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Emilio J. González

De Italia a América

Si al final, la cosa se salda con un revés para las aspiraciones de la entidad española, no hay por qué preocuparse: los títulos del banco lo notarán favorablemente en forma de subida

Al final, que el BBVA acabe por quedarse sin la Banca Nazionale del Lavoro (BNL) puede ser un éxito para el banco. El intento de la entidad que preside Francisco González por hacerse con la BNL ha venido marcado, desde sus comienzos, por la política orquestada desde el Gobierno italiano, a través del Banco de Italia, para impedir que la banca extranjera adquiera entidades crediticias nacionales. Hace poco sufrió las consecuencias el holandés ABN Amro en su intento fracasado por tomar el control de la Banca Antonveneta y ahora parece que le ha tocado el turno al BBVA, dentro de esa filosofía de nacionalismo financiero que impregna a las autoridades italianas. Sin embargo, eso no constituye, ni mucho menos, un drama.
 
BBVA puede perder su apuesta por BNL debido a la contraopa presentada el lunes por la aseguradora Unipol, titular del 9,9% del capital de la entidad italiana y que se ha hecho con el 27,4% de las acciones poseídas por el denominado contrapacto, el grupo de empresas italiano contrario a la OPA del banco español. Sin embargo, los analistas valoran positivamente esta derrota –la propia Bolsa lo está haciendo también con subidas de la acción del BBVA- y, en buena medida, tienen razón. Es difícil desarrollar el negocio bancario en un país extranjero, aunque sea miembro de la Unión Europea, en contra del Gobierno de ese país. Si el Ejecutivo italiano ahora ha puesto todo tipo de problemas para impedir que BNL cayera en manos españolas, no es descartable pensar que, de triunfar BBVA en sus aspiraciones, esa presión continuaría como ejemplo disuasorio para cualquier otro banco de la UE que pretendiera adquirir una entidad italiana. En esas condiciones, aunque contrarias a las disposiciones en materia de competencia de los tratados europeos, el desarrollo del negocio bancario no es fácil ni cómodo y si BBVA acaba por peder la partida, podría evitarse ese problema. De todas formas, no deja de resultar llamativo que las dificultades planteadas a la operación por el Ejecutivo italiano surjan después de que Zapatero decidiera retirar, de manera unilateral y sin consultar con ningún país, las tropas españolas de Irak, creando muchos problemas a los Gobiernos y países que permanecieron allí. Pero volvamos a la cuestión financiera.
 
Una de las razones por las que el BBVA se había embarcado en la operación de la BNL era por equilibrar en su balance los riesgos de su exposición en Latinoamérica mediante una presencia mayor en países más estables como los europeos. Es, en cierto modo, la misma lógica de la adquisición el verano pasado del británico Abbey Nacional Bank por parte del Santander. Pero ese equilibrio también puede alcanzarse con una mayor presencia en Estados Unidos, un país con más potencial de mercado que la propia UE, en el que BBVA está penetrando de manera inteligente. Antes de que el banco español iniciara el asalto a la BNL, Merrill Lynch estimaba que, con la caja que genera la entidad que preside Francisco González, podría llevar a cabo varias compras de entidades pequeñas o medianas en Estados Unidos en un solo año. Esa posibilidad ahora se revitaliza y con más fuerza si cabe gracias a las desinversión del 15% de la BNL que haría el BBVA, en caso de perder, y que incluyen unas plusvalías de 520 millones de euros. De hecho, desde hace unos meses se comenta en los círculos financieros y bursátiles que, con independencia del asunto BNL, debe prestarse atención al BBVA y a las posibles operaciones en el continente americano que podría estar preparando.
 
De todas formas, aún es pronto para decir quien ganará el pulso por la BNL, si BBVA o elcontrapactoa través de BNL, cuya oferta suscita dudas y apenas supera a la realizada por el banco español. Pero, si al final, la cosa se salda con un revés para las aspiraciones de la entidad española, no hay por qué preocuparse: los títulos del banco lo notarán favorablemente en forma de subida y BBVA podrá centrarse en otras operaciones que, posiblemente, resultarán tan interesantes como satisfactorias, para la propia entidad y para sus accionistas. La derrota puede resultar, en última instancia, muy dulce.

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