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Carlos Ball

Candela verde

Últimamente, California le ha ganado a Massachusetts como el estado más socialista de EEUU y donde los burócratas intervienen más en la vida, ocupaciones y propiedades de la  gente. Los terribles incendios que hoy destruyen a más de mil viviendas en ese estado parecen tener su origen en medidas gubernamentales promovidas por los ambientalistas.
 
Esta mañana le oí decir a un californiano que perdió anoche su casa: “Nuestro núcleo residencial era nuevo, pero para proteger algunos nidos de pájaros nos impidieron limpiar la maleza que nos rodeaba. Hoy no hay ni pájaros ni casas, sino cenizas”.
 
Las viviendas destruidas en estos días por el fuego en California sobrepasan con creces el total de 816 estructuras incendiadas el año pasado en todo el país. Se trata de un problema que ha venido aumentando año a año en la misma medida que los activistas del medio ambiente logran dificultar, a través de regulaciones y demandas judiciales, las actividades de los dueños de fincas, de las empresas madereras y del Servicio Forestal.
 
La producción de madera en EEUU se ha reducido por esas medidas en alrededor de 75%, beneficiando a los exportadores canadienses, pero causando incendios forestales de una intensidad jamás antes experimentada. Parte del problema es que no se limpia la maleza ni se mantienen las carreteras de acceso a los bosques. Por ejemplo, los inmensos pinos ponderosa que solían tener una densidad de 20 a 55 árboles por acre, debido a la virtual paralización de las empresas leñeras ahora crecen con una densidad de 300 a 500 árboles por acre.
 
El problema se inició con la promulgación de Ley de Selvas (Wilderness Act) de 1964, la cual dispuso que los bosques federales no tuvieran carreteras, lo que imposibilita el acceso a los camiones de bomberos. Luego se prohibió el uso de insecticidas y fungicidas –supuestamente para preservar la naturaleza–, pero el resultado fue que cundieran los árboles enfermos, muchos podridos, convirtiendo grandes sectores de los bosques en combustible para nuevos incendios. La Oficina General de Contabilidad del gobierno federal estima que 65 millones de acres de bosques nacionales están en peligro de sufrir incendios catastróficos.
 
Un informe escrito por Terry Anderson, Vernon Smith (premio Nobel de economía 2002) y Emiliy Simmons, titulado “Cómo y por qué privatizar las tierras federales” (Cato Institute, 1999) describió la mala gestión de los bosques nacionales desde el punto de vista tanto ambiental como económico. El fracaso del socialismo es evidente no sólo en el uso de los recursos sino en otras áreas de la economía. Bajo la pesada mano gubernamental se ha destruido el ecosistema y más de la mitad de las tierras de Idaho, Nevada, Oregon y Utah pertenecen al gobierno federal. Los autores recomendaron que la propiedad de todas esas tierras federales sea repartida en acciones entre los ciudadanos de EEUU. La razón es sencilla: lo que tiene dueño se cuida, mientras que lo que es de todos no le duele a nadie.
 
El Servicio Forestal controla 192 millones de acres (78 millones de hectáreas), equivalentes al tamaño de los estados Texas y Luisiana. La realidad es que el gobierno federal es dueño de 31,1% de las tierras de este país y si le añadimos lo que pertenece a gobiernos estatales y locales, el total alcanza 39,8%. Cada adquisición de nuevos terrenos para “parques públicos” se presenta como algo magnífico que nos beneficia a todos y cada vez que en una elección se le pregunta a los votantes sobre la designación de nuevas extensiones de tierras para áreas públicas o reservas naturales, la mayoría vota “sí”. Pocos se dan cuenta que ello automáticamente significa menos propiedades privadas que pagan impuestos para el sostenimiento de crecientes gastos burocráticos. Y si el 60,2% de las tierras en manos privadas fueran tan mal utilizadas y administradas como son las públicas hoy en día, ya estuviéramos viviendo en una versión del siglo XXI de la Unión Soviética.
 
La función esencial del gobierno es proteger la vida y la propiedad de las personas; en California el gobierno no cumple. En una columna publicada por Arnold Schwarzenegger el 24 de septiembre en el Wall Street Journal, bajo el título “Mi política económica”, el recién electo gobernador de California afirmó que las dos personas que han impactado más su manera de pensar en economía son Milton Friedman y Adam Smith. Es entonces probable que pronto veamos la desovietización y recuperación de California.
 
Carlos Ball es director de la agencia © AIPE y académico asociado del Cato Institute.

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