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Richard W. Rahn

La vieja Europa llega tarde al baile capitalista

La vieja Europa –Francia y Alemania– sufre de un malestar económico que no afecta a Estados Unidos desde tiempos de Jimmy Carter. Pero no todo está perdido. Un cuarto de siglo después que Thatcher y Reagan comenzaron sus cruzadas por lograr alto crecimiento económico en Gran Bretaña y Estados Unidos, avanza silenciosamente un nuevo movimiento de reestructuración europeo.

A la cabeza está un grupo de institutos pro libre empresa. El 6 y 7 de febrero, la Red de Estocolmo y el Centro por la Nueva Europa patrocinaron una conferencia en Bélgica que culminó con un Baile Capitalista en la Bolsa de Comercio de Bruselas. Este grupo, además de ser un centro de investigaciones, ayuda a comentar y a difundir los logros de la nueva ola de líderes que creen en el libre mercado. En la fiesta, Mart Laar, ex primer ministro de Estonia, recibió el premio Adam Smith, en reconocimiento a sus contribuciones a la economía libre.

Eso parece algo muy distante de la Francia, Alemania y Bélgica de hoy. Recordándonos lo que sucedía en Estados Unidos y Gran Bretaña a fines de los años 70, el crecimiento económico no sólo es bajo, sino que continúa cayendo. El pensamiento socialista predomina entre sus burócratas, las élites y los medios. Esos gobiernos se han vuelto tímidos y temen ejercer liderazgo moral o militar contra los dictadores. No hay Reagans ni Thatchers. Estos nuevos círculos de intelectuales tratan de llenar ese gran vacío político y económico.

Thatcher y Reagan triunfaron, en parte, porque tuvieron el apoyo de grupos de intelectuales de libre mercado. La Sociedad Mont Pelerin, fundada por Friedrich Hayek, Milton Friedman y otros en 1947, fue el semillero de donde surgieron los actuales think tanks. El gobierno de Thatcher se apoyó mucho en el Institute of Economic Affairs (IEA) de Londres, mientras que la administración Reagan lo hizo con Heritage, Hoover, American Enterprise Institute, Cato y la ACCF.

El éxito de esas organizaciones en influenciar las políticas económicas promovió la creación de institutos similares alrededor del mundo. Sir Antony Fisher, fundador de IEA, creó Atlas Economic Research Foundation, que a su vez ayudó a crear a otros institutos de libre mercado por todo el mundo.

Algunos de nosotros que participamos en la transición de Europa del Este y de la antigua Unión Soviética, ayudamos a fundar institutos de libre mercado en los países ex comunistas y ahora en Estados Unidos hay muchos de ellos, unos cuantos dedicados a asuntos regionales y estatales.

Lamentablemente, la vieja Europa se rezagó en la creación de institutos independientes de libre mercado. Algunos países tienen institutos afiliados a partidos políticos, como la Fundación Konrad Adenauer en Alemania y el Progressive Policy Institute, afiliado al Partido Demócrata en Estados Unidos. Los institutos afiliados a partidos políticos son útiles, pero son renuentes a criticar a funcionarios de su partido y a promover innovaciones que se aparten de la ideología partidista. Esa falta de institutos independientes en la vieja Europa contribuyó a la ausencia de retos a la sabiduría convencional.

Esto explica, en parte, por qué el crecimiento económico de la vieja Europa ha promediado la mitad de la de Estados Unidos en los últimos 20 años, mientras que el desempleo ha sido 50% más alto. Los socialistas y socialdemócratas que han controlado a los gobiernos de la vieja Europa han hecho todo lo posible por impedir el desarrollo de estas instituciones independientes, imponiendo impuestos a las contribuciones que reciben y restringiendo su acceso a los medios de comunicación controlados por el Estado. Por el contrario, en Estados Unidos siempre se ha fomentado la creación de fundaciones sin fines de lucro, haciendo que las contribuciones sean deducibles de los impuestos.

A pesar de tales dificultades, jóvenes europeos, valientes y talentosos, están logrando crear sus institutos de libre mercado. Parte del financiamiento de esas organizaciones y de la conferencia en Bruselas proviene de empresas multinacionales que reconocen que economías estancadas afectan negativamente a sus accionistas, empleados y clientes. Comprenden que la mejor manera de lograr cambios es fomentando el libre debate sobre políticas económicas alternas.

El nombre de la conferencia en Bruselas fue “¿Murió el socialismo?” El ideal socialista ha muerto entre gente pensante, racional y bien informada. Lamentablemente, gran parte del mundo, incluyendo a muchos jóvenes de los países desarrollados, es ignorante de la historia y de los fracasos del socialismo (comunismo, fabianismo inglés, nacionalsocialismo alemán, fascismo, comunas utópicas, kibbutzim israelí, estado de bienestar, etc.), por lo que ideas fracasadas siguen reapareciendo una y otra vez.

La propiedad estatal pasó de moda y el nuevo énfasis es en el control por parte del Estado, que se nota en el ecologismo radical, en el intento de la vieja Europa de impedir la competencia en impuestos y su insistencia en el intercambio de información financiera. Es la vieja costumbre del Estado supremo que niega los derechos de propiedad y la libertad individual. Pero el surgimiento de estos institutos de libre mercado es la más favorable respuesta al viejo orden.

Richard W. Rahn es miembro de la Sociedad Mont Pelerin. Este artículo fue publicado originalmente en el Wall Street Journal, diario que autorizó la traducción de © AIPE

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