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El político socialista Joaquín Leguina reclamó en el Congreso medidas económicas intervencionistas en apoyo al cine, y preguntó dramáticamente: “¿Queremos o no que exista el cine español?”

De entrada, no se trata de querer. Todos queremos la paz y no queremos que se hundan barcos como el “Prestige”. Pero de ahí no se deriva automáticamente que lo bueno sea que gobiernen Galicia o España los nacionalistas o la izquierda, o que Sadam siga haciendo de las suyas sin obstáculo apreciable. Por tanto, chantajes no, don Joaquín. Yo también quiero que exista el cine español, pero esa aspiración no tiene nada que ver con querer que el poder político obligue a los españoles a pagarlo. Esto último es lo que usted quiere, y es algo muy distinto, que plantea problemas económicos importantes que usted convenientemente elude, como es subir los impuestos y dificultar o encarecer la libre elección de los españoles. Usted debe abordar estos problemas y no darlos por resueltos.

Inasequible al desaliento en mi vocación de servicio al público, le facilito una nueva y más precisa versión de su pregunta, para la próxima vez: “¿Queremos los políticos emplear nuestro poder para forzar a los españoles a que paguen un cine que ellos no quieren pagar?”

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