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James A. Dorn

Las ventajas del mercado libre

Libertad económica y un gobierno limitado bajo el imperio de la ley son requisitos cruciales para la paz y la prosperidad en el siglo XXI. La globalización ha difundido las instituciones de mercado y fomentado las reformas políticas. Las naciones que se han aislado de la economía global, como Corea del Norte y Cuba, no se han desarrollado. Los críticos de la globalización tienen buenas intenciones –aliviar la pobreza y disminuir la brecha que separa a los países pobres de los ricos–, pero es más probable alcanzar tales metas con libertad económica que con intervención gubernamental.
 
Interferir en el intercambio comercial, asignando programas masivos de ayuda de gobierno a gobierno, imponiendo pesadas normas ambientales, fijando salarios y penalizando a empresarios exitosos no resulta conveniente para los países pobres. Una política de participación es una mejor estrategia para mejorar el nivel de vida, el medio ambiente y reducir el riesgo de guerras.
 
La China es el mejor ejemplo de los efectos positivos de la apertura y de establecer relaciones comerciales normales. La liberalización del comercio ha fomentado el crecimiento del sector no gubernamental, incrementando dramáticamente el ingreso per cápita e infundiendo vigor a la sociedad civil.
 
El orden liberal de mercado es tan natural como ético. El ex presidente checo Václav Havel mantiene que la economía de libre mercado “es la única economía natural, la única que tiene sentido, la única que conduce a la prosperidad, por ser la única que refleja la vida misma”.
 
El orden liberal de mercado también es ético en el sentido que se basa en libertad bajo la ley. El economista Zhang Shuguang del Instituto Unirule de Beijing lo explica así: “En el sistema de mercado, la lógica fundamental es la libertad de elegir y la igualdad de condiciones de los individuos… es respeto mutuo, beneficio mutuo y crédito mutuo”.
 
El fracaso de la planificación central ha dejado a la economía de mercado como única alternativa viable en la economía global actual. Las economías emergentes, si van a sobrevivir y a prosperar, tienen que hacer un compromiso confiable respecto a libertad económica y a gobiernos limitados. Lo difícil es cómo establecer y mantener una estructura institucional que proteja los derechos de propiedad privada y la libertad de contratación. El reto es crear un orden institucional de libertad que armonice el interés propio con el bienestar general. Entonces, el orden de mercado y el orden político serán perfectamente compatibles.
 
Eliminar las restricciones legales al intercambio (tanto interno como con el extranjero) y reducir el tamaño del gobierno aumentará la libertad económica y la prosperidad. Recientes investigaciones muestran la existencia de una fuerte relación inversa entre el tamaño del gobierno –como porcentaje del PIB– y el crecimiento económico. Al mismo tiempo, existe una fuerte correlación positiva entre la seguridad de los derechos de propiedad y el crecimiento económico.
 
El paso siguiente es avanzar en la reducción de los costos de transacción, limitando el poder del gobierno en intervenir los mercados que se abren. Surgen, entonces, nuevos arreglos sobre derechos de propiedad que corresponden más a la propiedad privada que a la pública como parte del proceso de desarrollo. En la medida que los individuos se enriquecen con el mercado, tendrán mayores incentivos para invertir más y exigir reformas legales. Ese proceso está ocurriendo hoy en China, donde se enmendará la Constitución en marzo para dar mayor protección a la propiedad privada.
 
Liberalizar el comercio exterior es la manera más segura de ampliar el mercado, atraer reformas y reducir el tamaño del gobierno. El intercambio comercial también produce dinamismo con la difusión de nuevas ideas y el desarrollo de la sociedad civil, a medida que las empresas nacionales se adhieren a las normas internacionales y aprenden la importancia de la seguridad jurídica bajo el imperio de la ley para el progreso económico y social.
 
Ampliar la red internacional de mercados libres restringirá el poder de los gobiernos. Mientras más abiertos son los mercados, la gente podrá escapar de los altos impuestos y exageradas regulaciones. El capital irá adonde es bienvenido y protegido, no donde es saqueado.
 
La globalización está aumentando la libertad económica e induciendo a los gobiernos a que opten por el liberalismo de mercado. Las políticas que reducen las barreras al comercio reducen los impuestos, limitan el gasto gubernamental y evitan la inflación, todo lo cual significa un salto adelante hacia la prosperidad. El comercio, no la ayuda extranjera, es la clave para fomentar la libertad y la prosperidad en el siglo XXI.
 
© AIPE
 
James A. Dorn es vicepresidente Académico del Cato Institute.

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