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Cuando el Impuesto de Sucesiones convierte la herencia en un infierno: cuatro casos reales

Los altos tipos del Impuesto de Sucesiones andaluz lleva a la ruina a muchos herederos de la región. 

Los altos tipos del Impuesto de Sucesiones andaluz lleva a la ruina a muchos herederos de la región. 
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz | EFE

En determinadas regiones españolas, la tragedia de heredar no sólo llega con la desaparición de un ser querido. La presión fiscal a la que someten algunas administraciones al legado de los fallecidos alcanza cuantías imposibles de asumir para sus beneficiarios.

El caso de Andalucía es uno de los más sangrantes, pero no es el único. Y es que los andaluces pagan 100 veces más por su herencia que los madrileños y 1.000 veces más que los canarios. A la región que preside Susana Díaz le siguen Extremadura, Aragón y Asturias, como los territorios donde es más caro legar el patrimonio de un fallecido.

Este agravio fiscal hace que muchos afectados, en el mejor de los casos, se vean obligados a endeudarse o a vender parte lo heredado para cumplir con unos impuestos desorbitados. De hecho, hay situaciones límite en la que los beneficiarios simplemente no tienen medios para asumir el sablazo de la Administración y tienen que renunciar a la totalidad de la herencia.

Coincidiendo con el Día de Andalucía y al grito de "somos ahorradores, no somos ladrones", una multitud crispada por esta situación se manifestó el pasado martes en las calles de Sevilla contra este tributo. La plataforma Stop Impuesto de Sucesiones organizó esta insólita movilización, donde los protagonistas, por una vez, fueron los contribuyentes. Dos días después, las protestas se extendieron a Asturias. Unos 2.000 manifestantes marcharon en Oviedo con camisetas y pancartas reivindicativas. Sus eslóganes denunciaban que en Asturias se vive una auténtica "dictadura fiscal" y clamaban contra los "atracos" impositivos. A continuación, cuatro casos concretos sobre el infierno que puede llegar a suponer heredar en Andalucía.

Caso 1: "¿Rico yo? Que cobro 1.300 euros al mes?"

Antonio Medina celebra que hayan surgido estas movilizaciones, aunque él no ha tenido reparos en llevarlas a cabo en solitario desde hace cinco años."La desesperación" fue lo que empujó a este almeriense a empezar a "pasearse por las calles más transitadas de Almería" con un cartel que contenía consignas como No al Impuesto de Sucesiones o La Junta se queda con tu herencia. "Cuando me veían, había gente que me apoyaba, pero otra me decía que yo era un rico y que tenía que pagar", recuerda. "¿Rico yo? Que cobro 1.300 euros al mes ¡hay que ver!", señala indignado a Libre Mercado.

El vía crucis de Antonio comenzó en el año 2005, cuando a su hermana le diagnosticaron un cáncer. "Pasamos cinco años de penuria y de sufrimiento hasta que murió en mi casa en 2010. Era como mi segunda madre", cuenta. Al estar soltera, le dejó a su hermano todo su patrimonio. Sus bienes, valorados en 263.000 euros, constaban de dos pisos, uno en Almería capital y otro en Aguadulce, a pocos kilómetros.

A Antonio la Junta de Andalucía le pide 63.000 euros si quiere cobrar su herencia, por ser pariente colateral. Pero él no puede pagar esa cuantía. A sus 64 años afirma que esta situación le "está minando física y mentalmente". Se jubila en septiembre y no sabe cómo hacer frente al Impuesto de Sucesiones. "A la edad que tengo, un crédito no me da nadie y no le quisiera dejarle esta trampa a mis hijos", añade.

La opción que le queda a este hombre es vender uno de los inmuebles para quedarse con el otro. Además, en este punto el almeriense se encuentra con otro obstáculo: la subida catastral en su ciudad, que ha elevado el valor de los pisos de cara a cuantificar la herencia, situándolos por encima del valor de mercado. "En el año 2010, el piso me lo tasaban en 75.000, y con el catastrazo ha subido hasta los 180.000, pero yo lo he intentado poner a la venta y sólo me dan 80.000 euros", explica. "Es una vergüenza y un robo. En Andalucía, gobierna el Partido Socialista, que va de obrero, y comete esta injusticia con la clase obrera", señala indignado.

Caso 2: Les reclaman 2 millones de euros

El testimonio de María Gónzalez (nombre ficticio) es muy similar al anterior. El temor hace que no quiera dar su nombre. "Me da hasta miedo aparecer por las oficinas de la Junta", asegura. Al fallecer la primera de sus dos tías solteras, todo su patrimonio se lo deja a la segunda, que fallece también en menos de un año. "Mi tía le dejó todo su patrimonio a mis tres hijos porque su vida ha sido trabajar y cuidarnos a todos. No se lo gastaron en disfrutar de cenas o viajes, iban ahorrando como hormiguitas", cuenta esta gaditana.

