Menú
Carlos Ball

Impuestos que matan

La próxima vez que oiga a un político hablar de las maravillas que su gobierno hace por sus conciudadanos pobres, pregúntele por qué sigue muriendo gente que no puede pagar el sobreprecio en las medicinas causado por impuestos

Casi todos los países desarrollados eliminaron desde hace tiempo los impuestos, aranceles y cuotas de importación a las medicinas, equipos y artefactos médicos, sabiendo que eso le hace especial daño a la población con menos recursos. Por el contrario, casi todos los países en desarrollo, a pesar de que el porcentaje de su población que vive en la pobreza es mucho mayor, mantienen y hasta han incrementado tales impuestos.
 
Un interesante estudio publicado en abril conjuntamente por los institutos AEI y Brookings examina ese grave problema y señala que a pesar de que la ayuda médica a los países pobres ha aumentado y que han bajado los precios de muchas medicinas contra las peores enfermedades que afligen al mundo subdesarrollado, el acceso de la gente a tales tratamientos apenas si ha mejorado por culpa de impuestos y regulaciones. La eliminación de esas barreras artificiales erigidas por gobiernos más interesados en sus ingresos fiscales y en la imposición de complicadas regulaciones que en la salud de la gente sería un avance considerable en el bienestar de la humanidad.
 
Alrededor de un tercio de la población mundial no tiene acceso a tratamientos médicos y medicinas contra la malaria, la tuberculosis, el SIDA y demás enfermedades que afectan principalmente a las naciones pobres de América Latina, Africa y Asia. Son enfermedades que se pueden tanto prevenir como curar y la clave para lograrlo es la eliminación de impuestos, aranceles y costosas regulaciones a las medicinas.
 
Es una realidad que los países pobres no cuentan con los médicos y la infraestructura adecuada para combatir eficientemente esas enfermedades, pero los gobiernos, en lugar de ayudar, a menudo dificultan la tarea. El Banco Mundial estima que si viviéramos en un mundo sin aranceles, el comercio internacional aumentaría en 832 mil millones de dólares al año y 65% de ese aumento iría a las naciones en desarrollo.
 
Varios factores determinan el precio de las medicinas en diferentes países, pero las campañas para reducir el precio de las medicinas pocas veces toman en cuenta el papel de las barreras al libre intercambio, los extraordinariamente largos y complicados sistemas para la aprobación de nuevos medicamentos y los onerosos procedimientos para lograr retirar de las aduanas las medicinas importadas.
 
Los aranceles y cuotas de importación son generalmente fijados, tanto en los países ricos como en los países pobres, para proteger a empresarios o hacendados ricos, con amigos poderosos en el Poder Ejecutivo y en el Congreso, a quienes compran con dinero por debajo de la mesa o con contribuciones legales a sus campañas electorales. Por eso, los norteamericanos pagan el triple del precio mundial del azúcar y los latinoamericanos pagan varias veces el precio mundial de casi todo lo demás. El problema es que cuando se trata de medicinas, la alternativa suele ser vida o muerte.
 
Si sumamos los aranceles, el impuesto de valor añadido (IVA) y demás impuestos, las medicinas importadas pagan un impuesto combinado de 25% en Bolivia, 38% en Brasil, 20% en Colombia, 14% en Costa Rica, 19% en la República Dominicana, 22% en Ecuador, 14% en El Salvador, 25% en México, 29% en Perú y 25% en Venezuela.
 
La próxima vez que oiga a un político hablar de las maravillas que su gobierno hace por sus conciudadanos pobres, pregúntele por qué sigue muriendo gente que no puede pagar el sobreprecio en las medicinas causado por impuestos, regulaciones, tardanzas y robos en las aduanas.

En Libre Mercado

    0
    comentarios