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Jesús Gómez Ruiz

UGT: duros a cuatro pesetas

Cuesta trabajo creer que la ignorancia sindical acerca de los más elementales rudimentos de la ciencia económica sea tan grande como demuestran sus manifestaciones públicas. Pero es que en otro caso habría que atribuirlas a la mala fe. La propuesta que Cándido Méndez, secretario general de UGT, ha lanzado el miércoles en la inauguración del 38 Congreso Federal de su sindicato es una variante de la reducción de jornada a 35 horas semanales que Jospin puso en práctica en Francia. Ni qué decir tiene que en Francia —y en todos los lugares donde se han puesto en práctica medidas similares— el desempleo se incrementó significativamente.

Méndez propone la semana laboral de cuatro días, naturalmente, sin quebranto alguno en los sueldos. Visto el “éxito” de la reducción de jornada en Francia para “incrementar” las posibilidades de empleo, esta vez el pretexto es “conciliar” el trabajo con la familia. No es necesario recalcar que, a menos que se produzca simultáneamente un incremento proporcional de la productividad del trabajo, una reducción de jornada que no contemple simultáneamente una reducción proporcional de los salarios, necesariamente tiene que redundar en un incremento del desempleo, por la sencilla razón de que las empresas menos rentables, al ver incrementados sus costes de producción, entrarían en pérdidas y se verían obligadas a suspender su actividad.

Es cierto que una parte de la población empleada disfrutaría de más tiempo que dedicar a su familia si se adoptara la reducción de jornada; pero no es menos cierto que una parte mucho mayor tendría que dedicar a los suyos más tiempo del que quisiera y menos recursos económicos de los que desearía, desde las filas del paro.

Mucho más sensato, defendible y beneficioso para el trabajador sería proponer el horario flexible y los contratos a tiempo parcial, donde los trabajadores podrían elegir, en función de sus necesidades económicas y familiares, el número de horas que desean trabajar, tal y como se hace en Suiza. Lo que no se puede hacer es pedir duros a cuatro pesetas (o euros a veinte duros), a no ser que el objetivo de UGT sea beneficiar a quienes disfrutan de empleos en empresas saneadas o en la Administración, la “empresa” que “nunca” quiebra... o casi nunca, visto lo visto en Argentina.

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