Fue en el año 2012 cuando sus hijos, que actualmente tienen 23, 20 y 15 años, recibieron una abultada herencia: dos fincas, tres pisos, un local y "algo" de efectivo. Pero cual fue su sorpresa cuando la Administración le empezó a reclamar la friolera de 2 millones de euros. "Mi marido está en paro y yo solo tengo unos ingresos de las rentas de unos pisos que me dejó mi padre. No podemos pagar eso", relata la afectada.

Para más inri, "con toda su buena intención, mi tía puso en el testamento la disposición de que no se pudieran vender los bienes hasta que el pequeño de mis hijos cumpliera la mayoría de edad. Así que no podemos poner nada a la venta", explica. El peor momento que recuerda María fue cuando su hija mayor comenzó a trabajar y le embargaron la nómina. "Han dejado todas las cuentas de mis hijos a cero", asegura. Esta familia ya lleva pagados 12.000 euros a la Junta. "¿En concepto de qué? No lo sé", dice. A sus 51 años, no se rinde. "Se lo quieren quedar por la cara, pero yo seguiré luchando por mis hijos", concluye.

Caso 3: "Soy socialista, pero no vuelvo a votar PSOE"

El caso de I.G. también es un drama. Esta gaditana de 40 años acaba de liquidar el Impuesto de Sucesiones por la herencia de su marido, fallecido hace dos años de forma inesperada. Desde entonces, su vida ha sido un suplicio, entre papeles, abogados, notarios y la angustia de ver cómo la Administración le quita lo que es suyo. Su calvario ha sido tal que tampoco se atreve a dar su nombre por miedo a represalias del Gobierno andaluz. "Ahora sólo quiero descansar", declara a este periódico.

Su marido, funcionario, y ella, ama de casa, compraron una vivienda y lograron acumular un modesto capital en efectivo para su futura jubilación, como muchas familias de clase media, a costa de trabajo, ahorro y sacrificio. La tragedia, sin embargo, llamó a su puerta hace dos con el fallecimiento de su esposo. Al carecer de testamento, los bienes constitutivos de la herencia se repartieron a partes iguales entre ella y su hijo menor que, entonces, tenía 13 años, ya que disfrutaban de régimen de gananciales.

Por su parte, no tuvo que abonar impuesto, ya que, como cónyuge, disfrutaba de bonificación, pero éste no fue el caso de su hijo, cuya herencia, al superar el límite máximo de exención que establecía la regulación andaluza, tuvo que tributar. "La Junta nos reclamaba 120.000 euros por la herencia de mi hijo, al que le correspondía la mitad de la cada en la que vivimos y la mitad de nuestros ahorros".

Lo desorbitado de la cuantía hizo que I.G. acudiera a los servicios de un abogado para intentar posponer el pago y, aunque finalmente la Junta rebajó algo la factura, entre trámites, abogados y el pago del susodicho Impuesto de Sucesiones, finalmente, acabó abonando unos 100.000 euros. Además, como la Junta bloqueó la herencia de su hijo hasta liquidar el impuesto, esta viuda tuvo que tirar de sus ahorros y del dinero que le prestaron familiares y amigos para hacer frente a estos gastos.

"Es muy injusto. Tras una vida de trabajo y ahorro para contar con algo para la jubilación va la Junta y nos lo quita. Hemos vivido un calvario. Muere mi marido y encima esto…", lamenta. "Parece que lo mejor es no tener nada tuyo. Es indignante. No hay derecho. Hay que anular el Impuesto de Sucesiones", reclama. "Es un robo a mano armada. Es robar a los muertos. Toda la vida trabajando y esforzándote y, de repente, vienen estos chorizos y te lo quitan", afirma desolada.

Además, en este caso se da la casualidad de que esta madre es "socialista de toda la vida", pero advierte: "Con mi voto que no cuente Susana Díaz. No la vuelvo a votar hasta que elimine Sucesiones". Preguntada por si cambiaría su residencia fiscal para evitar que su hijo tenga que pagar en el futuro, contesta que "no es tan fácil, porque tengo aquí mi casa y mi familia, pero sí, me plantearía irme a Madrid [...] Mi suegro también falleció hace poco y allí no han tenido que pagar nada".

Caso 4: A la espera del 'sablazo'

Martín Jiménez, de 71 años, es un jubilado que vive en Almería. Empezó a trabajar con 13 años y con 26 decidió emigrar a Suiza, donde residió con su mujer durante 18 años. Por entonces, como muchos emigrantes, enviaba divisas a España y ahorraba parte de su sueldo para invertir aquí en la compra de inmuebles de cara a su regreso y su futura jubilación. Todavía no se ha visto afectado por este impuesto, pero se revuelve contra su aplicación, ya que no quiere dejarle "el marrón" a sus hijos.

"¿Qué mal hemos hecho nosotros, si lo único que hemos hecho en la vida ha sido trabajar y ahorrar, pagando nuestros impuestos? Esto es un robo manifiesto", denuncia. "No debemos permitir a la Junta que nos haga esto. No hay derecho al expolio que sufrimos en Andalucía", declara.

Preguntado sobre qué piensa hacer de cara a la herencia de sus hijos, Martín lo tiene claro: "Me planteo todo lo planteable para evitar que ningún político me robe lo que yo he trabajado y ahorrado toda mi vida",

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