La reconstrucción de Irak comenzó, pero todavía no está claro qué forma tendrá. Esa falta de una clara visión no ha desalentado las peticiones para desembolsar grandes sumas en ayuda económica. El jefe de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos, Andrew Natsios, compara el esfuerzo de reconstrucción con el Plan Marshall. Jack Kemp, miembro del gabinete del ex presidente Bush padre, también trabaja con prominentes figuras de los partidos Demócrata y Republicano en una propuesta de Plan Marshall para Irak y el Medio Oriente, basada en la creencia que la ayuda estadounidense condujo a la recuperación de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Los iraquíes deberían desconfiar de las comparaciones con el Plan Marshall. El mismo hecho que los proponentes de la ayuda tengan que retroceder 50 años para citar lo que consideran un éxito dice mucho. De hecho, la experiencia de esa ayuda no muestra correlación alguna entre ella y el crecimiento. Tampoco funciona, como lo informa el Banco Mundial, una ayuda condicionada a la instrumentación de reformas económicas. Tales problemas se evidenciaron durante el Plan Marshall.
Un estudio de Tyler Cowen, economista de George Mason University, concluyó que el rápido crecimiento económico en los países ocupados por Alemania durante la guerra ocurrió "independientemente de la duración y extensión de los fondos del Plan Marshall". En Alemania Occidental –el éxito más citado del plan– la recuperación económica empezó antes de que la ayuda comenzara y coincidió con la eliminación por parte de Ludwig Erhard de las restricciones al comercio, producción, precios y distribución impuestas por los funcionarios de la ocupación aliada.
En los países ocupados por los nazis, el crecimiento no se reanudó hasta que se eliminaron los rígidos controles económicos y la llegada de los fondos del Plan Marshall no se relaciona con el crecimiento económico. En una reseña de la economía de Alemania Occidental entre 1945 y 1951, el analista Werner Abelshauser concluyó que "la ayuda extranjera no fue crucial para el inicio de la recuperación o su mantenimiento".
La recuperación de Francia, Italia y Bélgica, señala Cowen, también antecede al flujo de la ayuda norteamericana. Bélgica, el primer país en aplicar políticas económicas del libre mercado experimentó la recuperación más rápida de la posguerra y evitó la escasez de viviendas y alimentos del resto de Europa.
Es cuestionable que el nivel de la ayuda estadounidense, la cual nunca totalizó más del 5% del PIB de los países del Plan Marshall, haya logrado un efecto significativo. En Alemania Occidental, las políticas norteamericanas más bien condujeron a una pérdida neta, ya que el costo de las reparaciones pagadas y de la ocupación aliada fue mayor que lo recibido bajo el Plan Marshall. En Francia, el gasto militar en el norte de Africa e Indochina entre 1949-1950 igualó a los fondos recibidos bajo el Plan Marshall en ese mismo período. La ayuda del plan también subsidió la represión militar por parte de Holanda a los movimientos pro-independencia en las Indias Occidentales.
El Plan Marshall permitió a otros países mantener lo que de otra forma hubieran sido políticas económicas insostenibles. Austria, Grecia y otros países que recibieron altos niveles per cápita de fondos estadounidenses empezaron su recuperación sólo cuando terminaron esos flujos de ayuda. Gran Bretaña, el país que recibió más dinero norteamericano, logró la tasa de crecimiento más baja de Europa después de la guerra.
La lección respecto a Irak está clara. La ayuda no es una condición necesaria ni suficiente para la recuperación económica. La experiencia confirma que la libertad económica, y no la ayuda extranjera, conduce al crecimiento y a la prosperidad. La reconstrucción iraquí debería concentrarse en establecer políticas correctas e instituciones que faciliten el crecimiento. Estas incluyen una moneda estable, libertad de comercio y derechos de propiedad para todos sus ciudadanos, incluyendo a los pobres.
Reconstruir Irak será más difícil porque ese país no comparte las instituciones y la historia económica, cultural y legal que durante siglos aumentó la prosperidad en Europa y que fue temporalmente interrumpida por la guerra de Hitler. De hecho, si Irak no permite la libertad económica como lo han hecho Chile y las naciones del Este asiático, una ayuda al estilo Plan Marshall sólo empeorará la situación.
Si Irak se abre a la libertad económica y respeta los derechos de propiedad, entonces las infusiones masivas de ayuda externa serán tan irrelevantes como lo fueron en Europa bajo el Plan Marshall.
Ian Vásquez Director del Proyecto sobre la Libertad Económica Global del Cato Institute.
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