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Richard W. Rahn

La batalla de la reconstrucción

Terminó la batalla militar en Irak y comienza otra, la reconstrucción de ese país. De un lado están aquellos que creen que al establecer las instituciones y normas adecuadas, los iraquíes podrán reconstruir rápidamente su economía, sin convertirse en una carga para los contribuyentes de Estados Unidos.

El otro bando, liderado principalmente por Francia y Rusia, insiste que el nuevo gobierno tenga como primera prioridad el pago de decenas de miles de millones de dólares en préstamos que ellos le hicieron al gobierno de Sadam. Pagar esas deudas a los franceses, rusos y demás acreedores representaría una carga tan grande sobre los ingresos petroleros de Irak que impediría cualquier intento de reconstruir la economía.

Los franceses hicieron eso mismo después de la Primera Guerra Mundial, cuando le impusieron a Alemania el pago de reparaciones tan altas por los daños de la guerra que imposibilitó la recuperación económica alemana, provocando la llegada de Adolfo Hitler.

Irak tiene la segunda reserva petrolera mayor del mundo. Pero muchas de sus instalaciones petroleras están en mal estado y no se ha desarrollado el potencial de producción. Los expertos estiman que se requiere una inversión de 10 mil millones de dólares para volver a alcanzar el nivel de producción de 1990, antes de la Guerra del Golfo. Se trata de una inversión grande, pero no tan grande como para no poder ser provista por el sector privado. Más del 95% de las exportaciones iraquíes son de petróleo y, al volver alcanzar la producción de 1990, la economía iraquí crecerá y prosperará si se maneja bien.

La realidad es que Irak necesita relativamente poca ayuda financiera extranjera, siempre y cuando se establezca una estructura económica apropiada, bajo una administración competente, y que los ingresos del petróleo no se desvíen para pagar los préstamos otorgados al corrupto y despótico régimen de Saddam.

¿Qué hay que hacer? En las últimas décadas, más de una docena de países, desde Chile a Polonia, han logrado hacer la transición de economías socialistas estancadas a vibrantes democracias de libre mercado.

Como resultado de esa experiencia, hoy comprendemos mejor lo que funciona y lo que no. Lo principal es el establecimiento del Estado de Derecho, un sistema judicial honesto y la protección de la propiedad privada. Aquellas naciones ex comunistas que continuaron sufriendo de un sistema judicial corrupto e inepto no han prosperado, aun instrumentando profundas reformas económicas.

Si no se respetan los derechos de propiedad, pocos invertirán. Estados Unidos y Gran Bretaña deberían enviar jueces retirados a Irak para actualizar el código civil y supervisar el establecimiento de un sistema judicial competente y honesto. Afortunadamente, muchos iraquíes que huyeron se han educados en las escuelas de derecho de Estados Unidos y Gran Bretaña, y quizás algunos de ellos querrán regresar y colaborar en el establecimiento de un sistema legal viable.

Otra reforma económica fundamental es la creación de una moneda sana. Irak ha sufrido altas tasas de inflación. La solución es establecer una caja de conversión, donde la nueva moneda iraquí esté fijada al dólar, el euro, o quizás parcialmente al precio del petróleo. El Fondo Monetario Internacional ha ayudado a varias economías en transición a establecer cajas de conversión exitosas, y éste sería el papel apropiado para ellos en Irak.

El nivel de gasto gubernamental se debe fijar en función del ingreso petrolero menos cualquier servicio de deuda que se negocie. Irak no cuenta actualmente con un sistema tributario. Al menos en el futuro inmediato, Irak debe posponer la instrumentación de impuestos, con excepción de a la industria petrolera. Irak goza de costos de producción petrolera muy bajos, lo que permite aplicar altos impuestos a la exportación.

Una vez que la economía reviva y funcione normalmente, el gobierno tendrá tiempo para considerar la creación de otros impuestos modestos. Algunos recomendarán aranceles, pero con un historial de contrabando y fronteras porosas, serían imposibles de cobrar. Convertir a Irak entero en una "zona de libre comercio" crearía mayores beneficios económicos con el menor de los costos.

El nuevo gobierno deber resistir toda tentación de endeudarse con el Banco Mundial y demás instituciones multinacionales. El Banco Mundial cuenta con una larga historia de financiar dudosos proyectos, donde se roban el dinero y los habitantes del país terminan cargando con las deudas. Cuando fui copresidente del proyecto de transición económica de Bulgaria en 1990, encontramos que el Banco Mundial estaba minando nuestros esfuerzos por privatizar y abrir los monopolios de la economía. El Banco le daba préstamos a empresas estatales búlgaras con el requerimiento específico de que el gobierno no debía permitir la competencia de empresas privadas.

Eliminar controles de precios es absolutamente necesario para lograr una rápida y exitosa transición. Las economías en transición que mantuvieron algún control de precios sufrieron de escasez y de mercados negros.

Los franceses y sus aliados intentarán que los contribuyentes de Estados Unidos y Gran Bretaña paguen por la reconstrucción de Irak, mientras tratan de seguir aprovechándose como lo hicieron con Sadam. Pero los miembros de la coalición deberán más bien ayudar a los iraquíes a crear instituciones y leyes que permitan su propia reconstrucción.

Richard Rahn es Presidente de Novecon Financial y académico asociado del Cato Institute.

© AIPE

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