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Richard W. Rahn

Más intercambio comercial

La mayoría preferiría vivir en barrios de gente rica que en los barrios más pobres. ¿Por qué? Quizás se han dado cuenta que los vecinos ricos mantienen el ambiente más limpio, respetan los derechos de propiedad y no participan en actividades delictivas que pongan en peligro la vida de los vecinos.
 
Lo mismo sucede con los países. No tememos a países desarrollados como Japón, Alemania, el Reino Unido y Suiza porque no nos amenazan. Por el contrario, siendo ricos pueden comprarnos muchos bienes y servicios que producimos. El viejo dicho que hay que temer al hombre que nada tiene se aplica también a las naciones fracasadas. ¿Usted cree que si Corea del Norte, Cuba e Irán tuviesen un ingreso per cápita similar al de los holandeses actuaran de esa manera amenazante como hoy lo hacen?
 
Estados Unidos tiene más problemas con México que con Canadá, principalmente porque México es pobre. Si Canadá fuera pobre y México rico, casi todos los mexicanos preferirían vivir en México y serían los canadienses quienes estarían tratando de colarse por la frontera.
 
Aunque estas son realidades, muchos no lo toman en cuenta cuando se discute el comercio internacional o se subcontrata producción en el exterior. La razón por la cual comerciamos, tanto interna como internacionalmente, es porque con el intercambio obtenemos algo por menos de lo que nos costaría a nosotros hacerlo, lo cual nos permite especializarnos en cosas que hacemos mejor o que disfrutamos más haciendo.
 
Cuando era niño, le cortaba el césped al vecino porque era la mejor manera de ganarme unos reales. Ahora contrato a terceros para que corten el césped de mi casa y me dedico a cosas en las que soy mejor.
 
En el intercambio comercial, tanto interno como a través de fronteras, todos se benefician. Cuando compramos ropa hecha en China nos sale más barata. Es cierto que algunos compatriotas pueden perder su empleo, pero el beneficio para todos los demás es mucho mayor que lo que les cuesta a algunos trabajadores textiles buscar otro trabajo.
 
Si usted no está muy seguro que las cosas son así, piense en lo siguiente. Si los chinos ofrecieran darnos gratis todos los productos textiles y juguetes que queramos, ¿nos beneficiaría ello? La contestación es, desde luego, afirmativa, aunque los empleados de la industria textil y de las fábricas de juguetes tendrían que buscarse otro empleo.
 
Algunos argumentan que es injusto que extranjeros quieran vendernos bienes y servicios a precios muy bajos y en algunos casos por debajo del costo. Benjamín Franklin decía que la luz solar era injusta para los fabricantes de velas.
 
No tiene sentido tratar de prevenir injusticias para ciertos trabajadores imponiendo aranceles y cuotas de importación, algo definitivamente injusto con todos los que tienen que pagar precios más altos. Por eso el gobierno de Estados Unidos hizo lo correcto al eliminar los aranceles al acero, por más que se quejen algunos sindicatos y los empresarios del ramo.
 
Últimamente hemos escuchado muchas quejas sobre la contratación de empresas extranjeras en la adquisición de cosas tales como programas de computación o centros de operadores telefónicos. India es uno de los países que se beneficia con ello, al poder competir en la elaboración de programas y proveer centros de operadores telefónicos. Los indios que obtienen tales empleos viven mejor y nosotros nos beneficiamos de mejores precios, pudiendo gastar lo que ahorramos en otras cosas. Y cuando gastamos ese dinero extra en otras cosas, estamos creando fuentes de empleo para quienes perdieron su trabajo en los bienes y servicios que ahora importamos.
 
Nos interesa que los demás países prosperen. La primera razón es que si son más prósperos podrán comprar más de las cosas que producimos. Segundo, al ser más prósperos dejarán de ser una amenaza en el mundo. Y la tercera razón es que la gente más próspera tiene mejores vidas que los más pobres.
 
También sabemos que cuando los pueblos alcanzan un nivel medio de vida empiezan a exigir más libertad y más democracia. Mayor intercambio comercial entre las naciones mejora el nivel de vida de la gente alrededor del mundo y ese debiera ser nuestro deseo de Año Nuevo.
 
© AIPE
 
Ricard W. Rahnes presidente de Novecon Financial y académico asociado del Cato Institute.

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