae a la mala educación y al odio. Aquellos pueblos (y ciudades) que deciden no votar a la modernidad de un partido fundado por comunistas y chavistas, se convierten automáticamente en lugares donde habitan paletos, viejos y fachas. Por suerte, con un poder bastante limitado, estos señores no pueden más que coger un berrinche y patalear desde su atalaya digital de modernidad y cultura infinitas.

Aquí tienen las consecuencias de usar el odio para sacar rédito político y de repetir que ciertas generaciones de españoles están preparadísimas. Licenciados en soberbia. Es indecente el sectarismo de buena parte de estos individuos, que viven infinitamente mejor que aquellos que tuvieron que levantar este país tras una larga dictadura. Los que no siempre pudieron estudiar, los que trabajaron para que sus hijos sí pudieran hacerlo, los mayores de 45, resulta que ahora son los que votan mal.

El colmo es que esta división entre generaciones, ficticia en buena medida, no se quede en una anécdota de Twitter, el colmo es que sea explotada por algunos partidos políticos. Partidos que se consideran democráticos, hasta que termina la jornada electoral de turno y llega la tormenta de odio. Queda la sensación de que algo hemos tenido que hacer mal para que esto suceda. Y lo que vendrá. Definitivamente, nos reímos por no llorar, ahora que todavía podemos. Viviremos en la miseria más absoluta, pero, por si acaso, en las residencias gallegas habrá postre otros cuatro años.

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