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Gary S. Becker

La mejor manera de frenar la inmigración ilegal

Muchos jóvenes quieren emigrar a Estados Unidos y a Europa Occidental de naciones pobres como México, Marruecos, Polonia y Turquía. Como los países ricos no quieren tantos inmigrantes, el resultado es una gran cantidad de ilegales que desafían las políticas migratorias. ¿Es acaso justo o inteligente imponer controles estrictos a la inmigración legal cuando se hace tan poco por contener la inmigración ilegal?
 
No hay muchas buenas maneras de resolver este reto. Creo que la mejor opción es aumentar substancialmente el número de inmigrantes legales. Se les debe dar preferencia a los jóvenes que se emplearán y que tiendan a un compromiso a largo plazo con el país, tales como los jóvenes que quieren estudiar en universidades de EEUU. Inclusive los inmigrantes jóvenes sin entrenamiento pueden conseguir trabajo fácilmente porque pocos ciudadanos quieren recoger cosechas, lavar platos o ser jardineros.
 
También apoyo dar prioridad a inmigrantes legales de Canadá, México y otros países con los que EEUU tiene tratados de libre mercado. El libre movimiento de la gente es otro aspecto del libre comercio. Y dar preferencia a esos países puede atraer a otros a firmar tratados similares.
 
A pesar de la resonante oposición de políticos como Jean-Marie Le Pen en Francia, Jörg Haider en Austria y Pat Buchanan en EEUU, la inmigración ilegal sigue aumentando bajo el sistema actual. Algunos incumplen con las visas de turismo y de estudio al trabajar o quedarse más tiempo, mientras que otros cruzan la frontera para conseguir mejores trabajos. EEUU tiene la mayor cantidad de inmigrantes ilegales, más de 7 millones, la mayoría proveniente de México. Para frenar el influjo, una ley de 1986 autorizó a las autoridades federales incrementar el patrullaje fronterizo, multiplicándose por 6 su presupuesto. La ley de 1986 incluyó penalidades a patronos que contrataran ilegales, lo cual se ha aplicado poco.
 
A pesar de las patrullas en la frontera con México, unos 600 mil ilegales entran a EEUU, aunque el número de ilegales aprehendidos anualmente superan el millón. El incremento de patrullaje no ha funcionado porque muy pocos de los aprehendidos son castigados. A la gran mayoría de ellos los envían de vuelta a México o de donde vengan y muchos de ellos intentarán de nuevo ingresar a EEUU por segunda o tercera vez.
 
Estos ilegales pagan a "coyotes" para que los guíen cruzando la frontera. Según el estudio hecho por Christina Gathmann de la Universidad de Chicago, ese servicio no es caro, cuesta unos 400 dólares o el equivalente a un par de semanas de trabajo de los ilegales en EEUU. Es así porque pocos coyotes son detenidos y castigados.
 
Cárcel y otras sanciones disuadiría a los ilegales, pero no parece que las naciones democráticas están dispuestas a castigar duramente a gente cuyo único delito es que quieren venir a trabajar. Eso explica también los programas de amnistía, como el de 1987 que concedió la residencia permanente a personas que habían ingresado antes de 1982, trabajan y habían vivido desde entonces en EEUU.
 
Mi recomendación de ampliar el número de inmigrantes legales es mejor que la reciente propuesta del presidente Bush, un acomodo entre los que están en contra y los que están a favor de la inmigración, al permitir a los ilegales continuar en su actual trabajo hasta por 6 años. Lo más probable es que ellos entonces recibirían la residencia al cabo de ese tiempo.
 
Ampliar la inmigración legal es más justo y eficiente que hacer cumplir a medias las leyes contra los ilegales. Y al darles prioridad a inmigrantes de naciones con las que EEUU tiene acuerdos de libre comercio, el movimiento de capital humano a través de las fronteras comenzaría a parecerse al movimiento de bienes, servicios y capital financiero.
 
© AIPE
 
Gary S. Becker, premio Nobel 1992, profesor de economía de la Universidad de Chicago y académico de Hoover Institution.

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