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Desde que Hayek señaló la vasta polisemia de la palabra “social” en La Fatal Arrogancia se ha extendido aún más su predominio. Así, José Luis Rodríguez Zapatero resumió su polémica con el Partido Popular de esta manera: “la derecha presume de crecimiento económico y a mí me preocupa el crecimiento social”. Fausto Fernández no se iba a quedar corto, y propuso una “tarjeta social”.
           
La idolatría de lo social no tiene nada que ver con la sociedad libre. Lo que Zapatero plantea, si tiene algún significado, es el recorte de la libertad de los ciudadanos, a los que se arrebataría parte de lo que han producido en el “crecimiento económico”. La seña de distinción entre PSOE y PP es que los socialistas quieren arrebatarles más que los populares. Si no, no se entiende. Asimismo, hay sólo una forma de lograr este objetivo: mediante la coacción política. Es decir, el líder socialista está pidiendo no un crecimiento social sino un crecimiento político.
           
En el caso de don Fausto las cosas están, como siempre, más claras: directamente pide más impuestos, porque cualquiera puede comprobar que la distribución de la renta en Madrid no es aún tan igualitaria como la de una tribu o un campo de concentración, los dos modelos a donde conducen las ideas del señor Fernández. Siempre las presenta como impecables y sin dobleces; la “tarjeta social”, con millones de euros de gasto adicional, será pura bondad. Leí en la crónica muy seria de un diario madrileño: “se generarán 50.000 empleos, especialmente entre las mujeres, lo que reduciría el paro femenino en Madrid a la mitad”. Sin problemas, se generarán automáticamente, de la nada. Ni a don Fausto ni a los periodistas se les ocurre jamás que la “inversión” pública no es neutral puesto que socava primero la propiedad de los contribuyentes, y altera por tanto las inversiones voluntarias de éstos. Don Fausto, pura abnegación, desdeña el déficit en la hacienda pública: “prefiero un déficit en las cuentas de la Comunidad y no un déficit en la sociedad madrileña”. Impresionante documento, como si el déficit en las cuentas de la Comunidad no lo fuera a pagar la sociedad madrileña. Es tan “social” don Fausto que se inventa la sociedad que él quiere.
 

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