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Federico Jiménez Losantos

De la cláusula turrón a la indemnización mazapán

La demagogia populista nos niega la responsabilidad de saber lo que firmamos para arrebatarnos la libertad de firmar lo que sabemos.

La demagogia populista nos niega la responsabilidad de saber lo que firmamos para arrebatarnos la libertad de firmar lo que sabemos.
Fachada del Tribunal Constitucional | Cordon Press

Permítanme los escuchantes y podcasteros de esRadio que este año felicite las Pascuas en primer lugar a un misionero que me encontré el otro día en el aeropuerto y que me contó que nos escucha a diario desde Pekín. No se me ocurre mejor prueba del milagro de la Navidad que conservar la Fe pese a este Papa y predicarla en los páramos éticos del comunismo buitre.

Y los casi mil accionistas nuevos que, sumados a los más de mil ya existentes, han fortalecido nuestra independencia financiera, y los socios presentes y futuros del Club Libertad Digital, que este año, además de poder leer LD sin publicidad, recibirán semanalmente Ideas, el mejor resumen de lo que producen los think tanks liberales de todo el mundo, que, ante un año que se anuncia fatal, ruinoso, ominosamente socialista, permítanme felicitar muy especialmente a Manuel Llamas, Domingo Soriano, Olivia Moya y todos los redactores y colaboradores de Libre Mercado, que afrontan cada día, con acopio de argumentos y moral a prueba de soledades, la demagogia populista que exudan partidos políticos, periodistas y jueces. Mucho mérito tienen, muchísimo trabajo les espera.

El Partido Populista del Poder Judicial

Tras la felicitación navideña de la Audiencia de Madrid absolviendo a Rita Maestre de varios delitos evidentísimos contra la libertad y el culto católico, sentencia perpetrada por el mismo ponente que declaró legal el escrache a Soraya (según su doctrina, a casa del ponente podrá acudir uno o varios ciudadanos a abuchearlo; y en su Sala, desnudarse el justiciable), el Tribunal Supremo, por sentencia que ha debido respaldar, sin entrar en el fondo del asunto, el Tribunal de la UE, nos ha felicitado las Pascuas con el décimo premiado –o pedrea jurídica- de la anulación de las cláusulas-suelo.

Si ante la primera masacre fiscal del Gobierno del Partido Populista (sin Aznar, para qué llamarlo Popular) y, muy especialmente la segunda, en vigor desde Enero y perpetrada por el PP, PSOE y Cs, el grupo Libertad Digital ha criticado la voracidad montorita prácticamente sólo, ante la pedrea judicial del TS, sobra el casi: nos hemos quedado totalmente solos. Y sin embargo, tenemos razón.

Manuel Llamas ha explicado en LD el proceso por el que esta Navidad se ha celebrado con gran alborozo por los que atacan la propiedad –si no es suya-, ridiculizan el Estado de Derecho –si no les favorece- y se ríen del concepto, brumoso pero eficaz, de "seguridad jurídica", que es el que hace que a un país llegue dinero para invertir o lo abandone a toda prisa.

Recordémoslo: al principio del principio, con el precio de la nueva moneda llamada euro sujeto al albur de tan novedosísima circunstancia, las hipotecas bancarias establecieron una cláusula suelo –que evitaba a los bancos perder demasiado dinero si el Euribor bajaba- y una cláusula techo, que evitaba a los contratantes no perder demasiado si el Euribor subía. ¿No se enteró nadie de la existencia de estas cláusulas? ¿A nadie, cumpliendo la Ley, se lo explicó el notario? Mentira. Era razonable y todo el mundo lo entendió. La prueba es que nadie protestó hasta que el Euribor empezó a bajar de forma artificial, gracias a la política de dar dinero casi gratis a los Gobiernos de la zona euro para mantener artificialmente una demanda que no se justificaba por la economía, sino por la necesidad de los políticos de mantener el gasto público y alimentar a sus clientelas electorales. Conste.

Legalidad jurídica y artería judicial

Si el Euribor hubiera subido más del 15%, los bancos no hubieran podido quejarse. Pero cuando cayó por debajo del 3,5% hubo políticos que decidieron hacer demagogia alterando la lógica del contrato y pidiendo que las cláusulas suelo no se cumplieran por abusivas y engañosas. Tanto como las cláusulas techo, obviamente, pero de eso no hablaron. Se quiso cambiar una realidad jurídica, indudablemente legal y legítima, mediante una artería judicial que, Derecho alternativo mediante, interpretase la Ley a su antojo.

