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Según el editorialista de El País si hay una cosa mala entre nosotros es la economía negra. Por lo pronto, indica una propensión criminal: “en España una parte de la producción prefiere los circuitos paralelos al margen de la legalidad”.

Es decir, aquí hay gente con inclinaciones delictivas. Por supuesto, las autoridades, la política, las leyes, las prohibiciones, los controles, los impuestos, las cotizaciones a la Seguridad Social, es decir, todo lo que explica la realidad de la economía sumergida, no tiene para nuestro editorialista ninguna importancia. Aquí lo que pasa es que hay gente mala que opta por la economía informal, cuando la otra economía está abierta de par en par, y todo son allí facilidades.

Más dislates: “el grado de solidaridad de una sociedad es inversamente proporcional al porcentaje de economía sumergida que soporta”. Los que se escapan al control del Estado son éticamente reprobables e insolidarios. La mayor solidaridad es la de quienes caen cautivos de los gobernantes.

La más ilustrativa de las contradicciones del editorialista es su afirmación de que como la economía negra subsiste y aun florece en España ello prueba irrefutablemente que no es verdad que dicha informalidad se atenúe cuando bajan los impuestos ¡y eso que el propio País y los socialistas han negado que los impuestos hayan caído gracias a Aznar! A ver si en este asunto, y en todos, se aclaran.

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