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Federico Jiménez Losantos

Demasiado bonito para ser cierto

Está muy bien el decálogo, radiografía o esqueleto de programa económico que entre Miguel Sebastián y El Mundo han dado a conocer a la opinión pública. Jordi Sevilla ha completado en Expansión el relanzamiento de una imagen del PSOE alejada del socialismo e incluso de la socialdemocracia antigua y cerca de un liberalismo con seltz, con supuestas intenciones de Izquierdas y auténticos mecanismos de Derecha para crear riqueza y asignar recursos. Se pueden apuntar contradicciones evidentes como la de defender el equilibrio presupuestario y contemplar indulgencias temporales con respecto al déficit cero, que una vez conseguido por el PP serán banales para el votante del PP y no convencerán al votante del PSOE, habituado a las sandeces progres contra lo que nuestros sabios tatarabuelos llamaban "el santo temor al déficit" y los estefanías y calderas llaman hoy torciendo el belfo "el dogma del déficit cero". Pero incluso esas contradicciones serían aceptables en un discurso político de transición entre el populismo manirroto del felipismo y la gestión austera y responsable del aznarismo.

Lo malo es que no estamos ante una transición en la dirección acertada sino ante un nuevo vaivén ideológico de un partido que ya ha jugado a todo sin quedarse en nada. La música y la letra de las nuevas propuestas económicas del PSOE recuperan algunas de las ideas más interesantes de Jordi Sevilla y el primer Zapatero, como la del tipo único del IRPF, pero es inevitable recordar que aquella primavera liberal y nacional del sagastismo zapateril quedó cancelada en beneficio de la demagogia antigua, el cainismo ideológico, la abdicación nacional y, por supuesto, la vuelta al populismo izquierdista en materia económica, materializado en la sustitución de Sevilla por Caldera en el debate de Presupuestos. Hasta ahí llegó la riada liberal. Desde entonces hasta ahora, o sea, hasta el fichaje de Miguel Sebastián (que no fue lo que se dice un apoyo para Rato cuando estaba en el banco) hemos padecido un discurso que sólo tenía una virtud: era tan rematadamente falso y estúpido que echaba a la clase media en brazos del PP. No hay sino recordar las invectivas de Caldera contra la supresión del impuesto de sucesiones invocando la felicidad de los propietarios de yates, cochazos, caballos y demás signos externos de riqueza ante el afán derechista de cobrar a los pobres para obsequiar a los ricos. ¿Fue Zapatero, Caldera, Sevilla o Blanco el que hablaba de Aznar como un Robin Hood al revés? ¿O fueron todos?

La coherencia liberal de Zapatero se ha medido en el País Vasco y en la Guerra de Irak. Miguel Sebastián debería mirarse en el espejo de Redondo Terreros antes de creerse y tratar de hacernos creer a los ciudadanos –especialmente a la clase media ilustrada, urbana y que paga impuestos– que ese será realmente el programa económico del PSOE en Marzo del 2004. Ojalá lo fuera, pero resulta demasiado bonito, ay, para ser cierto.

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