El Tribunal de Cuentas advirtió: el Fondo de Reserva no garantiza la sostenibilidad del sistema público de pensiones, y los medios apuntaron alarmados a la fragilidad de la hucha.
La famosa hucha no existe. Las pensiones públicas no son en rigor pensiones, porque no son seguros, no brotan de capitalización alguna: en cada momento las autoridades fuerzan a la población a pagar a los jubilados. Por eso el sistema se llama “de reparto”, porque los políticos reparten. Y por eso la demografía puede provocarles problemas. Pero no hay hucha. El Fondo de Reserva, del que tanto se vanaglorian los gobernantes, ni es un fondo ni es de reserva: es simplemente un reconocimiento de deuda, puesto que está “invertido” en deuda pública, y equivale a la nómina de pensiones de cinco meses. Esta cifra desvela el camelo: ¿se imagina usted que su “fondo” de pensiones sólo sirviera como garantía de una “reserva” para pagarle durante cinco meses?