L D (EFE)
El jefe del Gobierno y presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Gerhard Schröder, tuvo que escuchar un concierto de abucheos y silbatos en su intervención en el mitin que la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) celebró en Leipzig (este del país). Tras expresar comprensión hacia los trabajadores -"entiendo vuestras exigencias", dijo, ante un paisaje de reivindicativos carteles y pancartas-, Schröder pidió el apoyo de los sindicatos ante la campaña para las elecciones generales del 22 de septiembre.
Schröder indicó, en alusión a una hipotética victoria conservadora, que la "alternativa" sería "echar por tierra los logros del gobierno roji-verde" en los derechos de los trabajadores. La intervención del canciller -de apenas 25 minutos y, por momentos con amagos de afonía- estaba enrarecida por la llamada a la huelga de IG Metall, la primera del sector desde 1995 y que fue aprobada el día anterior por un 90 por ciento de los trabajadores de los estados afectados, Berlín/Brandeburgo y Baden-Württemberg.
El conflicto de los metalúrgicos complica aún más las cosas a Schröder, tras el largo periodo de debilidad coyuntural, y se confía asimismo en un descenso del paro para esta recta final ante las elecciones. El canciller mantiene relaciones ambiguas con los sindicatos, sus aliados tradicionales en tanto que líder de un partido afín, el SPD, a pesar de que en el pasado se le apodó "el amigo del enemigo", por su estrecha relación con la cúpula de Volkswagen siendo primer ministro del estado de Baja Sajonia.
Schröder indicó, en alusión a una hipotética victoria conservadora, que la "alternativa" sería "echar por tierra los logros del gobierno roji-verde" en los derechos de los trabajadores. La intervención del canciller -de apenas 25 minutos y, por momentos con amagos de afonía- estaba enrarecida por la llamada a la huelga de IG Metall, la primera del sector desde 1995 y que fue aprobada el día anterior por un 90 por ciento de los trabajadores de los estados afectados, Berlín/Brandeburgo y Baden-Württemberg.
El conflicto de los metalúrgicos complica aún más las cosas a Schröder, tras el largo periodo de debilidad coyuntural, y se confía asimismo en un descenso del paro para esta recta final ante las elecciones. El canciller mantiene relaciones ambiguas con los sindicatos, sus aliados tradicionales en tanto que líder de un partido afín, el SPD, a pesar de que en el pasado se le apodó "el amigo del enemigo", por su estrecha relación con la cúpula de Volkswagen siendo primer ministro del estado de Baja Sajonia.