El destacado periodista Alfredo Urdaci, en su cariñosa conversación en RTVE con José María Aznar, preguntó inquieto si la Europa que viene no será “la Europa de los mercaderes”. Aznar, solícito, lo tranquilizó: será “la Europa de los ciudadanos”. Asombrosamente, ninguno hizo referencia a la Europa de los políticos, los verdaderos protagonistas de todo el invento, incluida la presunta entrevista que mantenían.
El miedo a los mercaderes es clásico en los enemigos de la libertad, y una vieja patraña de quienes no conciben otra Europa que la de los burócratas y los mandatarios. Veamos ¿qué tienen de malo los mercaderes? No es obligatorio comprarles nada y eso mismo, o sea, la competencia, los impulsa a esmerarse en ofrecer bienes y servicios buenos y baratos. En cambio, con los políticos la situación es totalmente distinta: ellos obligan a los ciudadanos a pagar, y procuran en todo lo posible evitar la competencia –por eso les fascina el euro, que disuelve sus diferencias, y por eso sólo hablan de “armonización”.
En ese mismo simpático encuentro estaban todas las claves. Aznar y los suyos fuerzan a los ciudadanos a pagar RTVE, sus cuantiosas pérdidas y sus copiosos paniaguados. Los ciudadanos no pueden elegir no pagar las televisiones públicas: de hecho, es posible que si se niegan a hacerlo terminen con sus huesos en la cárcel. Ningún comerciante puede hacer eso con un cliente que decide no comprarle a él sino a su competidor. Pero lo que a Alfredo Urdaci de verdad le preocupa es la Europa de los mercaderes.
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