La novedad es que, esta vez, la demagogia antilegal no venía de la Izquierda sino de la Derecha, concretamente del PP de Rajoy entonces en la Oposición. Todo lo que ahora dicen Podemos, PSOE o Ciudadanos lo dijo entonces el senador del PP Francisco Javier Vázquez al llamar "abusivas" a las cláusulas suelo "toda vez que su finalidad es impedir que las cuotas de las hipotecas se reviden en su totalidad con los descensos del Euribor". ¡Pues naturalmente! ¡Igual que las cláusulas techo impedían lo contrario! ¿Dónde estaba, dónde está el abuso? ¿Nadie sabe al firmar una hipoteca lo que firma? Por lo visto, según Ada Colau y el PP de Rajoy, no. Los bancos son buitres que, ayudados por los notarios, roban al hipotecado desvalido.

¿No hay bancos que engañan a sus clientes y notarios que incumplen la Ley? Por supuesto. Por eso hubo ciudadanos que fueron a los tribunales diciendo que les habían engañado. Y en cada caso, el Tribunal decidió. Pues bien, esa gente que merece todo nuestro respeto porque confió en la Ley para remediar una circunstancia que le había perjudicado mediante la ocultación de la Ley, no tiene hoy derecho alguno, porque su caso ya se juzgó. En cambio, según el Tribunal Supremo en sentencia de 2013, a partir de esa fecha todos deben ser compensados por la diferencia de intereses entre lo que figuraba en su contrato hipotecario y la evolución del Euribor, según constaba en esa cláusula suelo en los contratos a interés variable.

¿Y por qué los contratos firmados a interés fijo quedan fuera de esta rectificación judicial? ¿No cabe decir que el banco no explicó o el notario no advirtió de que el interés variable les convenía más? Por supuesto que cabe, según la sentencia del Supremo, cátedra de chapuza y púlpito de arbitrariedad. Según estas togas demagogas, los bancos debían advertir al cliente del "comportamiento previsible del Euribor".

¿Y cómo podían saberlo los bancos? ¿Acaso lo sabe el Supremo? Acudiríamos a él para que nos orientase en el mercado de divisas. Pero no. Lo que único que sabe el Supremo es meterse en un jardín digno de Valdanágoras y Cappastóteles cuando dice que el banco debía "hacer simulaciones de escenarios diversos relacionados con el comportamiento razonable previsible del tipo de interés en el momento de la contratación". ¿Y cómo se hace eso, cráneos previlegiados? ¡Algún juez ha ido a pedir una hipoteca imponiendo que le "simulen escenarios"? Para que lo mareen diciéndole lo que no pueden saber, tal vez. Pero lo dudo. Pura demagogia.

Sólo somos libres si somos responsables

Lo que hizo el Supremo y ahora ha respaldado el TUE es una especie de Decreto Ley que enmienda la Ley Hipotecaria, al Banco de España, al Senado y al Gobierno de ZP sin tener la más repajolera idea de lo que hace. Sirve a la demagogia populista que nos niega la responsabilidad de saber lo que firmamos para arrebatarnos la libertad de firmar lo que sabemos. Es una infecta chapuza legal al servicio de una política fatalmente liberticida.

Pero dado el general aplauso cosechado por la demagogia populista al abrigo de la degeneración judicial y oyendo el aplauso atronador de los partidos y casi todos los medios de comunicación, propongo que a partir de ahora todos los contratos incluyan una cláusula turrón, que anule o endulce el perjuicio provocado al que la firma, si es pobre o se lo hace. Además, las Leyes deberán incluirán una enmienda mazapán que las anulará si estorban la feliz demagogia político-judicial y la total irresponsabilidad mediática. La única Ley será que no habrá Ley por encima de los que manden, sean políticos que nombren jueces o jueces que sentencien a lo político. El Estado de derecho quedará así definitivamente torcido, enmendado en mazapán y acogido a la cláusula turrón, para endulzar la amable dictadura.

Aquí, este año que acaba, el que viene y los que vengan, seguiremos defendiendo el Libre Mercado, digan lo que digan y desdigan los políticos y hagan lo que hagan y deshagan los jueces, porque no puede haber libertad sin propiedad, y tampoco propiedad sin libertad, bajo el amparo de la Ley.

¡Felices Pascuas y, a despecho de Montoro, próspero Año Nuevo!

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