L. D. / EFE.- El pasado miércoles, por segunda vez en 15 días, el Banco de Japón no encontró compradores entre los bancos para el volumen de efectivo que la institución debe inyectar en el mercado monetario con el fin de cumplir el compromiso tomado el pasado 19 de marzo, de regresar a la política de tipo cero.
Renunciando a la política de marcar sus tipos diarios, la herramienta tradicional de intervención y medida, el Banco Central Japonés se concentró en atacar el debilitamiento cuantitativo comprometiéndose a mantener en cinco billones de yenes las reservas del sistema bancario disponibles.
Así, el Banco de Japón prometió defender esta política hasta que el índice de precios al consumo (que retrocede desde 1998) vuelva a ser positivo.
Política monetaria
Según numerosos analistas, esta nueva apuesta será ineficaz porque la política monetaria no funciona ya en Japón, debido a la situación en que se encuentran los bancos. "Los créditos dudosos que pesan sobre el sistema bancario han privado a la política monetaria de su poder", asegura Ryutaro Kono, jefe de economistas de BNP Paribas Securities.
Debido al subdesarrollo relativo de los mercados de capitales y de la tendencia histórica de las empresas japonesas a buscar financiación en los bancos, "en Japón el canal de financiación bancaria ha jugado siempre un papel primordial en la transmisión de la política monetaria, al depender de los tipos de interés", añadió Kono.
Así, para operar, la política monetaria necesita un sistema bancario ano. Si no es así, los malos créditos concedidos por los bancos, y que se estima varían entre los 32 y 115 billones de yenes, obstruyen el funcionamiento de los bancos de dos formas.
Minando sus fondos propios, los créditos obligan a los bancos a reducir su balance para respetar los niveles internacionales de solvencia. No obstante, en abril —por cuarto mes consecutivo— el descubierto crediticio de los bancos japoneses retrocedió.
Endeudamiento mantenido
Por otra parte, los bancos japoneses, para no reflejar la situación real de sus balances de préstamos, han elegido deliberadamente utilizar el efectivo puesto a su disposición para mantener a flote a sus deudores insolventes, retrasando a su vez el saneamiento estructural y el rebote positivo del sector productivo.
Renunciando a la política de marcar sus tipos diarios, la herramienta tradicional de intervención y medida, el Banco Central Japonés se concentró en atacar el debilitamiento cuantitativo comprometiéndose a mantener en cinco billones de yenes las reservas del sistema bancario disponibles.
Así, el Banco de Japón prometió defender esta política hasta que el índice de precios al consumo (que retrocede desde 1998) vuelva a ser positivo.
Política monetaria
Según numerosos analistas, esta nueva apuesta será ineficaz porque la política monetaria no funciona ya en Japón, debido a la situación en que se encuentran los bancos. "Los créditos dudosos que pesan sobre el sistema bancario han privado a la política monetaria de su poder", asegura Ryutaro Kono, jefe de economistas de BNP Paribas Securities.
Debido al subdesarrollo relativo de los mercados de capitales y de la tendencia histórica de las empresas japonesas a buscar financiación en los bancos, "en Japón el canal de financiación bancaria ha jugado siempre un papel primordial en la transmisión de la política monetaria, al depender de los tipos de interés", añadió Kono.
Así, para operar, la política monetaria necesita un sistema bancario ano. Si no es así, los malos créditos concedidos por los bancos, y que se estima varían entre los 32 y 115 billones de yenes, obstruyen el funcionamiento de los bancos de dos formas.
Minando sus fondos propios, los créditos obligan a los bancos a reducir su balance para respetar los niveles internacionales de solvencia. No obstante, en abril —por cuarto mes consecutivo— el descubierto crediticio de los bancos japoneses retrocedió.
Endeudamiento mantenido
Por otra parte, los bancos japoneses, para no reflejar la situación real de sus balances de préstamos, han elegido deliberadamente utilizar el efectivo puesto a su disposición para mantener a flote a sus deudores insolventes, retrasando a su vez el saneamiento estructural y el rebote positivo del sector productivo.