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Fundación Heritage

El riesgo de una vida “sin riesgos”

Esperemos que el Primer Ministro haya empezado un debate que resuene en su país y también en Estados Unidos. Ya tenemos montones de regulaciones. Lo que necesitamos es más sentido común

Edwin J. Feulner

“No podemos garantizar una vida libre de riesgos”
 
Palabras sensatas y buenas de boca de un líder mundial en una era cuando muchos esperan que el gobierno nos proteja de todo mal.
 
Pero no es el Presidente Bush el que esté señalando que el gobierno no puede hacerlo todo. Es el Primer Ministro británico Tony Blair que ha expuesto su nueva filosofía en un discurso el 26 de Mayo en University College de Londres.
 
Hizo un llamamiento para “tener un debate sensato sobre el riesgo en las decisiones de política pública”. De otra manera, dijo, los británicos “seguirán el camino cuesta abajo hacia una vida sobreregulada y el resultado será una plétora de regulaciones, directrices, reacciones a ‘escándalos’ de una naturaleza o de otra que terminará teniendo consecuencias totalmente perversas”.
 
En Estados Unidos sabemos bien de los peligros de estar sobreregulado. Las empresas trabajan dificultosamente bajo regulaciones federales innecesarias y los abogados litigiosos les obligan a poner tontas advertencias en casi todos los productos.
 
Tomemos como ejemplo el de las planchas cuya advertencia reza: “Nunca planche ropa sobre el cuerpo”. O el de las secadoras de pelo: “No usarse mientras duerme”. O la de los productos alimenticios que le sugieren “quitar el envoltorio antes de comer”.

Este intento de evitar todo riesgo explica por qué es casi imposible que le den una taza de café caliente hoy en día, aunque cada taza de café tibio le advierta que “esta bebida está sumamente caliente”. Y eso explica el montón de leyes innecesarias y de regulaciones que incluyen a la Sarbanes-Oxley.
 
Hecha a la carrera y sin cuidado a raíz de la implosión de Enron, la Sarbanes-Oxley estaba supuestamente diseñada para proteger a los inversionistas americanos. Más bien terminará costándole miles de millones.

Por ejemplo, la compañía promedio ha pagado 4.36 millones de dólares para cumplir con los nuevos estándares de contabilidad, mucho más que los 3.14 millones que esperaban pagar, según una encuesta del grupo Financial Executives International. Y la cuenta sólo aumentará.

Una compañía de seguridad de correo electrónico estima que las empresas desembolsarán mas de 4 mil millones para archivar correo electrónico (como lo exige Sarbanes-Oxley) en 2009, de los 465 millones que cuesta hoy. Esos costes se los pasarán a los accionistas y clientes así todos pagamos por la “protección” que se supone que nos da la nueva ley.
 
Como señaló Blair en su discurso: “Hay una deliciosa ironía en esto que ilustra las consecuencias no planeadas de la regulación. La ley Sarbanes-Oxley ha significado una bonanza para contables y auditores, las mismísimas profesiones a las que se cree responsables de los escándalos originales”.

Para asegurarse que Gran Bretaña no pase “finalmente su propia Sarbanes-Oxley, Blair ha puesto ciertas directrices. “En vez del grito de ‘tenemos que hacer algo’ cada vez que haya algún problema o ‘escándalo’ meditaremos primero y regularemos sólo después
de la meditación”.
 
Mucho más crítico aún, Blair dice que quiere empezar a reducir el estado regulador, especialmente en la Unión Europea. Gran Bretaña está a punto de asumir la presidencia rotativa de la UE, así es que Blair estará en situación de actuar. Dice que trabajará para asegurar que el cálculo de los costes estén listos antes de que se apliquen nuevas regulaciones y que hablará con líderes empresariales antes de cambiar ninguna regulación.

“Necesitamos un debate mucho más racional, equilibrado e inteligente sobre cómo debatir sobre el “riesgo”. Cada ‘escándalo’ no necesita una respuesta regulatoria” dijo sensatamente. Desgraciadamente, ese enfoque todavía no ha cruzado el charco.
 
Después del día del trabajo en 2003, el Presidente George W. Bush comunicó que: “Tenemos una responsabilidad y es que cuando alguien lo pasa mal, el gobierno se tiene que mover”. Pero el movimiento constante y precipitado es el que nos lleva a sobreregulación y a que el gobierno se entrometa en nuestras vidas más de la cuenta, aunque como dice Blair “el gobierno no puede eliminar todos los riesgos”.

Esperemos que el Primer Ministro haya empezado un debate que resuene en su país y también en Estados Unidos. Ya tenemos montones de regulaciones. Lo que necesitamos es más sentido común.
 
©2005 The Heritage Foundation
©2005 Traducido por Miryam Lindberg
 
Edwin J. Feulner es el Presidente de la Fundación Heritage.
 
Libertad Digitalagradece a laFundación Heritageel permiso para publicar este artículo.

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