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Valonia, el 'Detroit Europeo' tras décadas de políticas socialistas

El modelo socialista de Valonia ha condenado a la región a décadas de decadencia socioeconómica.

El modelo socialista de Valonia ha condenado a la región a décadas de decadencia socioeconómica.

La avalancha proteccionista que estamos viviendo a ambos lados del Atlántico cuenta desde esta semana con un nuevo puntal de resistencia contra la globalización. Se trata de Valonia, la región belga que ha estado a punto de descarrilar el pacto comercial que negocian la Unión Europea y Canadá.

Hasta mediados del siglo XX, Valonia fue un polo de desarrollo industrial de gran importancia para la economía belga. Sin embargo, la falta de respuestas al declive de la siderurgia se tradujo en una lenta pero continuada decadencia productiva que ha terminado convirtiendo a este territorio en algo así como el Detroit del Viejo Continente.

El cierre de fábricas y la huida de la inversión han sido la norma. Al contrario que otras regiones cercanas, Valonia se ha demostrado incapaz de invertir la tendencia o de reinventarse a base de apostar por otro tipo de industrias y sectores. Aún hay inversiones importantes en el ámbito farmacéutico o en el campo del armamento, pero la evolución observada desde mediados del siglo XX arroja una clara tendencia negativa.

Políticamente, la responsabilidad no es difícil de asignar, ya que el dominio del Partido Socialista en esta región ha sido la norma, sobre todo desde la década de 1970. Eso sí: en los últimos tiempos, este consenso político se está viendo amenazado por dos fenómenos opuestos. Por un lado, en clave nacional, fuerzas más partidarias del libre mercado han ganado peso y no dudan en denostar abiertamente el modelo económico de Valonia. Por otro lado, en clave local, pequeñas agrupaciones políticas de izquierda radical han avanzado posiciones, apoyados en la Gran Recesión y el auge del populismo.

Una región difícil para las empresas

El Financial Times ya escribía en noviembre de 2015 sobre el elevado desempleo y los excesivos impuestos que soportan los residentes de esta región, que supone un cuarto del PIB belga. El paro ronda el 12%, duplicando los niveles observados en la región vecina de Flandes.

Tampoco hay buenas noticias en el plano fiscal. Si analizamos las cuentas de Valonia vemos que el déficit público se ha enquistado en el entorno de los 250-300 millones de euros. Peor aún, las autoridades locales parecen más preocupadas de echarle la culpa a las autoridades nacionales que de cuadrar ingresos y gastos.

De hecho, el Institut Économique Molinari publicó este año un revelador estudio en el que se estudia la "cuña fiscal" que soportan los trabajadores europeos. Bélgica se coloca a la cabeza, con una carga tributaria directa del 55,3%. Semejante nivel de exigencia fiscal se suma, en el caso de Valonia, a tasas y gravámenes locales que hacen aún más difícil el funcionamiento de las empresas.

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