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José Ignacio del Castillo

Rebajas de impuestos e inflación

Lo malo de vivir instalado en la mentira es que, uno se encuentra en continuo conflicto con la realidad. De este modo, cada conclusión que se deriva de un sofisma, se convierte en una aberración todavía mayor y se llega a la paradójica situación de ser capaz de mantener una postura, la contraria y ¡estar equivocado en ambas!

Esto es particularmente cierto con los paradigmas keynesiano y marxista que utilizan los socialistas. Primero éstos acusaron al gobierno de orquestar una bajada de impuestos sólo para los ricos. Esta rebaja fiscal, dado que había de venir acompañada del equilibrio presupuestario, se iba a financiar según ellos, a costa del gasto social. De esta forma, los ricos iban a ser más ricos y los pobres aún más pobres.

Ya se sabe que la “propensión marginal al consumo” constituye un pilar básico de la falacia keynesiana. Para Keynes, los precios se hunden y las crisis se producen, debido a que la gente no consume lo suficiente. Los villanos de la historia son el burgués previsor y el Scrouge atesorador que, en vez de gastar, solamente piensan en trabajar y acumular. Quitándole al rico para que consuma el pobre, se resuelven todos los problemas. También es conveniente que el estado gaste más de lo que ingresa, pues de este modo, se consigue impulsar la “demanda agregada”.

La teoría marxista es aún más beligerante. Son los salarios de hambre los causantes del hundimiento de los precios, ya que el obrero no recibe el poder adquisitivo necesario para absorber toda la producción.

Es por todo eso que, al acusar ahora al gobierno de alimentar la inflación con bajadas de impuestos, los socialistas se ponen en evidencia. ¿No habíamos quedado en que equilibrar el presupuesto y “beneficiar a los ricos” deprimía los precios? Si como argumentan los marxistas, la Gran Depresión -durante la cual los precios llegaron a caer un 30%- fue causada por los bajos salarios, la conclusión lógica es que ¡ahora los salarios son demasiado altos y que la hiperinflación española de los 70 se habría solucionado reduciendo los sueldos a la mitad!

En realidad ni las crisis se producen por los salarios bajos y el escaso consumo, ni las bajadas de impuestos hacen subir los precios siempre que se equilibre el presupuesto. Tampoco cabe culpar a los salarios de los precios altos. Los salarios sólo son excesivos cuando existe desempleo forzoso en el sector.

La inflación por el contrario, tiene todo que ver con el envilecimiento de la moneda y el abuso del crédito. Que los que hunden el euro, defienden el déficit público y cantan las excelencias del papel moneda inconvertible, aparezcan ahora como enemigos de la inflación, nos da idea de la degradación moral en la que nos movemos.

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