A raíz de los atentados de Londres, poco tardó el pensamiento único en buscar sus raíces económicas. No vaya a ser que creamos que los culpables del terrorismo son los terroristas.
Ignacio Ramonet en El Periódico de Catalunya desbarró primero ligando la acción a la guerra de Iraq, como si no tuviéramos suficientes pruebas de que los terroristas planificaron sus crímenes desde antes. Y después aseguró que los hechos no sólo fueron criminales por las víctimas sino “porque impiden, de momento, reflexionar serenamente sobre las grandes injusticias creadas por la globalización liberal, injusticias que, en definitiva, nutren el terrorismo en el mundo”. O sea, que en realidad las víctimas son culpables. Y la globalización, es decir, el mundo después de la crisis del comunismo, el totalitarismo más cruel y asesino conocido hasta la fecha, es más injusto. Para completar el desatino, Ramonet, ese gran enemigo de los líderes mundiales, coincide puntualmente con Chirac y Schröder en que la mejor manera de reducir la pobreza es (¿no lo adivina?) aumentar los impuestos. Y aunque finalmente ha comprendido que es bueno acabar con el proteccionismo de los países ricos, afirma que ese mismo proteccionismo debe imponerse en los países pobres. Señor, qué disparate.