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Julio Cirino

Los últimos días en el primer mundo

Durante los años "dorados" de la euforia menemista, resultaba normal escuchar de los panegiristas del régimen la expresión: Argentina es ahora un país del primer mundo. Tres días atrás, por un fugaz momento de gloria, nuestro querido "riesgo país" (con el que vamos a dormir y desayunamos) superó al de Nigeria durante algunas horas, si bien para el jueves estábamos en un honroso tercer puesto, detrás de Nigeria y Ucrania.

Siempre ciclotímicos, los argentinos se ven hoy caminando por las calles como aguardando no se sabe qué, nadie parece saberlo, tal vez que choquen los planetas. Un gobierno súbitamente "creyente" busca el milagro salvador en Bush, en Blair, en el FMI, la Unión Europea, o la madre Teresa si fuera el caso; porque está claro que en el imaginario popular, alguien tiene que salvarnos... no se puede dejar caer a Argentina... por qué es lo de menos.

El iracundo ministro de Economía, Domingo Cavallo, el mismo que hace un mes sonaba como un Júpiter tonante contra mercados, banqueros, analistas y todo bicho que se atreviera a disentir con sus ilustradas opiniones, pedía, no hace 48 horas, por favor, que le dieran una ultima oportunidad para mostrar lo que puede hacer (lo que puede hacer... ¡oh terror!).

Un gobierno que no parece advertir que fue él quien prendió la mecha de la bomba que podría hacernos volar por el aire. ¿Cómo? Gracias a lo que el Senado aprobó el pasado domingo, tal vez sin pensarlo demasiado, tal vez acobardado por los jinetes del Apocalipsis, quizá con el deseo de simplemente postergar las cosas: la ley de Déficit Cero.

¿Por qué? Porque quien se toma la molestia de leer la ley verá que no se votó un recorte cuyo piso y techo es la reducción del 13% en los salarios, gastos y pensiones, sino que el recorte será "el necesario" para mantener el déficit fiscal en cero. Ya se anunció que la recaudación fiscal en el mes de Julio bajó cerca del 8% y sin atisbos de reactivación en el horizonte, sumado a la retracción generada por las reducciones en salarios y pensiones, los nulos pagos a los proveedores del Estado y las dudas y atrasos en el pago de los salarios del mes de Agosto, hacen pensar que, aun en la visión más optimista, es muy difícil pensar en una recaudación en ascenso, a lo sumo en una meseta, con lo cual la necesidad de nuevos recortes será inevitable, tal y como ya lo anticiparon varios destacados miembros de la administración.

Las preguntas entonces serán: de dónde sacaría el actual gobierno del Dr. De la Rúa la fuerza política necesaria para efectuar nuevos ajustes, y si el ya muy dañado tejido social soportará un nuevo golpe.

El enorme deterioro de la trama social Argentina nos hace ser a la vez cronistas y actores de nuevas formas de protesta social, consecuencia de la situación a la que apuntábamos en el párrafo anterior, así hace más o menos un año, Argentina dio a luz al “movimiento piquetero” (del que nos ocuparemos más detenidamente en la próxima nota), movimiento que el pasado martes generó casi 100 cortes de rutas en todo el país. Las organizaciones de desocupados (más de 4.000.000 en todo el país) están llenando un espacio creciente y no institucional para la expresión de la protesta social contra la situación económica, que tiende a rivalizar, en algunos aspectos, con la dirigencia sindical tradicional (hay tres centrales obreras en Argentina) que, muy presionada por sus bases, debe tomar actitudes de confrontación más abiertas con el gobierno para no resignar espacios políticos.

Para el próximo martes 7 de agosto, los piqueteros preparan nuevos cortes de rutas, esta vez por 48 horas; claro que les será más arduo mantenerse en las primeras planas de los medios de comunicación y reunir cantidades representativas de adherentes para evitar ser minimizados por la prédica gubernativa; es por ello que ahora buscan nuevas formas de expresión (el corte de rutas tiene un muy elevado índice de rechazo social) que le permitan, no sólo mantener su vigencia, sino además incorporar a sectores de las clases medias, muy golpeadas por la realidad económica, pero que no se prestarían a participar de un corte de carreteras.

Las triunfalistas declaraciones del Dr. Cavallo, quien afirmaba que en los últimos meses del año la economía crecería a un ritmo superior al 5%, con lo que el PIB aumentaría el 2,5% durante el presente año, son cosa del pasado. Según el último "sinceramiento" con los expertos del FMI días pasados, el PIB caería un 1,4%, con lo cual , en este escenario, irónicamente calificado de optimista, la economía Argentina se habría achicado un 6% en los últimos tres años, pero como la población crece a razón del 1,9% anual, el PIB per capita, que mide más certeramente los niveles de vida reales del hombre común, habrá caído más de un 10% en el período 1999–2001.

Todos estos análisis, realizados por los expertos oficiales se basan en la presunción de que se lograría, en las próximas horas, frenar la salida de los depósitos del sistema bancario, bajar las tasas de interés y que no resultaría necesario implementar un nuevo ajuste de salarios y pensiones, imposible de digerir políticamente. Para Domingo Caballo y su equipo este objetivo sólo es lograble merced a la intervención del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, torciendo el brazo al FMI para que encabece otro paquete de asistencia financiera internacional que tendría como objetivo calmar a inversores y depositantes.

Por ello el gobierno argentino aguarda casi como a un mesías laico a John Taylor, el número dos del Departamento del Tesoro que llega a Buenos Aires en la mañana del viernes 3 de agosto en una visita de 12 horas, enviado por el Presidente Bush. Dejando de lado que el propio Taylor se preocupó por bajar las expectativas de su viaje, señalando que venía a ver y escuchar sobre el terreno, cómo se implementaría la ley de déficit cero; el viaje desató olas de desmesurado optimismo en el vapuleado gobierno. Sin embargo, todo hace pensar que las probabilidades de que Taylor viaje con pesadas valijas cargadas de dólares son casi igual a cero, con lo que los argentinos seguiremos por los próximos días caminando por las ciudades con aire de quien espera... que choquen los planetas, porque en el primer mundo, ya no estamos.

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