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El silencioso y espontáneo cambio de modelo productivo que ha protagonizado España

Hace diez años, el ladrillo concentraba el 70% de las nuevas inversiones, pero hoy la situación es muy diferente.

Raro es el día en el que no escuchamos a un político hablando de la imperiosa necesidad de un "cambio en el modelo productivo". A menudo, este tipo de discurso esconde la pretensión de imponer dicho "cambio" por decreto, favoreciendo a unas industrias y perjudicando a otras, siempre según el capricho del regulador.

Por eso resulta interesante comprobar que, de manera silenciosa y espontánea, las empresas españolas llevan ya muchos años corrigiendo los excesos de la burbuja y conformando un modelo económico menos frágil y más dinámico. En definitiva, un 'cambio en el modelo productivo' que no ha sido dirigido desde ninguna oficina,pero que está resultando en una economía más competitiva que la de los años previos a la crisis.

Así lo pone de manifiesto el economista Daniel Fernández, en un informe de UFM Market Trends que describe el nuevo rostro de la economía española. De entrada, como vemos en la siguiente gráfica, la formación bruta de capital ha experimentado una clara reorientación, alejándose del ladrillo (como vemos en el menor peso de la barra azul, que representa al sector inmobiliario) y cebando poco a poco una mayor inversión en maquinaria y bienes de equipo (línea naranja) o propiedad intelectual (línea gris), cuyo peso ha ido creciendo en los últimos años de manera sostenida.

Hace diez años veíamos que la formación de capital en el ámbito de la construcción ascendía al 70% de todas las nuevas inversiones observadas en España. En 2015, el último año con datos cerrados del INE, vemos una situación muy distinta: la inversión en maquinaria y bienes de equipo sube del 24 al 34%, mientras que el peso de la propiedad intelectual, resultado del I+D, sube del 7 al 15%, duplicando su peso.

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Eurostat nos permite diferenciar la inversión según el sector en el que se produce. Así, vemos que la formación bruta de capital fijo baja en la construcción del 15 al 7%, pero sube en la energía del 2 al 9% y aumenta en las actividades profesionales, científicas y técnicas del 2 al 5%.

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En términos comparados, vemos que la burbuja se ha depurado y que el modelo productivo español ya no descansa en un peso excesivo del ámbito inmobiliario. Nos situamos ahora por debajo de Francia y en niveles ligeramente superiores a los que se dan en Italia.

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Recuperación con devaluación interna

Pero la palanca de este cambio productivo tiene unos fundamentales monetarios especialmente sólidos, ya que el euro no ha sido devaluado, al contrario de lo que sucedía cuando la peseta era nuestra moneda de curso legal. Así, en la última recesión que habíamos enfrentado, la peseta se devaluó en tres ocasiones: un 5% en septiembre de 1992, un 6% en noviembre de 1992 y un 8% en mayo de 1993.

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Esta vez, la crisis no ha sido abordada con artificios monetarios, sino a golpe de competitividad. España ha vivido una corrección en su estructura salarial, que llevaba años separada de la evolución de la productividad. También vivió una crisis de empleo, si bien su incidencia empezó a remitir en cuanto se flexibilizó el mercado laboral. Y, evidentemente, miles de empresas han buscado fuera la demanda que faltaba dentro, dando pie a un espectacular salto de las exportaciones que comenzó con un euro caro y se ha seguido manteniendo en años posteriores, con la divisa europea algo más barata. La confluencia de estos factores ha dado pie a una devaluación interna que, a tenor de las cifras de crecimiento y creación de empleo, ha servido para sacarnos de la larga y dura crisis.

Sin devaluación monetaria

En resumen, como señala el informe de UFM Market Trends, la crisis ha servido para "cambiar la estructura productiva, reduciendo el peso de la construcción y el sector inmobiliario y dando pie al peso creciente de otras actividades. Además, comparándonos con la crisis de 1992-1993, parece claro que la mejor forma de inducir un cambio en la estructura productiva es la devaluación interna y no la devaluación de la moneda".

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