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Rodrigo Rato está preparando un “plan de ayudas” para evitar que cierren más empresas. Esta idea es abnegada y además sectorial: ya se aplicó en el caso del textil, ahora se orientará al sector electrónico de consumo, y en el futuro se ocupará de todos los sectores que vayan regular. Como los tiempos cambian, y los políticos deben ser menos descarados, ahora su manipulación del dinero de los contribuyentes se blinda con nuevas y vistosas armaduras: no sólo se llama “ayuda” sino que además, para colmo de bienes, se dirige a las inversiones tecnológicas, lo que antes se llamaba I + D, ahora se llama I + D + i, y mañana se llamará de cualquier manera que distraiga la atención y seduzca a la opinión.
    
Todo esto aparentemente tan impecable tiene un puntito débil, que las propias contradicciones dentro de las administraciones públicas permitieron sacar a la luz: si las autoridades son tan estupendas, en vez de ayudar cuando aparecen los problemas ¿por qué no ayudan a evitar que aparezcan? Esto es lo que ha dicho la Generalitat, acusando al Gobierno de “falta de previsión”.
    
Se necesitaría un cambio apreciable para que Rodrigo Rato saliera por televisión y dijera: el Gobierno no tiene ni idea de lo que pasa ni de lo que va a pasar, de modo que en lugar de despilfarrar dinero de los ciudadanos en burocracias y aventuras vanas, a partir de ahora vamos a dejar de dar “ayudas” sectoriales y vamos a bajar los impuestos a todos.
 
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