Empiezan a hablarnos los expertos y los políticos de que ha llegado el aterrizaje suave, que el ciclo está empezando a cambiar, que asoman vacas un poco más flacas, o como lo ha dicho, también muy suavemente, el superministro Rato “seguirán buenos tiempos, pero no llegarán tiempos mejores”. El pueblo, que tiene olfato muy fino, también lo ha advertido ya; cuando le han preguntado si va a seguir ahorrando, ha torcido el gesto: le gustaría, pero no va a poder. El ahorro nacional cae, desciende la tasa de ahorro familiar, la posición financiera de las familias podría ser deficitaria, por vez primera, el año que viene, según pone de relieve la investigación de la Fundación de las Cajas de Ahorro.
Y advierten los expertos que es grave no ahorrar. Pero más grave es no poderlo hacer, que es el punto al que nos han conducido tipos de interés un poco mayores, márgenes bancarios un poco más elevados, una inflación más descontrolada, precios de carburantes más elevados, salarios estabilizados y el ritmo de un bienestar plácido... No estamos al borde del crack brusco, pero sí resbalando desde la altura hacia el valle...
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