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Carlos Rodríguez Braun

Camelos Oxfam

He visto una campaña de Oxfam, "No al escaqueo", que está basada en la distorsión de la realidad, al servicio del poder y en contra de los ciudadanos

He visto una campaña de Oxfam, "No al escaqueo", que está basada en la distorsión de la realidad, al servicio del poder y en contra de los ciudadanos

He visto una campaña de Oxfam, "No al escaqueo", que es inteligente, y está basada, como siempre, en la distorsión de la realidad, al servicio del poder y en contra de los ciudadanos.

El lema de la campaña es el siguiente:

Yo pago el escaqueo fiscal de las grandes empresas. Acabemos con la era de los paraísos fiscales. Pide al futuro gobierno que actúe.

Son tres equívocos. Primero está la idea de que el problema de los impuestos estriba en los que no pagan, falacia que escamotea el problema de los que sí pagan, como si los impuestos que sí se pagan estuvieran necesariamente bien; a lo que se añade la demagogia de que el mal está en "las grandes empresas", con lo cual se cuela la mentira de que todo se arregla cobrándoles más solo a ellas. Ya se sabe, como son grandes y ricas, está bien cobrarles, y eso, además, no tienen impacto alguno sobre el resto de las personas físicas y jurídicas.

En segundo lugar, y vinculada con lo anterior, está la consigna de que los paraísos fiscales son el puro mal, y Oxfam nos convoca a acabar con ellos, como si nos convocara a acabar con los asesinatos.

Y, en tercer lugar, parece que la solución del problema es pedir a los gobiernos que actúen, como si su actuación no tuviera nada que ver con el hecho mismo de la existencia de los paraísos fiscales, como si no existieran porque los gobiernos actúan y aplican impuestos lo suficientemente elevados como para animar la evasión y la elusión fiscal.

Todo el manifiesto de Oxfam sigue estos cánones engañosos, con mensajes como: "La economía mundial está al servicio de un 1% que acumula más riqueza que el 99% restante". Así, como suena: somos siervos de los ricos. Por supuesto, los ricos privados, porque a Oxfam no se le ocurre jamás pensar que a los ciudadanos no nos arrebata el dinero a la fuerza Amancio Ortega, sino la Agencia Tributaria. Jamás habla Oxfam de los muchos impuestos que paga usted, que no es precisamente una persona rica, ¿verdad que no?

Más bulos: "Los impuestos que no se pagan por la fuga hacia paraísos fiscales suponen menos dinero para servicios públicos básicos como la sanidad, la educación y la protección social". Otra vez, esto da por sentado que si no hay aún más gasto público es solo por culpa de las malvadas empresas, como si el grueso del gasto público, aquí y en todo el mundo, no lo pagaran las personas corrientes.

Por fin, la sarta de camelos de Oxfam se resume en que cobrarles más impuestos a las empresas "permitiría disponer de más dinero público para combatir la pobreza y la desigualdad, dentro y fuera de España". Como si la pobreza existiera porque las empresas no pagan más impuestos, y como si no importara la enorme y creciente desigualdad que separa a los Estados de sus súbditos.

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