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José Antonio Sánchez, flamante director general de RTVE, le dijo a F. Álvarez de ABC: “Desde el punto de vista empresarial el modelo no es bueno porque no da beneficio, pero RTVE desempeña un servicio público. La rentabilidad no se tiene que ver en términos monetarios”. Por su parte, Alfonso Guerra se preguntó: “¿A quién le interesa que bajen los impuestos? Sólo a los poderosos. Los que no tienen donde apoyarse quieren un Estado que les defienda”.

Don José Antonio tiene una definición peculiar de rentabilidad, merced a la cual el pueblo trabajador de este país es obligado a pagar sumas fastuosas para que sus mandatarios dispongan de un medio que utilizan para la propaganda y el patrocinio. No está claro que RTVE sea un servicio público, digamos, como la defensa nacional, y no está claro por qué los españoles deben pagar las fortunas que pagan por los medios de comunicación mal llamados “públicos” –y que en realidad son “políticos”.

El contraste de todo esto con Alfonso Guerra es llamativo; recae don Alfonso en la vieja patraña según la cual el Estado siempre protege al débil contra el fuerte, con lo cual no hay nada más que discutir, y el Estado puede crecer ilimitadamente, puesto que no tiene otro propósito que velar por los desamparados. El señor Guerra –por no hablar de la corrupción vinculada con el poder, y de extraños despachos en Sevilla– simplemente da por supuesto que el Estado es así de abnegado, y que los ciudadanos así lo quieren, con lo cual, por ejemplo, el torrente de euros que los trabajadores españoles van a tener que pagar de sus bolsillos para que los políticos financien RTVE es una muestra de lo mucho que “defiende” el Estado a los débiles. Notable.

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