Menú
Carlos Ball

Robert L. Bartley, Q.E.P.D.

La muerte de personas por quienes sentimos una profunda admiración duele casi tanto como la de aquellas muy cercanas. El 10 de diciembre murió Bob Bartley, insigne periodista que dirigió las páginas editoriales del Wall Street Journal a lo largo de 30 años: desde 1972 hasta diciembre del año pasado. Tenía 66 años y la semana anterior a su muerte de cáncer había recibido del presidente George W. Bush la Medalla Presidencial de la Libertad.
 
Hablé con Bob Bartley en apenas una docena de ocasiones. La última comunicación que tuve con él fue el 5 de diciembre, para felicitarlo por su condecoración –el más alto honor que Estados Unidos confiere a un civil– y decirle lo que seguramente escuchó frecuentemente: que las páginas editoriales del Wall Street Journal me han motivado a mí y a muchos otros a continuar en la pelea, al hacernos sentir que no estamos  solos. También quería informarle que el más reciente artículo suyo, traducido y distribuido por AIPE, “Abecedario de tasas de cambio”, fue publicado por el diario ABC Color de Asunción, Paraguay.
 
Bartley no fue un personaje extrovertido o simpático. Hasta sus compañeros del diario lo consideraban taciturno. La última vez que lo vi, en una conferencia de la Sociedad Mont Pelerin en Londres, en octubre de 2002, estuvimos sentados juntos toda una mañana y apenas si conversamos. Sin embargo, lo considero el periodista más importante e influyente de las últimas décadas del siglo XX.
 
Cuando a mediados de los años 50 ingresé a un colegio interno en Connecticut, mi diario preferido era el N.Y. Herald Tribune, el cual cerró en 1966. Pero desde mis días de estudiante universitario, mi favorito ha sido el Wall Street Journal. Los dos primeros textos míos que vi publicados, mucho antes de pensar que me dedicaría al periodismo, fueron cartas al editor del Journal. Luego allí se han publicado 19 de mis columnas.
 
Bartley trabajaba para el Journal como reportero en Chicago desde 1962 cuando el director Vermont Royster le ofreció transferirlo a las páginas editoriales, en 1965. El enorme mérito de Bartley fue no dejarse llevar por las corrientes de moda, como el keynesianismo, sino esforzarse en analizar lo que realmente sucedía y por qué, a la vez que atraer a brillantes economistas, periodistas y expertos en el imperio de la ley (“rule of law”), como Robert Mundell, Jude Wanniski, Alexander Bickel, Paul Craig Roberts, Richard Rahn, Bruce Bartlett, David Asman, etc.
 
El presidente republicano Richard Nixon había anunciado que “ahora todos somos keynesianos” y encaminó al país hacia la inflación, el control de precios y de salarios. En los años 70, Nixon y Carter casi logran convertir a este país en la Banana Republic del Norte con una mezcla de proteccionismo, subsidios a industrias favorecidas por los políticos (como Chrysler), persecución de industrias eficientes (como IBM), desempleo, crecimiento desmedido de los gastos gubernamentales, inflación de más del 5% y estancamiento económico.
 
La sabiduría convencional consideraba que la inflación era el aumento de los precios de bienes y servicios; si tales aumentos eran controlados por el gobierno, se regresaría a la normalidad. Fueron las páginas editoriales del Journal las que acabaron con esa mitología, explicando que el problema es monetario y se debe a que el banco central emite dinero en exceso.
 
En las páginas de opinión del Wall Street Journal, competentes economistas criticaban duramente las malas políticas económicas de Washington, con poderosos argumentos que se llegarían a conocer como economía de la oferta (“supply-side economics”) y explicaban que para aumentar la recaudación total de impuestos es necesario reducir las tasas impositivas para fomentar el esfuerzo y las inversiones, a la vez que se desalienta la evasión. Y así hizo su aparición un nuevo tipo de página editorial que lejos de publicar largas, oscuras y a menudo fastidiosas disquisiciones de famosas firmas, presentaban novedosas ideas de brillantes desconocidos que a menudo competían con las páginas informativas del diario revelando importantes noticias y lúcidas interpretaciones.
 
En 1981, un economista y asiduo lector de las páginas editoriales del Wall Street Journal, Ronald Reagan, fue elegido presidente; el resto es historia. Reagan ha sido el único presidente de este país que llegó a la Casa Blanca con claras ideas económicas y la voluntad de no apartarse de ellas por conveniencias partidistas.
 
Bartley nunca buscó la fama ni daba frecuentes discursos o entrevistas televisadas, por lo que pocos de sus admiradores lo hubieran reconocido en la calle. Sin embargo, bajo su lema de “hombres libres y mercados libres” aportó más al bienestar de la gente que todos los políticos que he conocido.
 
©  AIPE
 
Carlos Ball es director de la agencia AIPE y académico asociado del Cato Institute.

En Libre Mercado

    0
    comentarios