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James K. Glassman y Kevin Hassett

Médicos sin economía

Es difícil pensar en una mejor causa que la de los Médicos Sin Fronteras, enviando a 15 mil doctores voluntarios a peligrosas zonas de guerra y de epidemias para curar a gente pobre de 80 países. Actualmente, diferentes grupos de esa organización luchan contra un brote de cólera en la República Democrática del Congo, ayudan a víctimas de inundaciones en Pakistán y de la guerra en Liberia. El jefe de misión de MSF en Dagestán, parte de la ex Unión Soviética, fue secuestrado hace un año y no ha aparecido.
 
Pero últimamente MSF ha estado jugando un papel que parece totalmente contrario a sus obras de auxilio a los más necesitados. En la conferencia de la Organización Mundial del Comercio en Cancún, MSF fue el grupo más opuesto al plan de proveer medicinas patentadas a los países más pobres en situaciones de emergencia y sigue atacando duramente ese proyecto en su página web.
 
El lenguaje utilizado por MSF es inflamatorio. Ellen t’Hoen, la funcionaria de MSF que dirige el Proyecto Globalización de la Campaña de Acceso a Medicinas Esenciales, dice que el acuerdo “fue diseñado para hacer sentir bien a la industria farmacéutica de EEUU y occidente. Lamentablemente, ofrece muy poco alivio a los pacientes pobres. Las leyes de patentes continuarán aumentando el precio de las medicinas”.
 
Intrigados por esos argumentos, decidimos asistir a una conferencia de prensa de MSF durante la conferencia de Cancún sobre el acuerdo de los Aspectos Comerciales de los Derechos de Propiedad Intelectual, llamado TRIPS, firmado en agosto en Ginebra y luego ratificado unánimemente en Cancún.
 
Las empresas farmacéuticas de los países en desarrollo podrán producir las medicinas patentadas por otros laboratorios y venderlas a bajos precios si ocurre una emergencia nacional, como por ejemplo una epidemia de sida, si ello amenaza a su ciudadanía o a otros países pobres. Así, las empresas farmacéuticas de los países desarrollados, la mayoría de las cuales están establecidas en EEUU, cederán sus derechos de propiedad intelectual para que la gente en países pobres obtenga medicinas baratas.
 
El acuerdo trata de proteger a las empresas que hicieron las investigaciones científicas prohibiendo la exportación de esas medicinas a los países desarrollados. Esto significa un riesgo para los laboratorios dueños de las patentes, en cuanto a que esas medicinas baratas producidas en Brasil o la India pueden aparecer en sus mercados nacionales.
 
El acuerdo fue una solución salomónica a un inmensamente difícil problema y logró el aplauso de las delegaciones africanas, cuyos países son los más beneficiados.
 
Las bases económicas del acuerdo no son difíciles de entender. El desarrollo de nuevos medicamentos es un proceso extraordinariamente costoso. El costo promedio de sacar una nueva medicina es de 1.000 millones de dólares. Por lo tanto, las empresas farmacéuticas no asumirán tal riesgo a menos que tengan posibilidades de obtener una ganancia. Esa ganancia depende de que se respeten sus derechos de propiedad intelectual. De otra forma, sus competidores pueden fácilmente copiarse una medicina que ha costado mucho dinero y tiempo desarrollarla. Quienes diseñaron el acuerdo TRIPS creen que se trata de la manera de hacer que las medicinas lleguen a los países pobres durante emergencias y, al mismo tiempo, se protegen los derechos de propiedad de los dueños de las patentes.
 
Pero la doctora t’Hoen dice que TRIPS es una conjura satánica para robarle las medicinas a gente que se está muriendo en los países pobres. En pocas palabras: las patentes matan.
 
Cuando le preguntamos qué evidencia tenía MSF para pensar que el precio de las medicinas aumentaría bajo TRIPS y que los pacientes estarían en peor situación, t’Hoen se refirió vagamente a estudios que aparecen en la página web de MSF. Los buscamos, pero no están. Tampoco nos contestó cuando le pedimos un ejemplo específico de alguna medicina que ya no estaría disponible en los países pobres debido al acuerdo. Tampoco nos contestó.
 
Si TRIPS, como afirma MSF, desalienta la producción de medicinas genéricas, ¿por qué los laboratorios que producen genéricos lo apoyan? El portavoz de Ranbaxy, la empresa de medicinas genéricas más grande de la India, dijo a Bloomberg Business News: “Es una muy buena noticia para Ranbaxy… significa la relajación de la mayoría de las restricciones en la fabricación de medicinas para los pobres”.
 
Al utilizar contra TRIPS argumentos económicos falsos, su antagonismo hacia el comercio puede terminar perjudicando a más gente de la que salva MSF con sus programas de asistencia médica.
 
Glassman es presidente de TechCentralStation.com y académico del American Enterprise Institute. Hasset es director de política económica del AEI y analista de TCS.
 
© AIPE

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