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Fundación Heritage

Predecir el tiempo y el déficit

Reagan bajó los impuestos y la economía prosperó. Clinton subió los impuestos y la economía prosperó. En ambos casos los ingresos fiscales aumentaron.

Por Jay Bryant

Otro día como el miércoles y va a resultar que tendremos superávit presupuestario federal a mediados de la próxima semana. ¡Oh sí!, el martes, la proyección del déficit del presupuesto para el año fiscal 2005 era de 427.000 millones de dólares, pero hoy, es sólo 333.000 millones. Bueno, en realidad no espero realmente que el déficit desaparezca en una semana, pero el que haya bajado más del 22% como resultado de corregir las proyecciones es enormemente impresionante de todos modos.
 
A los meteorólogos se les critica constantemente cuando se les descalabran sus pronósticos, pero tengo la sensación de que hacen un trabajo mejor con el tiempo que los economistas con el déficit. Seguro que es porque tienen mejores datos para hacer sus juicios. Con sus imágenes por satélite, radares Doppler y demás parafernalia, tienen herramientas cuya sofisticación y precisión harían avergonzarse a  cualquier cosa que pudiera sacar un economista de su arsenal.
 
¿Se acuerdan de los superávit de finales de los años 90? Bill Clinton intentó atribuírselos. El Congreso republicano intentó atribuírselos. La gente intentó atribuírselos a Sir Alan Greenspan también, aunque no tuviera la caradura de hacerlo él personalmente, según recuerdo. Pero ninguno se merecía el reconocimiento porque ninguno vio venir esos superávit.
 
Los déficit presupuestarios son una función de 4 factores: 1) Política fiscal; 2) El grado de contención del gasto del Congreso; 3) Necesidades militares; 4) La economía. Lo que pasa es que el cuarto factor tiende a imponerse a todos los demás y es el único que nadie controla. Las políticas del estado pueden influir, pero la economía también está sujeta a una multitud de influencias que están lejos de una planificación racional, quizá hasta completamente más allá de la razón.
 
Si miramos retrospectivamente los acontecimientos económicos (ni hablar de mirar hacia adelante) el asunto está cargado de dificultades para el analista. Eso es porque, en palabras de Milton Friedman, los economistas siempre están lidiando con “datos de pésima calidad” en comparación con los estándares de cualquier otra ciencia.
 
Y, claro, nunca se sabrá que habría pasado si se hubiese implementado alguna otra política. Hace unos años, estaba escuchando a un afamado economista hablar de los “déficit de Reagan”. Le echó la culpa al factor 1 (Política fiscal), diciendo que los recortes de impuestos de Reagan fueron responsables del déficit. “Pero ¿los ingresos fiscales no aumentaron con Reagan?” preguntó alguien de la audiencia.
 
El economista replicó: “Sí, pero habrían subido aún más sin los recortes”.
 
¿Cómo podía saber eso el economista? No podía. Simplemente estaba proyectando su prejuicio ideológico sobre los hechos reales al igual que hacen los valedores de la economía del lado de la oferta cuando reclaman el reconocimiento por el aumento de los ingresos. Yo apoyo esta última teoría pero no puedo demostrarla porque nunca hay ningún otro dato para ver que habría pasado si se hubiesen implementado otras políticas. Reagan bajó los impuestos y la economía prosperó. Clinton subió los impuestos y la economía prosperó. En ambos casos los ingresos fiscales aumentaron.
 
Hoy en día, los economistas van por ahí balbuceando una explicación a las proyecciones corregidas del déficit sugiriendo que la razón por la que los ingresos fiscales han subido ahora es como resultado “de un aumento de las bonificaciones y de los ingresos por dividendos de los que más dinero ganan, una exención única total de los beneficios para empresas que repatríen sus ingresos del exterior y el fin de la deducción de impuestos para las inversiones empresariales que expira a fin de año”, según el Washington Times. El Presidente Bush, por otro lado, se inclinaba a mirar por otros derroteros diciendo: “Es una señal de que nuestro plan de alivio fiscal y nuestras políticas pro-crecimiento están funcionando”.
 
Es más, la señora Bryant –que, les aseguro, no es ninguna avezada experta en gasto deficitario– cree que es el resultado de que el gobierno nunca haya desarrollado una buena manera de predecir las consecuencias fiscales del creciente sector de los autónomos. En otras palabras, las nóminas son relativamente predecibles y puede hacérseles un seguimiento como mínimo semana a semana a medida que van llegando los datos. Pero cuando la economía está en crecimiento, muchísimos asesores y otros autónomos, incluyendo los de jornada parcial, también están ganando dinero y las consecuencias fiscales de ello no se notan mucho en los libros del gobierno hasta que ingresa el dinero contante y sonante de sus impuestos.
 
Si no es sólo la economía sino también el tamaño del colectivo autónomo el que está creciendo, podría representar un considerable dinero extra para el gobierno.
 
Sea lo que fuere la causa de las correcciones, el hecho mismo de que haya correcciones significa que, otra vez, el síndrome de los datos de pésima calidad está en marcha. Así es que ya sabe, la próxima vez que alguien trate de aegurarle lo grande que será el déficit en algún momento del futuro, sea usted tan escéptico como lo es con el hombre del tiempo.
 
©2005 Jay Bryant
©2005 Traducción por Miryam Lindberg
 
Jay Bryant es un famoso escritor y experto en Medios de Comunicación. Actualmente es moderador de los Seminarios del Capitolio. Sus comentarios también pueden oírse en la Radio Nacional Pública Americana (NPR) en el programa “All Things Considered”.
 
Libertad Digitalagradece a laFundación Heritagey al Sr. Bryant el permiso para publicar este artículo.

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