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La popularidad de Macron se hunde y pone en jaque sus reformas económicas

Dimisiones, problemas en las filas de En Marche... El líder galo, en la encrucijada nada más arrancar la legislatura. 

Dimisiones, problemas en las filas de En Marche... El líder galo, en la encrucijada nada más arrancar la legislatura. 
La popularidad de Macron se ha desplomado entre junio y agosto | EFE

El pasado mes de mayo, el triunfo electoral de Emmanuel Macron fue interpretado por numerosos analistas como un punto de inflexión para Francia. No en vano, el nuevo presidente habló reiteradamente en campaña de la necesidad de sacar al país galo del estancamiento económico, enarbolando un discurso reformista en el que no faltaron los guiños liberales.

El triunfo en las presidenciales era solo el comienzo. El siguiente reto eran las elecciones a la Asamblea y el Senado, comicios que se celebran apenas semanas después de la segunda vuelta de las presidenciales. En abril, el partido de Macron, En Marche, apenas había proclamado a 14 de sus 577 candidatos. No obstante, la holgada victoria ante Le Pen ayudó a acelerar la configuración de las listas y contribuyó a impulsar los resultados cosechados finalmente en las legislativas.

Conquistado el Elíseo y asegurada una amplia representación parlamentaria, Macron mantuvo un discurso reformista, hablando abiertamente de reducir el gasto para atajar el déficit, apostando por frenar la sobrerregulación o defendiendo la liberalización de horarios comerciales. A comienzos de verano, la opinión pública aún parecía estar de su lado, según las encuestas.

Pero apenas dos meses después, la situación es muy distinta. El joven mandatario, de apenas 39 años, enfrenta una creciente impopularidad. Según la última encuesta publicada por YouGov, solo el 36% de los votantes franceses aprueba la gestión de Macron. Un fuerte descenso que pone en jaque la capacidad de Macron de sacar adelante con éxito un programa de reformas.

Pulso con el Ejército y líos en las filas de En Marche

Según los expertos de YouGov, hay dos aspectos que están afectando negativamente a Macron. Por un lado, su falta de entendimiento con el Ejército, una polémica coronada por la dimisión del jefe del Estado Mayor, Pierre de Villiers. En campaña, el nuevo presidente habló de elevar el gasto en Defensa hasta alcanzar el 2% del PIB, pero Macron ha cambiado de opinión y defiende ahora que su intención es reducir en 850 millones los presupuestos consignados al Ejército.

De Villiers no se ha callado ante los planes del Elíseo y ha publicado un duro artículo en Le Figaro contra las medidas de ahorro que propone el nuevo mandatario. El desafío encendió a Macron, que calificó de "indigna" la postura del jefe del Estado Mayor. "Yo soy el jefe supremo de los ejércitos, no necesito ninguna presión ni ningún comentario", afirmó desafiante el presidente. Sus palabras provocaron la dimisión de Pierre de Villiers, pero también han desgastado la imagen de Macron entre los franceses.

El segundo factor que explica la creciente impopularidad de Macron es la falta de cohesión y experiencia de los representantes de su movimiento político. Los macronistas están en el punto de mira de la opinión pública por su comportamiento en el hemiciclo. Todo empezó en el discurso con el que el primer ministro Édouard Philippe presentó sus planes de gobierno. La bancada oficialista le aplaudió con un entusiasmo desmedido, interrumpiéndole en 55 ocasiones y jaleando incluso los datos negativos que presentó el premier de Macron. Este comportamiento infantil puso la lupa sobre los diputados de En Marche, que han quedado en evidencia por su falta de experiencia. Un micrófono abierto pilló al portavoz del grupo, François de Rugy, insultando a otro miembro de la cámara. También están las faltas de puntualidad, los votos equivocados o las diferencias internas en el grupo.

Pero los problemas no se quedan en el ámbito parlamentario. Ya a finales de junio, cuatro de los ministros del gobierno se habían visto obligados a dimitir. Uno de los miembros del gabinete que dijo adiós fue François Bayrou, un líder centrista que jugó un papel clave a la hora de legitimar la candidatura de Macron. También dimitieron la ministra de Defensa, el titular de Cohesión Territorial y la responsable de Asuntos Europeos. En todos los casos, se investigan posibles casos de nepotismo, enchufismo y otras malas prácticas que chocan con el discurso de "moralización de la política" que tanto maneja Macron.

Voto útil, reforma laboral y ajustes pendientes

Hay, además, otros problemas de fondo. Según una encuesta de IPSOS, el 43% de quienes votaron por Macron en la segunda vuelta de las presidenciales lo hizo solamente para frenar a su rival, la ultraderechista Marine Le Pen. A esto hay que sumarle la elevada abstención (alrededor del 25%, el nivel más alto desde 1969) y el fuerte peso que tuvo el voto en blanco (cerca del 10%). De modo que, aunque su victoria en las presidenciales fue holgada, conviene recordar que el voto útil jugó un rol crucial y que, en realidad, la base electoral de Macron no es tan ancha como podría parecer.

Las crecientes dificultades que está encontrando Macron afectan directamente a su capacidad de aprobar reformas económicas de calado. Se espera que septiembre sea un mes "caliente" en las calles, a raíz de la propuesta de reforma laboral que defiende el nuevo mandatario. Los sindicatos ya frenaron a Macron cuando era ministro de Economía de François Hollande, de modo que será interesante ver qué ocurre en esta segunda vuelta.

También está por ver qué pasará con el déficit público. A comienzos de verano se anunciaron medidas de austeridad, en línea con las promesas de campaña del nuevo presidente, pero el pulso del Elíseo con el jefe del Estado Mayor a raíz de los recortes en el presupuesto de Defensa revela la dificultad de sacar adelante este tipo de ajustes.

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