Menú
Alejandro A. Tagliavini

Las malditas multinacionales

En el plano de las telecomunicaciones, por ejemplo, pequeñas empresas fueron barridas del mercado porque el Estado les prohibía funcionar, luego de otorgar el monopolio a grandes grupos económicos multinacionales.

Los líderes políticos latinoamericanos con frecuencia y a lo largo de muchos años han culpado a las empresas multinacionales de todos los males de la región. Se trata de un comportamiento esquizofrénico porque ese odio y tales peleas suelen terminar en una negociación presentada públicamente por el gobierno como muestra de su éxito en la "lucha por la liberación nacional", pero que en realidad incluye algún trato especial para las multinacionales, mucho mejor de lo que estas hubieran logrado compitiendo libremente en el mercado, sin ayuda estatal.
 
En Argentina, Juan Domingo Perón nacionalizó los ferrocarriles, pagando por ellos a la compañía inglesa bastante más de su valor de mercado. También vemos cómo las multinacionales ocupan un lugar preponderante en la vida y la política latinoamericanas, mientras que esas mismas empresas tienen poca influencia en sus países de origen, como Estados Unidos.
 
Las grandes empresas no son "producto natural" del mercado. Peter G. Klein asegura que "lo típico es que las grandes firmas surjan donde los mercados... sufren la interferencia gubernamental; éstas circunstancias proporcionan ventajas" a las grandes corporaciones que, entre otras cosas, tienen gran capacidad de cabildeo, con lo cual a menudo logran la promulgación de regulaciones que las benefician o que dificultan y hasta impiden las operaciones de sus rivales.
 
En Argentina se favoreció en los años 90 a las grandes corporaciones con un supuesto "neoliberalismo" que privatizó empresas estatales, aplicando infinidad de regulaciones y creando monopolios en manos privadas. Es decir, se multiplicaron los privilegios concedidos por el gobierno, cosa que los cabilderos supieron aprovechar. En el plano de las telecomunicaciones, por ejemplo, pequeñas empresas fueron barridas del mercado porque el Estado les prohibía funcionar, luego de otorgar el monopolio a grandes grupos económicos multinacionales. Por otro lado, las trabas burocráticas a menudo imposibilitan la participación en el mercado de nuevos y pequeños inversores, ya sea porque el Estado les exige una capacidad financiera exagerada o por la imposición de otras trabas. De hecho, en Argentina, abrir una empresa requiere unos ocho meses de diligencias burocráticas, lo cual promueve la informalidad.
 
Así hoy, de las 500 empresas líderes en Argentina, 325 son extranjeras, es decir, que pertenecen a grupos con gran capacidad de cabildeo y economías de escala, por lo cual controlan 70% de las exportaciones del país, 69% de la producción y 84% de las ganancias empresariales. Las empresas extranjeras pasaron de representar 60% de la cúpula empresarial en 1993 a 84% en 2002. Esta "multinacionalización", que no puede verse como algo "antipatriótico" porque los capitales no tienen pasaporte (¡por suerte!), sí es un indicador del retroceso de las pequeñas y medianas empresas (Pymes), generalmente de capitales locales.
 
Un caso interesante de las Pymes son las cooperativas, las cuales han sobrevivido gracias a su fama de "sociales". Hay más de 9.000 en Argentina, con 10 millones de asociados, más de 1 millón de empleados y producen el 9% del PIB. Las hay agroalimentarias, como la muy prestigiosa SanCor que es una unión de productores de leche, de "servicios públicos" (aunque muchas veces con privilegios monopólicos) que cubren más del 80 % de la electrificación rural, de comunicaciones, además de 60 cooperativas de servicios de cloacas y 639 de agua potable que sirven al 10% de la población argentina.
 
Si el PIB crece 7,4% este año y 4,8% en 2005, como predice el gobierno, en 2006 volveremos a alcanzar el nivel que Argentina tenía para 1998. Así es que no estamos como para ahuyentar las inversiones. Sin embargo, Carly Fiorina, la presidenta de Hewlett-Packard, estuvo recientemente esperando en la antesala del despacho presidencial, a pesar de que Néstor Kirchner le había otorgado una audiencia. Cansada de esperar, se levantó y dijo: "Vámonos de aquí".
 
© AIPE
 
Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas).

En Libre Mercado

    0
    comentarios